Confinamiento estricto: entre la lluvia y las nuevas restricciones, la Ciudad está casi vacía
Pocas personas decidieron salir en el primer día del regreso al aislamiento obligatorio; controles y quejas en los comercios no esenciales
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Lluviosa, fría y muy tranquila. Así arrancó la primera jornada del regreso del aislamiento obligatorio a la ciudad de Buenos Aires. Entre las nuevas disposiciones, el cambio de ritmo del sábado y el clima adverso, muy pocos fueron los que salieron a las calles durante las primeras horas de la mañana. Una especie de reverberación muy lejana de la cuarentena estricta del año pasado.
Alrededor de las 10, la zona de parques y plazas de Recoleta, entre las avenidas Alvear y Quintana estaba prácticamente desierta. Solo se aventuraban a la intemperie algún corredor valiente o algún vecino con paraguas que paseaba a su mascota.
“Abrimos hace una hora y solo vinieron tres personas -explicó Julia Pérez, empleada de una cafetería del barrio-. La lluvia no ayuda”. En su local pusieron un mostrador en la puerta, para atender a los clientes desde allí. “Antes podían entrara comprar, pero no sentarse, desde hoy ni eso”, lamentó y criticó las nuevas restricciones: “Es terrible. Es fácil decir ‘Cerrá y arreglate’, pero nosotros vivimos de esto. Creo que esto viene para rato. Ojalá que no”.
A las 0 comenzó a regir el decreto dispuesto por el gobierno para mitigar el peor momento de la segunda ola de coronavirus. El objetivo es reducir el movimiento de personas y los encuentros sociales para bajar el alto número de contagios, que en los últimos días estuvo por encima de los 30 mil casos diarios. El DNU establece que, hasta el 30 de mayo y durante el fin de semana del 5 y 6 de junio, estarán abiertos solo los negocios esenciales y las personas podrán circular entre las 6 y las 18 únicamente en las proximidades de sus domicilios.
“Hoy había muy poca gente en la calle, no sé si por las medidas o por la lluvia”, apunto Joaquín Lezcano, un arquitecto de 36 años de Recoleta, cuando volvía a su domicilio después pasear a su perra Bruna. Lezcano se mostró de acuerdo con las disposiciones: “Hay que cuidar la salud. Esto pasa una vez cada 100 o 200 años, tenemos que tomar conciencia porque enojarse no sirve”.
El nuevo DNU no prohíbe las salidas de cercanía al aire libre, pero establece que “no se podrán realizar reuniones de personas, ni concentraciones, ni prácticas recreativas grupales” y suspende la presencialidad en actividades “económicas, industriales, comerciales, de servicios, culturales, deportivas, religiosas, educativas, turísticas, recreativas y sociales”. Solo los trabajadores esenciales y quienes estén autorizados por razones especiales quedarán exceptuados de estas medidas y podrán utilizar el transporte público.
Con el correr de las horas y una mejoría en el clima, a media mañana la ciudad volvió a recuperar algo de su dinamismo habitual y se terminó de esfumar cualquier mínimo parecido con la cuarentena del 2020. Padres paseando con sus hijos, ciclistas, amigos que salieron a compartir un paseo. La mayoría, sí, en grupos reducidos de no más de dos o tres personas.
Comercios
En los alrededores de Bulnes y Avenida Santa Fe, en Palermo, los transeúntes entraban a los locales esenciales, como supermercados, panaderías, fábricas de pastas y kioscos, pero muy pocos se acercaban a los numerosos comercios de indumentaria y calzados, cuyos empleados atendían desde la puerta, como habilitó el gobierno de la Ciudad. “Hoy está muy tranquilo”, indicó una policía apostada en el barrio.
Patricia Quiroga, vendedora de un local de zapatos sobre Avenida Santa Fe, contó que apenas habían tenido una clienta en toda la mañana: “Estamos viendo qué pasa, el clima realmente no ayuda”. Respecto a las nuevas medidas, la mujer cuestionó la “falta de acuerdo” entre los gobiernos nacional y porteño, que experimentó en primera persona: en su teléfono, la app Cuidar indicaba que hoy debía quedarse en su casa por ser no esencial, pero su jefe le dijo que debía ir a trabajar.
“Tuve que pagar un taxi de mi bolsillo, a la vuelta voy a ver si puedo tomar algún colectivo vacío para que no me pidan el permiso -explicó esta vecina de Villa Crespo-. Nación dice una cosa y Ciudad otra, se tienen que poner de acuerdo porque en el medio queda la gente”.
Controles
Además del clima y las nuevas medidas, también hubo menos movimiento porque muchos porteños optaron por pasar el nuevo aislamiento en otro lado: ayer por la tarde largas hubo congestiones en las principales vías de la salida de la Ciudad, anticipando la decisión del jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, de cerrar con vallas 71 de los 127 accesos, y poner controles en los 56 restantes.
En las calles y avenidas de la ciudad, en cambio, no se vieron mayores controles vehiculares pero sí hubo un despliegue de personal de la Agencia Gubernamental de Control (AGC) porteña, para verificar que los locales no esenciales cumplan en atender a los clientes desde la puerta. “Recién llegamos, pero vamos a estar todo el día verificando”, indicó este mediodía uno de los tres agentes de la AGC parados en la esquina de Avenida Cabildo y Juramento, en Belgrano. Según pudo comprobar LA NACION, la enorme mayoría de los comercios de la zona acataba la normativa.
Muy cerca de allí, Ana Fernández, vecina de 51 años, miraba la vidriera de un importante local deportivo, donde algunas personas hacían cola mientras esperaban ser atendidos. “Salí a dar una vuelta, a ver qué estaba abierto, y veo que están todos atendiendo desde la calle”, dijo Fernández. Hasta el año pasado, ella también tenía un local de ropa, pero tuvo que cerrar porque “ya no daban los números”. Desde entonces, vende sus productos por Internet aunque, explica, el volumen de ventas es menor y “es difícil competir con las ofertas de las grandes marcas”.
“Siempre pienso que hay que apoyar las medidas. Ojalá sean las correctas y no tengamos que lamentar tanto esfuerzo hecho hasta ahora”, dijo sobre las nuevas restricciones. Y agregó: “Me gustaría que acá las cosas se manejaran de otra forma, pero ya sabemos cómo es el país y de alguna u otra manera yo terminé eligiendo vivir acá”.
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