Controversia en el Tigre por la ruta interisleña
Reacción: la noticia abrió el debate entre los que defienden este antiguo proyecto y los que desconfían del costo del progreso.
El eco del anuncio sobre la construcción de un camino para unir las islas del Tigre con el continente, reverbera en dos direcciones en el delta. Por un lado están los que ven la oportunidad de concretar el anhelo de sus abuelos, que soñaron con dejar los botes y las lanchas colectivo a un lado. En la otra punta del debate están quienes se refugiaron en el delta escapando del ritmo de la ciudad y de los autos.
El proyecto, como informó en forma exclusiva La Nación la semana última, consiste en tender un puente sobre el río Luján y construir un camino a través de la isla comprendida entre el arroyo Caraguatá y el río Carapachay.
La ruta, de 18 kilómetros de longitud, llegará hasta el río Paraná de Las Palmas y estará conectada con la ruta Panamericana en el otro extremo.
La noticia se propagó en forma espontánea por todos los rincones del delta y anteayer se oficializó en un encuentro que mantuvieron los vecinos con el intendente de Tigre, Ricardo Ubieto.
Además de los habitantes del delta, varios operadores inmobiliarios participaron de la reunión en forma anónima.
Acuerdo firmado
Ubieto anunció que el gobierno bonaerense ya firmó el crédito del Banco Interamericano de Desarrollo. El próximo paso es la liberación de la traza de la ruta, tarea que le toca al municipio.
Para los propietarios de terrenos (toda la superficie de la isla está en manos privadas) las alternativas son dos: ceder la porción de cada lote necesaria para la ruta, o esperar la expropiación de la tierra de acuerdo con la valuación fiscal de la Provincia de Buenos Aires.
Por qué no se hizo una consulta a los actuales habitantes de la isla fue uno de los cuestionamientos que hicieron quienes no están de acuerdo con la obra. Ellos opinan que los vecinos de la isla tienen derecho a expresar su parecer.
Como decían los abuelos
Sin embargo, la mayoría de los propietarios del delta bucea en tiempos remotos de su memoria histórica, cuando sus abuelos o bisabuelos soñaban con un camino para comunicarse con el continente para evitar los trastornos de vivir literalmente aislados.
"Conocemos el cuento del camino isleño desde que éramos chiquitos. En Paris, con la torre Eiffel pasó lo mismo, la gente dijo que cómo se les ocurría hacer semejante cosa. Hoy, es el símbolo de Francia; quién sabe si esta obra no va a ser el símbolo de los argentinos", se entusiasmó ante La Nación la señora Vega, un apellido con varias generaciones en la isla.
Al grito de "Sí al progreso" y "No paremos el progreso", muchas personas adhirieron al proyecto y aplaudieron la comparación con la torre parisina.
El proyecto del camino isleño tiene una biografía demasiado larga.
Tras muchas deliberaciones, en 1958 los habitantes de la isla trazaron el posible recorrido de la ruta. Después de una década de letargo, el proyecto se actualizó en 1969 y durante las siguientes tres décadas los políticos hicieron oídos sordos al pedido.
En aquella época mucha gente había cedido parte de sus terrenos y hoy están enmarcados por dos columnas de sauces, pero la cesión nunca se oficializó.
Lógicamente, la población de la zona del delta cambió desde entonces y hoy la obra es el fruto de la discordia.
No les sirve
Según algunos vecinos, no es casualidad que se desentierre ahora el proyecto, después de cuarenta años. "Da la sensación de que sirve para que se hagan más countries y barrios privados -dijo Diego Onofrio-, a la isla no le sirve para nada. Bah, ahora vamos a poder hacer dedo", bromeó.
Los que se oponen
Otras personas que adhirieron a su postura dijeron que no les interesa ver autos en la isla. "Esto va a servir para que crezcan los recreos y la gente emigre de la isla para buscar tranquilidad en otro lado, lo cual sería un poco ridículo", opinó Ramiro Bichara de 26 años, un isleño por adopción.
Desde una lógica más ecologista, Marín Nunziata, habitante de la margen del río Carapachay, se pregunta: "¿Y mañana? Tengamos en cuenta que la actual ciudad de Tigre también fue una isla, aunque ahora lo disimula, y los ríos que la rodean son una cloaca abierta. No queremos que pase lo mismo en la isla. Yo personalmente me niego a que eso ocurra".
Otro tema que preocupa a los isleños es la obra hidráulica de la ruta, porque el camino estará a una altura de 4.25 metros sobre el nivel normal del Riachuelo, una cota mucho más alta que la de las viviendas.
Una cosa quedó en claro después de la reunión en la que se discutieron las posibilidades:la decisión política de hacer el camino ya está tomada y la Municipalidad de Tigre no parece estar dispuesta a perder esta oportunidad de tender puentes hacia la otra orilla: ya citó a los dueños de terrenos en la isla para presentar la semana próxima sus títulos de propiedad y agilizar el trámite de cesión de las tierras.
Los empresarios tienen interés
El arquitecto Fernando Robirosa, uno de los promotores del controvertido proyecto de elevar una isla frente a San Isidro para construir un barrio náutico, se interesó por la obra interisleña.
"Nos interesa todo lo que pasa en elTigre porque es un polo de desarrollo ideal", dijo el arquitecto al ser sorprendido por La Nación en la reunión donde se invitó a los isleños para informarse sobre la obra.
Robirosa no fue el único empresario inmobiliario presente en el encuentro, también estuvieron Patricio Lanusse y Jorge O`Reilly, del barrio privado Santa María de Tigre, ubicado cerca del proyectado puente sobre el río Luján.
"Queremos urbanizar el delta -dijo el intendente Ubieto-, ahora la isla no es redituable para el Municipio porque no percibimos tasas; creemos que el delta va a ser el desarrollo del año 2000", diagnosticó el intendente.
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