Controlar el trastorno por déficit de atención es difícil, pero están surgiendo nuevas formas de tratarlo
El TDAH es un padecimiento del neurodesarrollo que puede dificultar el manejo tanto del tiempo como de las emociones
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NUEVA YORK (The New York Times).— Las mañanas se han convertido en un momento en que Dan y Melissa Roberts y sus cuatro hijos aprovechan el tráfico de camino a la escuela. Esta pareja, que vive cerca de Grand Rapids, Michigan, permite que cada uno de sus hijos tenga su turno para elegir la música.
Ahora, no solo llegan a tiempo, sino que nadie se queja. Es muy diferente a lo que experimentaban hace poco: parecía que a los niños les costaba trabajo quitarse el pijama y, con las prisas al salir, se les olvidaba llevarse sus mochilas.
“Las transiciones son difíciles”, dijo Melissa Roberts. “Si algo no es interesante, no podemos concentrarnos en eso… en realidad no es una opción”.
Tanto ella como su esposo tienen un trastorno por déficit de atención con hiperactividad, o TDAH, que es un padecimiento del neurodesarrollo que puede dificultar el manejo tanto del tiempo como de las emociones. A sus dos hijos mayores, de 7 y 9 años, también les diagnosticaron TDAH. (A los más pequeños, de 2 y 4 años, aún no les realizan las pruebas).
Melissa Roberts dice que esa rutina matutina, más calmada, es fruto del trabajo de la tutora Tamara Rosier, quien ha estado enseñándole a toda la familia cómo mantenerse bien enfocados. En ocasiones, eso se logra haciendo que todos se pongan a cantar para convertir un acontecimiento rutinario en algo más interesante y así comenzar el día de manera positiva. “Nuestro cerebro busca la diversión”, dijo Rosier, quien —al igual que muchos tutores especialistas en TDAH— también sufre ese trastorno. Tareas como lavar la ropa, hacer los pagos y prepararse para ir a la escuela pueden parecer aburridas, así que “hay que tratar de que todo sea como un juego”.
Muchos de sus clientes “pueden hacer cosas geniales”, añadió, “pero no logran dormirse temprano”.
Pese a que este campo es cada vez más conocido, la asesoría para el TDAH se considera como algo nuevo. Las entrevistas con los tutores y los clientes y una serie de investigaciones que evalúan a los estudiantes universitarios indican que puede ayudar a manejar los síntomas del TDAH como la falta de atención, la hiperactividad y la impulsividad, al tiempo que mejora las habilidades para el funcionamiento ejecutivo y la autoestima.
A diferencia de un terapeuta o de un orientador, el tutor especializado en TDAH les enseña a sus clientes acerca del trastorno y trabaja con ellos para desarrollar un mejor control de las emociones, cumplir objetivos, aceptarse a sí mismos y generar soluciones prácticas que les ayuden a mantenerse enfocados, como listas de verificación, cronómetros y agendas. Las aseguradoras no cubren estas sesiones de asesoría.
“Con el paso de los años, cada vez hay más interés y demanda por este tipo de servicios de apoyo”, dijo Lisa Joy Tuttle, directora de los programas grupales y de asesoría del Programa de Investigación y Tratamiento del TDAH en Adultos de la Escuela de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania. Cada año, Tuttle recibe cientos de solicitudes para sesiones de asesoría.
Muchas veces, los tutores pueden ayudar a sus clientes a prever y enfrentar los obstáculos que durante años han impedido su progreso, añadió.
“Tratamos de ayudar a estas personas para que desarrollen sus propias ideas y soluciones”, explicó Tuttle.
Dar estructura a la vida
La idea de recurrir a un tutor para que ayude en el manejo del TDAH a menudo se puede remontar a la década de 1990 cuando en el popular libro Driven to Distraction se habló de la asesoría como una “ayuda que sirve para darle estructura” a la vida de alguna persona con TDAH, un proceso diferente a la psicoterapia.
Desde entonces, estos tutores se agrupan en una organización sin fines de lucro llamada ADHD Coaches Organization cuyo objetivo es establecer criterios profesionales, ofrecer capacitación continua y crear una comunidad. También las empresas privadas, como JST Coaching and Training y ADD Coach Academy, están capacitando a la siguiente generación de tutores. Sus sitios web también incluyen directorios de proveedores para quienes están en busca de un tutor.
Como los tutores no poseen ninguna certificación de su estado, pueden trabajar (y lo hacen) por teléfono o video con clientes de cualquier parte de Estados Unidos y de otros países.
Aunque algunos les proporcionan orientación a los adolescentes o a los padres de chicos más pequeños que padecen TDAH, la mayoría asesora a estudiantes universitarios o personas adultas que desean ayuda en la planeación, el manejo del tiempo, el planteamiento de objetivos, la organización y la resolución de problemas.
Durante las asesorías individuales, el cliente se plantea metas y determina su ritmo ideal para realizar cambios, mientras que quizás en las asesorías grupales se lleve un temario y se siga un ritmo ya establecido, explicó Tuttle.
Ambos tipos de asesoría están diseñados para que las personas con TDAH identifiquen y aprovechen sus capacidades.
“Debemos ayudarles a entender que no están perdidas”, mencionó David Giwerc, presidente de ADD Coach Academy, la cual brinda capacitación a tutores especialistas en TDAH en Estados Unidos y el extranjero.
El manejo de las emociones importantes
Es posible que las personas con TDAH también necesiten ayuda con algunas emociones como la ansiedad, el enojo y la vergüenza. Hay estudios que han relacionado los síntomas de TDAH con regiones específicas de la corteza prefrontal, sobre todo con zonas del cerebro que rigen el comportamiento y la atención y que también nos ayudan a planificar, tomar decisiones y gestionar nuestros impulsos.
El control de las emociones es una de las habilidades primordiales que deben aprender los clientes, señaló Rosier, presidenta de ADHD Coaches Organization y autora de Your Brain’s Not Broken, un libro sobre cómo transitar por las intensas emociones que acompañan el TDAH.
“En otras palabras, cómo hago para no estar enojada todo el tiempo dentro de mi cabeza”, añadió. “A partir de esa idea, hablo de la flexibilidad cognitiva”, o de “saber que en ese momento tengo diferentes opciones”.
Usando unos monitos que tienen nombres como “Ian, el irritable” o “Winnie, el quejumbroso”, Rosier les enseñó a los niños Roberts a ponerle nombre a sus emociones. Melissa Roberts explica que, cuando quieren tirarse al suelo para no hacer la tarea, ahora se pueden preguntar: “¿Quién tiene el control ahora? ¿Qué está ocurriendo? Ah, es el monito del TDAH”.
Scott Lyman, de 35 años, artista y escritor de Scottsville, Virginia, ha ido a terapia y también ha tomado medicamentos, pero fueron las sesiones telefónicas con su tutor las que le ayudaron a descubrir cómo centrarse en objetivos más pequeños y manejables y le enseñaron técnicas de atención plena, como la de “pausar y notar”, para ayudarle a regular sus emociones.
“Puede parecer simple, pero cuando mi cerebro está inundado y me siento abrumado, el acto de tomar un momento para dar un paso atrás y notar lo que está sucediendo me permite desconectarme de las minucias y mirar el panorama general”, dijo Lyman.
De lo contrario, añadió, “un solo pensamiento negativo o ansioso puede desencadenar una reacción. Empieza a hacer una bola de nieve”.
René Brooks, tutora de TDAH y creadora del sitio web Black Girl Lost Keys, dijo que un asesor eficaz entenderá que muchos clientes tienen las mejores intenciones pero siguen teniendo dificultades para alcanzar sus objetivos.
“No se trata de esforzarse más, sino de intentarlo de forma diferente”, dijo Brooks.
¿Qué dicen las investigaciones?
El último estudio arbitrado sobre la asesoría parece muy prometedor. No obstante, la mayor parte de esa investigación se ha enfocado en estudiantes universitarios y, en menor grado, en la asesoría grupal para adultos, así que todavía no se sabe mucho acerca de cómo se desarrollan los adultos a nivel individual.
Es posible que la asesoría especializada para TDAH ayude a los estudiantes universitarios a mejorar su promedio de calificaciones, su bienestar y los procesos mentales que les ayudan a planificar, enfocarse y recordar las indicaciones.
Elena Schmitt, de 24 años, quien este año se graduó de la Universidad de Michigan, señala que gracias a la asesoría especializada en TDAH mejoró sus calificaciones y obtuvo su título.
Le había ido bien en la escuela hasta el primer año de universidad, cuando sus calificaciones comenzaron a bajar. En el tercer año, su inscripción estaba condicionada a la mejora de su rendimiento académico. Sus padres, ambos psicólogos clínicos, le ayudaron a que recibiera una evaluación gracias a la cual fue diagnosticada.
“Pasé 21 años de mi vida sin saber que tenía TDAH y dislexia”, comentó.
Schmitt ha estado trabajando con su tutora, Rosier, durante casi tres años. Explicó que muchas veces se juzgaba con dureza si no cumplía con algún plazo de entrega o si perdía el enfoque pero con la asesoría ha aprendido a ser compasiva consigo misma y obtuvo las “habilidades y directrices para vivir a gusto dentro de mi cerebro”.
El tránsito a la universidad puede ser mucho más difícil para las personas con TDAH en parte porque están entrando a un ambiente menos estructurado y con mayores desafíos que requieren más habilidades para el funcionamiento ejecutivo. Eso lo convierte en un momento ideal para la asesoría, explicó Jodi Sleeper-Triplett, pionera en asesoría especializada en TDAH para jóvenes y fundadora y directora general de JST Coaching and Training, la cual ofrece capacitación para quienes se convierten en tutores de estudiantes con TDAH.
De nada sirve que los padres de niños con TDAH les digan “solo hazlo”, afirmó. “Si supieran cómo hacerlo —si tuvieran las habilidades necesarias— lo harían. Los chicos no quieren fallar”.
Los padres que se enfrentan a un diagnóstico de TDAH en la familia pueden encontrar información y recursos de asesoramiento en la organización sin ánimo de lucro Children and Adults with Attention-Déficit/Hyperactivity Disorder, o CHADD.
Poner la tutoría en acción
Para la familia Roberts, ahora que han trabajado con Rosier, hay menos culpa y más intercambio de ideas.
Los castigos no son la solución, dice Dan Roberts. En su lugar, sus hijos necesitan recompensas externas aprobadas por los padres y que los chicos pueden elegir, como ir de excursión, pasar más tiempo nadando en la piscina de la familia, salir a tomar un helado o descargar un nuevo juego. Las recompensas proporcionan un incentivo adicional porque los chicos no suelen obtener una gratificación interna al completar una tarea, explica.
Antes, cuando una tarea no se realizaba por septuagésima quinta vez, “nos preguntábamos: por qué”, dijo Dan Roberts. “Ahora sabemos por qué”.
Y si su hijo mayor tiene problemas para permanecer sentado durante la cena, “no es porque se esté portando mal o esté tratando de llamar la atención”, dijo Melissa Roberts.
En vez de irritarse, le preguntan si prefiere comer de pie, para ayudarle a concentrarse. Suele decir que sí.
Por Christina Caron
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