"El escenario adolescente es desolador", la carta que escribió una madre para pedir el regreso a las aulas
Padres y alumnos del partido bonaerense de Pilar convocaron una nueva marcha para hoy frente a la Municipalidad con el objetivo de reclamar por el regreso a las aulas de los adolescentes que están en el último año escolar.
Danisa Pedruzzi, una de las organizadoras de las convocatorias escribió una carta donde refleja lo que viven muchas familias: "El escenario adolescente que tenemos frente a nuestros ojos es desolador: ya no importa cuál es el alumno que tiene conectividad en sus hogares. Nuestros egresados están tan abatidos que no quieren conectarse".
"Despojados de sus salidas, de su sociabilidad, de su círculo de pertenencia y de todos los deseos que anidaron mirando a esos ídolos del último año durante la mayor parte de sus vidas, piensan que ya nada tiene sentido. Esta semana mi hijo tendría que estar de viaje de egresados y aquí está, dando vueltas por la casa como quien no encuentra la salida de la puerta giratoria", dice el texto.
Pedruzzi señala además que en la última reunión de padres que tuvieron vía Zoom, de seis padres que tomaron la palabra lloraron cinco, incluida ella. "Ya no sabemos qué más hacer. Somos testigos presenciales de cómo se apagan en uno de los momentos que más encendidos deberían estar", expresa.
La semana pasada tres intendentes de Juntos por el Cambio propusieron un regreso a las aulas para estudiantes del último año de la secundaria. Diego Valenzuela (Juntos por el Cambio), de Tres de Febrero, encabezó una prueba piloto en una escuela de Santos Lugares y esperaba un visto bueno del gobernador Axel Kicillof para el regreso de casi 3500 chicos a las clases. Luego se sumaron los intendentes Julio Garro (La Plata), Jaime Méndez (San Miguel) y Gustavo Posse (San Isidro). Pero desde el gobierno bonaerense reiteraron ayer que por ahora no están dadas las condiciones epidemiológicas en ningún distrito provincial para retomar las clases.
La carta completa
Cuando llegó este 2020 tan distinto a nuestras expectativas nos acomodamos a la nueva realidad como pudimos. Acompañamos como pudimos. Pasaron los meses y fuimos tachando de la lista todas nuestras proyecciones, depositando las esperanzas en el calorcito de septiembre y de las posibilidades que estarían prontas a llegar. Pero estas posibilidades no están llegando y el escenario adolescente que tenemos frente a nuestros ojos es desolador: ya no importa cuál es el alumno que tiene conectividad en sus hogares. Nuestros egresados están tan abatidos que no quieren conectarse. Despojados de sus salidas, de su sociabilidad, de su círculo de pertenencia y de todos los deseos que anidaron mirando a esos ídolos del último año durante la mayor parte de sus vidas, piensan que ya nada tiene sentido. Esta semana mi hijo tendría que estar de viaje de egresados y aquí está, dando vueltas por la casa como quien no encuentra la salida de la puerta giratoria. Miro el bombo que tengo sobre la mesa, se lo acabo de comprar para que me acompañe a manifestar frente a la Municipalidad. Aunque soy yo quien lo tendría que acompañar a él: su desánimo invierte las cosas. Lo aliento diciéndole que, al menos gestando un movimiento, nos convertimos en facilitadores para que los cambios sucedan. Aún no sé si va a querer ir, de corazón deseo que me diga que sí para lograr sacarlo del sillón y/o de la cama, donde está instalado desde marzo. Lo miro, le charlo, almuerzo cada mediodía con él, lo invito a caminar... con las madres del colegio les hicimos un video por el día del estudiante, y les regalamos una taza con el apodo de los sobrenombres que idearon para los buzos de egresados. Mi hijo lo usa a veces, sé que hay compañeros que hasta se lo ponen para dormir. Hace poco descubrí en su armario (me había olvidado) que también se habían hecho remeras. No pude contener mis lágrimas al verla tan nuevita y ahora, al recordarlo, tampoco. Daría lo que no tengo por decirle "¡Otra vez volvés con la remera negra! ¿Qué hacés? ¿Te revolcás en el barro?"
Dejo que los especialistas (estudio INECO) arrojen la penosa estadística: ocho de cada diez chicos presenta síntomas de depresión, y seis de cada diez, signos de ansiedad. Quisiera agregar que, si bien la cifra refleja el estar siendo de los chicos nosotros, sus padres, al tener este escenario en nuestra casa no nos quedamos ajenos. En la última reunión de padres del colegio que tuvimos vía zoom, de seis padres que hablamos lloramos cinco. Ya no sabemos qué más hacer. Somos testigos presenciales de cómo se apagan en uno de los momentos que más encendidos deberían estar. Están resignados. La resignación es un estado de ánimo en el que no se ve el presente como un vehículo para transformar el futuro. Es frecuente escuchar a nuestros hijos decir 'ya fue, perdimos el año, no hay nada para hacer'. Nosotros queremos demostrarles que, al menos, pueden ser escuchados. Que somos responsables del cuidado de nuestro cuerpo y del respeto por el prójimo, que estamos muy atentos de las cuestiones sanitarias que se presentan y que contamos con recursos para cuidarnos de la pandemia. Necesitamos cuidar las siquis de nuestros hijos también, y por eso pedimos por la prioridad de estos alumnos esenciales que necesitan de un protocolo urgente para volver a los parques y patios de sus colegios, con barbijo, alcohol en gel y en pequeños grupos. Necesitan mirarse a los ojos y volver a recorrer esos espacios llenos de recuerdos, tener un cierre de una etapa que ocupó la mayor parte de sus vidas y, sobre todo, sentir que sus familias y la sociedad de la que forman parte no se olvidó de ellos. No hay próximo año escolar para un egresado. No hay meses de bonus tampoco, ya que estarán con otros compromisos universitarios, laborales o preparando exámenes de ingreso. El tiempo escolar que les queda es hoy, dos meses para poder rescatar alguna alegría a la que puedan aferrarse como a un bote salvavidas.
Hay una definición del miedo que me gusta mucho, dice que éste aparece cuando la amenaza es más grande que los recursos. Si afuera sólo existe la amenaza no vamos a dar el paso nunca para generar los recursos y salir adelante. Desconocemos el impacto psicológico que les generará este tránsito el día de mañana; tenemos la certeza del daño que les está generando hoy, luego de seis meses de encierro. Necesitamos un plan de acción urgente para ellos, nuestros queridos egresados 2020.
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