Grupos de vecinos organizados reclaman contra los frigoríficos que vierten sus desechos en el río; ya hay una causa en la Justicia
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Hay días en que el olor no se percibe; hay otros en que los vecinos de la zona corren a cerrar las ventanas cuando lo sienten llegar. Algunos destacan el domingo como el día más oloroso; otros no distinguen días, pero sí climas que lo propician: especialmente cuando la presión atmosférica es baja o cuando hay abundante humedad. También mencionan horarios: el hedor es más fuerte por las mañanas y recrudece a eso de las 18, cuando comienza a caer el rocío.
Tanto dentro como fuera de los barrios cerrados del corredor Bancalari y El Talar, Tigre, las experiencias de los vecinos que viven cerca del río Reconquista son variadas, pero hay dos consensos generales: el primero es que el olor es similar al que emana un huevo podrido, y, el segundo, que es imposible acostumbrarse.
La situación no es nueva: quienes viven en la zona hace por lo menos treinta años dicen que el olor ya se hacía sentir en ese entonces, cuando la zona no era más que un suburbio rural con tres frigoríficos -Rioplatense, Cocarsa y Bancalari-, y recién comenzaban a tomar forma los primeros emprendimientos inmobiliarios. Incluso hay quienes sostienen que, por aquellas épocas, era más penetrante y que ha mermado en el último año, en coincidencia con las medidas que tomó una de esas plantas faenadoras, involucrada en una causa penal desde 2022.
Pero el olor sigue presente y hay días en que toma por sorpresa a los vecinos, que son cada vez más. Mientras la zona se desarrolla con nuevos complejos de edificios, barrios cerrados y colegios, grupos vecinales comienzan a aunar fuerzas para reclamar cambios en la calidad del aire que respiran.
“Nos estamos focalizando en Ecocarnes y Bancalari, que son los dos frigoríficos que tiran desechos sobre la zona del Reconquista donde vivimos. Estas dos empresas no invierten lo suficiente en tratamientos para sus desechos, y eso genera un olor nauseabundo y muy penetrante”, afirma la profesora de idiomas Fernanda Roig, líder del nuevo grupo de vecinos del corredor Bancalari que comenzó a aglutinarse el mes pasado, con la intención de reactivar los reclamos históricos sobre estas dos empresas. A este nuevo grupo también se sumaron autoridades del colegio privado Pilgrims, ubicado sobre la vera de este río, considerado por expertos como el segundo más contaminado del país, y también a unos 100 metros de uno de los frigoríficos y a 200 del otro.
Consultados por LA NACION en reiteradas ocasiones durante los últimos dos días, ninguna de las dos empresas dio una respuesta.
Grupos de vecinos
Los vecinos de los barrios cerrados de la zona que conforman el grupo denuncian, entre otras problemáticas, canillas y postes de luz oxidados, dolores de cabeza, alergias y picazón en la nariz y en los ojos. Hay quienes también suman a la lista la contaminación de pozos de agua. Cuentan con un beneficio que no disponían quienes comenzaron a impulsar este mismo reclamo anteriormente: hoy, a través de los avances de la causa judicial por contaminación, saben con certeza que la industria frigorífica de la zona efectivamente contaminó y continúa contaminando el río.
Pese a que no cuentan con detalles sobre los desechos generados por los dos frigoríficos de su zona, sí cuentan con los de las últimas inspecciones realizadas por la Autoridad del Agua (ADA) de la Provincia al frigorífico Rioplatense, el cual también vierte sus desechos al Reconquista luego de una serie de tratamientos. El mismo se encuentra en medio de un proceso de reconversión de sus plantas de tratamiento, que finalizaría en septiembre. “Ahora sabemos, no solo que contaminaban el río, sino también que lo siguen contaminando”, dice uno de los impulsores de la denuncia contra esta empresa, que fue presentada hace más de dos años por la diputada Marcela Campagnoli y tuvo como querellante a la asociación vecinal Inquietudes Ciudadanas.
Según los datos arrojados por la última inspección a esta empresa, realizada en abril pasado, los fluidos orgánicos que la misma vertía al río continuaban teniendo valores excesivos de Amoníaco, Fósforo Total y Sólidos Sedimentables, aunque la mayoría eran menores a lo que habían sido en el pasado.
Según especialistas consultados, los datos son preocupantes. “Los que más denotan contaminación son los valores de Nitrógeno Amoniacal y el Fósforo Total, que son valores altísimos. Son preocupantes porque van a producir eutrofización”, sintetizó el investigador del Conicet Gustavo Curuchet, especialista en Biorremediación y tratamiento de residuos y efluentes especiales, con años de trabajo de campo en el río Reconquista. “Estos valores muestran que no hay tratamiento terciario en la planta. También, denotan que la planta está funcionando, que hay tratamiento secundario”, siguió.
Desde Rioplatense reconocen los excesos en los valores, a la vez que afirman que estos no siempre se dan. También aseguran que se encuentran en pleno proceso de reconversión de sus sistemas de gestión de fluidos. Este frigorífico, que es el segundo más grande del país, con un promedio de faena diaria de 1700 animales y un total de 1200 empleados, forma parte desde hace dos años del programa provincial Gelfi (Gestión de Efluentes Líquidos con Fortalecimiento Industrial), y dice haber invertido más de 10 millones de dólares en su nueva planta de tratamiento que, según pudo constatar LA NACION, está en obra y por concluirse. Dicha obra promete eliminar los olores que desprende la empresa y también los desechos contaminantes, que actualmente se tratan en un sistema de lagunas al aire libre con capacidad para 24 millones de litros de restos líquidos, que incluyen sangre y grasas.
Según los vecinos de los barrios cerrados de esta zona de Pacheco, las mejoras ya comenzaron a evidenciarse. En parte, esto se debe a la nueva laguna de contingencia que la empresa creó por pedido de la ADA. Según afirmaron, una vez que la obra esté terminada, las lagunas serán cerradas.
Corredor Bancalari: un panorama desconocido
Este medio pidió a la Autoridad del Agua de la provincia los datos sobre las inspecciones periódicas que realizan en los otros dos frigoríficos de la zona, cuyo tratamiento de los desechos vacunos afecta, en particular, a los vecinos del corredor Bancalari y de los barrios vulnerables próximos, pero no ha obtenido detalles. Sin embargo, pudo saber a través de las fuentes consultadas que los fluidos que desecha Ecocarnes también tienen valores excesivos, y que esta empresa, al igual que Rioplatense, es parte del plan Gelfi. A su vez, las fuentes mencionaron que Ecocarnes “está en un proceso de mejoramiento” de sus residuos líquidos.
A falta de novedades sobre los avances de las causas penales contra a esta empresa y contra el frigorífico Bancalari, los vecinos de la zona se muestran consternados. Mientras, detallan desde una inmobiliaria, los agentes rezan para que el día en que van a mostrar terrenos no haya olor. Al igual que la denuncia contra Rioplatense, la causa de Ecocarnes se encuentra en el juzgado Federal en lo Criminal y Correccional Nº 1 de San Isidro, a cargo de la jueza Sandra Arroyo Salgado, mientras que la denuncia contra Bancalari se tramita en la Unidad Fiscal de Delitos Ambientales de la Procuración General de la Nación, a cargo de Ramiro González.
La nueva agrupación de vecinos, liderados por Roig, viene a reemplazar a la ONG Vecinos por un Río Sano, que durante décadas luchó por el mejoramiento de la situación, y cuyos miembros dicen ya estar cansados. Hasta diciembre del año pasado, detalla una de sus ex miembros, esta organización se ocupó de la compra mensual de bacterias, que le entregaban a Ecocarnes por medio de un proveedor para que el frigorífico lanzara en sus lagunas de tratamientos. “Eran bacterias que ayudaban a descomponer los residuos orgánicos. Dejamos de comprarlos en diciembre porque nos cansamos. Se supone que ahora la empresa lo hace por su cuenta”, cuenta la ambientalista Marina Iantosca, una de sus exmiembros y vecina del barrio Laguna del Sol, que linda con el río Reconquista.
Entre las denuncias más graves de los vecinos de Tigre que viven cerca de este río, está la contaminación de los pozos de agua. “Vivo acá hace 30 años. Durante los primeros 20 consumimos agua de pozo. Le hacíamos estudios seguido y nos daba que el agua era potable. Pero hace unos 10 años empezó a dar ‘No potable’. Tiene exceso de plomo y de arsénico”, afirma Herminia Beamonte.
Las autoridades de la zona, así como también biólogos e investigadores especializados en el Reconquista, destacan que la contaminación de la cuenca media-baja es multicausal y que, más allá de los fluidos que vierten los frigoríficos, tiene una relación estrecha con los residuos que viajan por el cuerpo de agua desde los 17 municipios ubicados río arriba. Lo definen como el segundo río más contaminado del país, solo superado por el Riachuelo.
“La Cuenca Media baja es la zona más contaminada del Reconquista. Llegan a la zona, por arrastre, diferentes tipos de contaminación”, afirma Curutchet. Destaca, además de agroquímicos y residuos domiciliarios, una gran cantidad de desechos industriales, entre estos, restos tóxicos de metales pesados.
Sin embargo, afirma, el olor a huevo podrido que sienten los vecinos de esta zona de Tigre y San Fernando se da a causa de industrias con residuos orgánicos “mal tratados”. “El olor a huevo podrido lo genera el ácido sulfhídrico -explica-. La sangre animal, al igual que cualquier resto orgánico, es comida. Para comerla, para biodegradarla, los microorganismos necesitan oxígeno. Cuando los restos orgánicos que se desechan son muy abundantes, el cuerpo de agua deja de tener oxígeno y tiene un proceso anaeróbico: se pone negro y genera otros microorganismos que empiezan a generar ácido sulfhídrico. Es por eso existen las normas de descarga”, explica el investigador.
A su vez, subraya que el proceso, que podría resumirse como la podredumbre del cuerpo de agua, tiene efectos nocivos, que incluyen la muerte de la vida acuática y un impacto negativo en la vegetación de las orillas.
Consultados por LA NACION, fuentes del municipio de Tigre informaron que, desde 2019, debido a los recurrentes reclamos vecinales, se conformó una mesa de trabajo entre funcionarios municipales y representantes de la Defensoría del Pueblo de la Provincia, y que, en este contexto, se realizan tareas de fiscalización periódicas a las empresas mencionadas.
Afirman además que, en respuesta a los requerimientos de las autoridades competentes, “se han constatado adecuaciones en el sector de rendering, a partir de la instalación de un biofiltro, gestión de residuos compostaje y en el sistema de tratamiento primario de los efluentes líquidos”.
Los más afectados
Por cercanía, el olor es especialmente molesto para quienes viven en barrios vulnerables a la vera del Reconquista y a pocos metros de las medianeras de los frigoríficos. En estos vecindarios, por ejemplo el San Martín y el Juan Domingo Perón, los dos próximos a Ecocarnes, los vecinos destacan que el 80% de ellos trabajan en la industria frigorífica, a la vez que dicen ser víctimas del olor “desagradable” que invade sus hogares de manera semanal.
“Mejoró, pero sigue siendo terrible. Antes vivíamos y dormíamos con el olor. Ahora hay días en que no hay, y otros que sí. Me ha pasado de tener todas las ventanas cerradas y, de todas formas, despertarme por el olor. Es horrible. Me encuentro tirando desinfectante por la casa en la mitad de la noche”, cuenta Celestina Carballo, de 40 años, desde su casa, una edificación de una planta cuyo jardín tiene vista a un arroyo bajo, repleto de basura, que desemboca en el Reconquista. Destaca que al hedor de la actividad frigorífica se suma la falta de cloacas de las casas de algunos de sus vecinos y al hecho de que varios continúan tirando la basura al río, a pesar de que el camión de residuos pasa por el barrio desde hace años .
“Hay gente detrás de escritorios que es responsable de esto. Acá y también 300 kilómetros más arriba. Hay gente que debería hacerse responsable de la salud de los ciudadanos. No deberíamos estar exigiendo que nuestro río y nuestra tierra no estén contaminados”, suma Herminia.
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