Contra reloj, el Hospital de Clínicas se prepara para atender el pico de Covid-19
Solo la pandemia logró en las últimas semanas vaciar los corredores del Hospital de Clínicas. Ayer, en el inmenso hall de la planta baja, donde siempre hay movimiento, había silencio. Unos pocos pacientes esperaban ser atendidos en los consultorios de especialidades.
Una tensa calma en el hospital escuela de la Universidad de Buenos Aires acompaña la urgencia para organizar los insumos, las áreas de internación, las guardias y los equipos profesionales para cuando empiecen a aumentar las consultas por el nuevo coronavirus SARS-Cov-2.
La preparación empezó hace un mes y el primer cambio está en las entradas por la avenida Córdoba y la calle Paraguay. Ahí se instalaron puestos con protección, donde médicos le preguntan a cada persona el motivo de consulta. Le toman la temperatura, le hacen un breve cuestionario. Recién entonces, después del triage, le indican qué dirección tomar.
Hay dos posibilidades: una línea verde en el piso guía hacia los consultorios de especialidades, control de embarazo y demanda espontánea sin síntomas respiratorios ni fiebre, mientras que la línea roja orienta hasta la guardia, que está reservada para las personas que llegan a ese primer control con síntomas sospechosos de Covid-19.
Con esas guías de colores se evita que los pacientes que necesiten atención o tratamientos que no se pueden posponer por la pandemia se crucen con personas que pueden haber contraído la infección por el nuevo coronavirus. Esas líneas también dividen todo el edificio por la mitad: las instalaciones del lado que da a la Plaza Houssay están reservadas solo para la atención de casos de Covid-19 y las del lado opuesto, sobre Azcuénaga, al resto de los pacientes.
Cada servicio se ocupó de definir qué intervenciones se podían diferir y se va comunicando con esos pacientes para reorganizar los turnos. El Clínicas atiende, en promedio, 1000 consultas diarias. Ahora, son alrededor de 60.
De las 10.000 personas que suelen transitar por día esos corredores, entre profesionales y personal administrativo, alumnos, pacientes y familiares que van a visitarlos, ahora pueden ingresar unos 1600 médicos, enfermeros y otros integrantes del equipo de salud, que lo hacen por dos accesos exclusivos para su protección.
Tampoco hay alumnos de la Facultad de Medicina de la UBA; los docentes de las cátedras van preparando presentaciones online y las clases, que arrancaron en la fecha prevista, son a distancia. "Hace tres años, en la 4ª Cátedra de Medicina Interna empezamos a trabajar con telemedicina. En este contexto, eso nos permitió no perder un solo día de clase para los alumnos de los dos últimos años de la carrera", dice, con orgullo, su titular, profesor doctor Roberto Iermoli, que tiene la oficina en el piso 11 del hospital.
Ahí, el comité de crisis para Covid-19 dispuso que se usen dos salas de internación para los pacientes infectados. Ambas tienen una capacidad similar para aislamiento en habitaciones individuales.
En la Sala 1, con capacidad para 11 personas en aislamiento, ayer había ocho internados. Junto a la puerta de cada habitación, en una mesa están los elementos de higiene y prevención que se debe usar antes y después de tener contacto con los pacientes, según explica Guillermina Ludueña, que es médica de planta del Departamento de Medicina y está cargo de esa área de internación.
Además de la guardia y el piso 11, se usarán el octavo, el noveno y el décimo, donde están la unidad de terapia intensiva, la unidad coronaria y salas de cirugía. Hay 30 grupos de entre cuatro y cinco médicos clínicos dedicados solo a Covid-19 que rotan por las distintas áreas del hospital.
"Atendimos alrededor de 40 pacientes relacionados con Covid-19; ya hubo cinco casos con resultado confirmado, mientras que otros 15 recibieron el alta con indicación de aislamiento en el domicilio y hay aún 10 casos pendientes, con dos pacientes internados en terapia intensiva. Uno evoluciona bien y el otro aún necesita asistencia con respirador", resume Marcelo Melo, director general del Clínicas.
La pandemia no solo forzó la reorganización de los espacios, la circulación interna y los servicios del hospital universitario. También demandó entrenamiento y clases a cargo del equipo de infectología. "De alguna manera, tuvimos que vaciar el hospital –comenta–. La Facultad de Medicina suspendió la concurrencia de los alumnos. Después hubo que suspender, cuando era posible, la atención en los consultorios y reprogramar los turnos, incluidos los quirúrgicos. Solo se mantuvo lo que no podemos interrumpir".
Esos cambios incluyeron bloquear accesos y colocar cintas para impedir que se acceda a áreas que no sean las que indican las líneas roja o verde en el piso. Además, se prohibieron las visitas a los pacientes. El próximo paso es dividir la guardia para atender a los que consultan con fiebre y a los que lo hacen con otras emergencias.
La Asociación Médica del hospital implementará una app para monitorear a los pacientes con síntomas leves que sean derivados a hoteles para el aislamiento o que reciban el alta con indicaciones de aislamiento.
En el acceso por la avenida Córdoba, un camión descarga más de una decena de cajas de cartón sobre la vereda, que donó la Fundación Hospital de Clínicas. Tres policías de la Ciudad custodian la descarga de las cajas; por estos días, esos camisolines son altamente valiosos por su escasez: son parte del equipo de protección que necesitan médicos, enfermeros, técnicos y otros profesionales para su seguridad.
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