Constructora de un imperio
Hizo crecer la cementera Loma Negra e incursionó en transporte, agro y medios
Amalia Lacroze de Fortabat, Amalita, como se la conocía en el ambiente empresario, se hizo cargo de la conducción de Loma Negra en 1976, cuando murió su marido. Según ella misma decía, trabajó poco cuando Alfredo Fortabat era el mandamás de la cementera. Pero tras su fallecimiento, la mujer aprendió a gestionar. La empresa no paró de crecer y el tamaño de lo que heredó se multiplicó varias veces. De hecho, cuando muchos años después vendió la compañía, ésta estaba inmersa en un fuerte proceso de expansión dentro del cual se destacaba la construcción de una nueva planta en Olavarría (L' Amali) y la terminación del museo Fortabat, en Puerto Madero.
Nunca se supo a ciencia cierta cuál es el tamaño real de la fortuna que llegó a tener. En 2011, la revista América Economía la ubicó en 48° lugar del ranking de los empresarios más ricos de América latina, con un patrimonio de US$ 902 millones. En ese listado de millonarios sólo la superaban dos argentinos: Gregorio Perez Companc (US$ 1753 millones) y Paolo Rocca (US$ 1751 millones).
En los 90 incursionó en los medios de comunicación, cuando compró el diario La Prensa y Radio El Mundo.
Pero también hubo años malos en la vida de Amalita. De hecho, la crisis de 2001 y de 2002, cuando la obra pública, uno de los mayores nichos de negocio del cemento, cayó a niveles récord, impactó de lleno en Loma Negra. Se habló de que la venta de dos cuadros de su colección había obedecido a necesidades económicas.
Hasta que llegó el 19 de abril de 2005. Ese día, el imperio cementero más grande del país fue vendido. La empresa comunicó a la Bolsa porteña que el grupo brasileño Camargo Correa, propietario de varias empresas como Havaianas y Alpargatas, compraría el 100% de las acciones a cambio de 1025 millones de dólares.
Terminaba así la vida empresaria de la viuda de Alfredo Fortabat, fundador de la emblemática Loma Negra, creada en 1926 y símbolo de la industria nacional por décadas. El acuerdo incluyó también el traspaso de otras empresas que formaban el grupo como el ferrocarril de carga Ferrosur Roca, la hormigonera Lomax y Recycomb (reciclado de residuos).
Por fuera de la operación quedó toda la actividad agropecuaria de la mujer más emblemática de la industria argentina. Estancias del Sud y Compañía Comercial y Financiera quedaron en su poder y siguieron controlando 155.000 hectáreas de campos de gran nivel ubicados en Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba y Río Negro. Desde entonces, y tal como lo comunicó al otro día de haber firmado la venta de Loma Negra, la poderosa mujer se replegó en la vida social y en su pasión por el arte.
Lacroze de Fortabat recibió un cheque de 825 millones de dólares por la venta de las acciones de Loma Negra; el resto, 200 millones de dólares, el grupo brasileño lo destinó a pagar la deuda que arrastraba la cementera. En 2004, último año de gestión Fortabat en el que el grupo facturó 726 millones de pesos, uno de cada dos kilos de cemento que se vendían en el país se producían en sus canteras.
Misa oficiada por Casaretto. En la residencia de Amalia Lacroze de Fortabat se realizó ayer una misa, oficiada por el obispo emérito Jorge Casaretto, a la que asistieron un centenar de deudos de la empresaria, cuyos restos serán enterrados hoy en el cementerio de la Recoleta.