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El sol brilla sobre los 325 kilómetros cuadrados de territorio matancero, donde viven cerca de 2.2 millones de personas. Acá, nada cambió respecto de la semana pasada, cuando el asesinato brutal de Roberto Sabo, un kiosquero de Ramos Mejía, abrió a la fuerza una incógnita sobre el desempeño electoral que tendría el peronismo en las Elecciones Legislativas que se celebraron anteayer.
Sin embargo, a pesar de la crisis económica y la ola de violencia -en La Matanza hubo ocho asesinatos en la primera semana de este mes-, el Frente de Todos hizo presión suficiente como para contener y alentar a sus votantes. Así, lograron quedar 20 puntos por encima de Juntos por el Cambio, un resultado muy similar al de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO).
Mientras que en La Matanza el dato a destacar es que la inseguridad no movió la aguja electoral, en Quilmes, la sorpresa llegó cuando el oficialísimo, conducido por la intendenta Mayra Mendoza, logró dar vuelta los resultados de las PASO. En septiembre, el Frente de Todos había perdido por cuatro puntos. Ahora, el que quedó atrás es Diego Santilli, que consiguió el 39,66% de los votos, un punto por debajo del 40,33% que obtuvo Victoria Tolosa Paz.
Resultado clave
El resultado de las urnas en estos dos partidos del conurbano fueron clave para tranquilizar las aguas peronistas, al menos en el plano bonaerense. En las PASO, a nivel provincial el oficialismo quedó tres puntos por debajo de Juntos por el Cambio, lo que fue interpretado como un duro golpe al riñón electoral del Frente de Todos. Pero, está vez, lograron abultar el número de votos y dejar la contienda bonaerense con una diferencia mínima. El peronismo perdió por apenas un poco más de un punto.
En la Avenida de Mayo al 800, donde está ubicado el kiosco que atendía Sabo, el terreno se va preparando para el olvido. Las flores que dejaron los vecinos de a poco se empiezan a marchitar y las cartulinas con pedidos de justicia y más seguridad van perdiendo su adhesión a la persiana metálica del local.
“Y, acá no cambia nada, La Matanza es como Catamarca, Formosa o cualquier otra provincia que está tomada por el mismo partido hace décadas. Sinceramente yo no esperaba que pierda el peronismo por el crimen de Roberto. Si acá afanan todo el tiempo, la seguridad es un tema crítico del partido hace años y nunca cambia nada”, lamenta Eugenia Schmeil, de 47 años, que atiende un kiosco sobre la Avenida de Mayo, a solo cinco metros del lugar donde balearon a Sabo. El día del crimen, ella llegó a su local 15 minutos después de la balacera, cuando el cuerpo de su colega estaba desparramado en el suelo y rodeado de policías.
Ramos Mejía
Si bien en La Matanza el peronismo en sus distintas variantes abraza la intendencia desde 1983, Ramos Mejía, que es uno de los 16 distritos que conforman el partido, está sobre todo poblado por la clase media. Allí suele ganar la oposición. Aunque, como representan cerca del 5% de la población total, no les alcanza para torcer la pulseada.
Las cifras de inseguridad cambian según cómo se las interprete. Por ejemplo, según el Ministerio Público Fiscal bonaerense, durante 2020, cuando estuvo vigente el Aislamiento Preventivo Social y Obligatorio (ASPO) durante siete meses, en La Matanza fueron asesinadas 154 personas, mientras que en 2019 esa cifra había sido de 141. Este año se suman otros 103 asesinatos.
Fuentes de la municipalidad de La Matanza señalan que los “delitos prevenibles” en el partido han bajado. Por ejemplo, indican que en 2019 hubo 112 homicidios dolosos y en 2021 esa cifra descendió a 96. Es decir, una merma del 14,30%. La clave está en lo que denominan “prevenible”, que en pocas palabras sería un homicidio en ocasión de robo, pero no se toman para esta estadística los ajustes de cuentas, los homicidios intrafamiliares o los delincuentes abatidos por la policía.
“La seguridad no es una responsabilidad municipal, sino provincial. El municipio no tiene poder de policía, aún así, el municipio, junto con la Provincia, trabaja en la prevención. De los ocho asesinatos ocurridos en la primera semana de noviembre, solo el de Sabo fue en ocasión de robo, los otros fueron asesinatos entre delincuentes, entre la policía y delincuentes, o casos de violencia intrafamiliar. La gestión municipal tiene un aval muy arraigado en la gente, por eso se gana la elección. Aunque, si bien es contrafáctico, por supuesto creemos que la lamentable muerte de Sabo sí le quitó votos al Frente de Todos, no es que no movió la aguja”, detallaron fuentes de la municipalidad matancera.
Más allá de cómo se lean las cifras, el relato de los vecinos de distintos distritos de La Matanza sobre la inseguridad es casi idéntico. Ya fuera de Ramos Mejía, en San Justo, las mismas militantes del Movimiento Evita, una agrupación ligada al kirchnerismo, lamentan que a la noche “no se puede caminar”. Ellas se encuentran en una carpa sobre la plaza principal y le toman de manera gratuita la presión a los vecinos.
En Gregorio Laferrere, la historia se repite. A la vera de la Ruta 3, Rodolfo Auspont, de 47 años, camina a paso lento. De sus hombros cuelgan dos cajas de telgopor repletas de empanadas y sandwiches de milanesa que vende en la calle. Dice que apenas baja el sol la zona se pone picante. “Después de las 20 no podes salir”, asegura.
Explicación
Entonces, ¿cómo se explica el triunfo de un partido durante décadas, cuando los reclamos siempre son los mismos? Las chicas del Movimiento Evita dicen que la militancia es importante para incentivar a que la gente vote. Según cuentan, van a los barrios, reparten boletas y le explican a cada vecino en qué escuela deben emitir su voto. Pero luego cada uno va por su cuenta. Ellas negaron que existan colectivos o autos que lleven a la gente a votar por el Frente de Todos, algo que sí señalaron otros vecinos, como, por ejemplo, Auspont, que el domingo no fue a votar. Dice estar “podrido” de los políticos. Él asegura que en estas elecciones se puso en marcha el aparato electoral y que había transportes para que la gente fuera a votar.
Lo mismo describe Andrés Vatimo, de 68 años, que tiene una casa de remates frente al Metrobus, en Laferrere. “Acá veías filas de micros listos para llevar a la gente a votar, algo que no se vio en las PASO”, indica Vatimo.
Él votó a Jose Luis Espert porque le fue “pésimo” con el peronismo y con el gobierno de Mauricio Macri. Entre los últimos años de gestión del expresidente y estos primeros dos de Alberto Fernández, pasó de tener seis empleados a trabajar solo: “No los pude sostener, tengo casi 70 años y estoy luchando por sobrevivir, cuando cierro acá me voy a fabricar muebles a otro lado. En este país nos fue mal con todos, es una desgracia”.
Lionel Montiel, vive en Laferrere, es politólogo y miembro de un espacio vecinal de Juntos por el Cambio. Él argumenta que la maquinaria electoral que se puso en marcha para asegurar una buena elección fue imponente.
“Hubo un aumento de la presencial del Frente de Todos y un aumento en la hostilidad con la gente de Juntos por el Cambio. Se apropiaron de las paradas de colectivos, de las paredes de la calle, tenían gazebos en los centros comerciales. Mientras que nuestros afiches duraban muy poco tiempo. También aumentó la asistencia social del municipio, hubo líneas de ayuda que iban de los $20.000 a $60.000. Los punteros de ellos hicieron circular esos subsidios por todos lados. Incluso muchos de los fiscales de mesa iban obligados por recibir un plan”, explica Montiel.
Pero, ¿puede un aparato clientelista dominar una elección en un partido tan populoso? Desde la municipalidad de La Matanza aseguran que las elecciones se ganan gracias a la gestión.
“La gestión logró que el 95% del municipio tenga agua potable por tubería, el 65% de las casas tienen cloacas y el 70% de las calles están asfaltadas. La gente nos vota masivamente por la gestión, no por el clientelismo como se suele decir. Otro dato importante es que creíamos que nosotros íbamos a crecer en votos porque iba a ir más gente a votar. Pero la participación no superó el 67% en La Matanza, cuando esperábamos más del 70%. Es decir que hubo votos de Juntos por el Cambio que se dieron vuelta y ahora nos eligieron a nosotros”, concluyeron desde la municipalidad.
Quilmes
“La pandemia desapareció el día después de las PASO”, comenta, con ironía, Laura, desde el mostrador de su librería, en el centro de Quilmes. Tras la derrota del oficialismo en las elecciones primarias, dice la comerciante, Mayra Mendoza impulsó una campaña electoral sin precedentes para recuperar los votos perdidos, de cara a las elecciones legislativas de ayer.
No solo reforzó la presencia de los carteles propagandísticos, que todavía siguen pegados, sin competencia, en los postes de luz de todas las cuadras céntricas. También, en consonancia con la gobernación bonaerense, habilitó la apertura de los boliches, eliminó las restricciones horarias y puso en marcha muchas de las obras y arreglos que estaban pendientes desde hacía años.
En las elecciones de ayer, en Quilmes, la lista encabezada por Victoria Tolosa Paz logró recuperar casi siete puntos respecto de las primarias, un resultado que le permitió al oficialismo achicar la brecha con Juntos en el territorio bonaerense. ¿Cómo logró el oficialismo sumar 28.000 votos más en tan solo dos meses? “Es resultado de todo el trabajo que se viene haciendo. De la escucha con los vecinos y vecinas. De ir casa por casa, barrio a barrio y contar lo que hicimos, las obras en marcha, la inversión en seguridad”, dice un vocero de la intendencia.
En estos dos meses, aseguran los vecinos, la intendencia hizo muchas pequeñas obras que venían pidiendo. “Hicieron arreglos en las calles, limpieza. Los veía trabajando y me daba cuenta de que se acercaban las elecciones. El fin de semana pasado se pusieron a limpiar el arroyo de acá atrás, que es un desastre desde hace años”, comenta Ignacio Ovando, carpintero, de 40 años. Mientras habla, desde la puerta de su casa, el vecino de Quilmes Oeste mira hacia la calle, mitad asfaltada, mitad de tierra. En frente hay un terreno baldío, donde algunos vecinos atan sus caballos. Entre dos postes, a los lejos, cuelga una pancarta celeste y blanca: “Votá la lista de Cristina: Victoria Tolosa Paz diputada, Ceci Soler concejala”.
Sin grieta
En su zona, un barrio humilde con dejos rurales ubicado a la vera del camino General Manuel Belgrano, casi no existe grieta. Todos, dicen, siempre votaron y votarán al kirchnerismo. “No conozco a nadie que no vote a Mayra”, comenta Jessica Gasparini, de 41, madre de 12 hijos. “El problema de las PASO fue que mucha gente de acá no fue a votar. Tengo dos hijos que no votaron porque les dio fiaca”, dice, apoyada sobre el portón de su casa, con su hijo menor, de dos años, alzado. El sol del mediodía pega de lleno sobre la pelopincho vacía, que ocupa gran parte de su patio.
Esos votos, los de las personas que no se presentaron a las primarias del 12 de septiembre pasado, son los que el oficialismo buscó recuperar anteayer, con la esperanza de que muchos fueran peronistas. Con ese objetivo, varios intendentes del conurbano bonaerense, inclusive Mayra Mendoza, desplegaron durante la jornada electoral un plan de transporte de votantes a través de remises y combis de empresas privadas.
La estrategia funcionó, al menos en parte. En la provincia, el porcentaje de votantes ascendió y se tradujo en un achicamiento de la brecha electoral entre el oficialismo y la oposición. Aunque a nivel provincial Juntos logró mantener el primer lugar, en Quilmes y en algunos otros partidos del conurbano, la lista del Frente de Todos pudo repuntar la derrota de las PASO y volver a imponerse como fuerza dominante.
“Es su manera de comprar votos”, dice Melina Ruiz Díaz, de 20 años, mientras pasea junto a su hija y su novio por la peatonal de la calle Rivadavia, en el centro de Quilmes. “En esas semanas no pararon de hacer y prometer. En Bernal, mi barrio, hace una semana pasaron diciendo que van a asfaltar calles. Yo ya no creo nada y directamente voto en blanco”, dice la joven.
A los esfuerzos del partido se suman los del gobierno nacional. Hace poco menos de un mes, Gasparini comenzó a cobrar el nuevo plan Mi Pieza, a través del cual percibe dinero para agrandar su casa. Laura, la dueña de la librería, vio acreditado en su cuenta bancaria el dinero del complemento mensual para el salario familiar, un beneficio que el Gobierno comenzó a otorgar a las familias a partir de octubre. “Me depositaron $8.000 y pico. No tiene sentido que yo lo reciba. Mando a mis dos hijas a escuelas privadas. A mí este dinero no me afecta el voto. Pero a mucha gente sí”, dice.
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