Con nuevo decano, en Medicina de la UBA prevén revisar y actualizar la formación para que sea más “sintética y pragmática”
Luis Ignacio Brusco fue electo la semana pasada, junto a su vice, Claudia Negri
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La Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) no solo cambió el nombre –ahora es de Ciencias Médicas– para adecuarse a una oferta académica cada vez más amplia, sino también de autoridades. La agenda de trabajo prevé una revisión y actualización de la formación médica con la incorporación de nuevas tecnologías a la enseñanza de grado y posgrado. Con este recambio, es la primera vez que una mujer ocupará en esa facultad el cargo de vicedecana.
En el despacho del primer piso del edificio frente a la Plaza Houssay, Luis Ignacio Brusco y Claudia Negri recibieron a LA NACION. Las nuevas autoridades tienen en carpeta rever cómo hacer “más sintética y pragmática” la educación, de acuerdo con los cambios que están implementándose en las principales escuelas de ciencias de la salud de otros países. Ambos estrenarán los nuevos cargos formalmente a partir del 1º de agosto, el mismo día que el decano saliente de Medicina, Ricardo Gelpi, asumirá como rector de la UBA en lugar de Alberto Barbieri.
Brusco es doctor en medicina y filosofía, especialista en neurología, psiquiatría y medicina forense. Además de dirigir el Departamento de Salud Mental del Hospital de Clínicas, es docente e investigador independiente del Conicet.
Negri es doctora en medicina, especialista en salud pública y obstetricia. Integra el Comité de Ética Humana de la facultad y dirige la licenciatura en Obstetricia y las especialidades en Salud Reproductiva y Lactancia Materna. Asesora ad honórem el Programa Maternidad e Infancia del Ministerio de Salud de la Nación.
Luego de dos años de virtualidad por la aparición del Covid-19, explican que la facultad está volviendo a las clases presenciales en las cursadas con prácticas, con el dictado de contenidos más teóricos a distancia. “Tenemos presente esos dos años de pandemia y somos conscientes que a las prácticas habrá que ponerle mucha impronta, sobre todo hacia el final de la carrera, además de las residencias y las carreras de posgrado”, dice Brusco.
Considera “fundamental” centralizar la formación de grado en la atención primaria y que la facultad “salga a la calle”. Está programado que el Internado Anual Rotatorio (IAR), el período de práctica de los estudiantes a punto de recibirse, tenga más presencia en los centros de atención primaria. Ese sería un primer cambio interno, sin necesidad de una modificación del plan de estudio más compleja que requiere consenso en el Consejo Directivo, que integran representantes de los claustros de profesores, graduados, estudiantes y no docentes, y la aprobación del Consejo Superior de la universidad.
“Tenemos pensado hacer una revisión, primero, del plan de estudio, supervisar los contenidos y poner en agenda nuevos contenidos”, dice Negri. Hay tecnologías que se empezaron a usar en la pandemia, según continúa, y que hay que incorporar a la enseñanza.
Según agrega Brusco, “la idea central sería lograr una síntesis en la formación básica para dejar en los posgrados una gran capacidad de formación”.
Nivelador
El Ciclo Básico Común (CBC) es, para ambos, un nivelador “muy importante” de las dificultades con las que los alumnos llegan del secundario a la universidad. “La UBA como universidad pública y gratuita requiere de esta instancia y nos ayuda mucho para que ingresen a la facultad con una nivelación muy importante. Estamos siempre pensando en cómo la carrera no sea eterna”, plantea Brusco.
La facultad cuenta con unos 100.000 estudiantes y 12 carreras, con una matrícula en las distintas áreas de ciencias de la salud que se amplía cada vez más en un contexto con mayor demanda de residencias que cantidad de lugares disponibles en los concursos, renuncias de especialistas por el desgaste sufrido durante la pandemia y necesidad de recursos críticos. Enfermería, cuidados intensivos, salud mental, nutrición, kinesiología o anestesiología son algunas de las disciplinas por reforzar.
“No ignoramos el tema y sabemos que la UBA puede ser influyente en ese asunto, con respeto, en un país federal, a la política de recursos humanos que adopte cada provincia –responde el nuevo decano–. Pero sí notamos que hay un problema en la distribución de los médicos en la Argentina, que faltan residencias en particular y, también, médicos. Es muy importante por eso para nosotros crear las carreras de especialista.”
En cuanto a la distribución en el territorio, agrega: “Cuando vamos a las reuniones en los ministerios o con funcionarios transmitimos nuestra preocupación”.
–Se había anunciado la construcción de un nuevo edificio para el Hospital de Clínicas y su traslado, lo que no se concretó. ¿Qué va a pasar con el hospital universitario?
–El Clínicas tiene un papel educativo y asistencial, como el Lanari y el Roffo, y recuperó mucha funcionalidad con la actual dirección [de Marcelo Melo], con muy buen nivel de recursos humanos y prestacional. No integra el sistema de salud desde lo presupuestario, si desde lo operativo, pero su función es la enseñanza por lo que nuestra obligación es impartir el modelo de atención a seguir para imitar en [la atención del] resto de la comunidad. Que lo que se muestra ahí, se replique: por ejemplo, no atender a un paciente cinco minutos. Por ahora, el Clínicas seguirá donde está. El proyecto es una decisión del Rectorado de la UBA, no depende del decano.
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