Con más de un siglo de vida, el Teatro Coliseo restaura su edificio
El clásico teatro presentó el resultado de su obra de restauración, ingeniería escénica y puesta en valor. Una buena ocasión para recordar su historia y a quienes pasaron por él
Su edificio fue inaugurado como circo ecuestre en 1905 y desde 1937 es el único teatro italiano fuera de Italia. La semana pasada se presentó el resultado de la ambiciosa obra de restauración, ingeniería escénica y puesta en valor: "Había que cambiar todo el motor del teatro y que sirviera para el futuro, por lo menos de acá a 50 años", explicó Cristiano Rattazi, Presidente de la Fundación Cultural Coliseum, mientras la gente llegaba a la puerta del teatro.
El acento napolitano sonaba fuerte frente a la Plaza Libertad. Los abrazos, las sonrisas y las exclamaciones en italiano marcaban el ritmo del festejo, mientras de los autos en segunda fila bajaban parejas vestidas de gala y personalidades del espectáculo y la cultura. Los fotógrafos retrataron los arribos con discreción y los que pasaban por la puerta se detenían para ver de qué se trataba. Tampoco los invitados sabían qué los esperaba adentro, pero todos llegaron a descubrir al nuevo Coliseo, casi como turistas en su propia ciudad. Después de dos años de silenciosa restauración (el teatro no interrumpió su programación durante las obras de refacción escenotécnica), el equipo liderado por Elisabetta Riva, su Directora General, compartió el trabajo realizado en un evento lleno de discursos emotivos y dos espectáculos en vivo.
Los inicios del teatro
Buenos Aires tuvo más de un Coliseo, pero la historia del edificio que hoy aloja al Palazzo Italia comienza en 1905, cuando la calle Marcelo T. de Alvear se llamaba Charcas y el trazado del barrio de Retiro se componía de más cielo y menos torres.
Sobre el predio en el que funcionaba la Columbia Skating Ring, antigua pista de patinaje, la compañía del clown británico Frank Brown (más conocido como "El payaso inglés") inauguró el "Teatro Circo Coliseo Argentino". Contaba con comodidad para cerca de 3000 espectadores, escalinatas de mármol, amplios corredores en todos sus pisos, un restaurante propio, establos para animales y un escenario adaptable a todo tipo de espectáculos, incluso números acuáticos que requerían de una piscina de dos metros de profundidad. "El foyer, amplio, lleno de luz y con un magnífico balcón sobre la plaza, promete a los consecuentes amiguitos de Frank Brown, que es quien ha estrenado con su gran compañía el nuevo teatro, lindas horas de jolgorio y expansión en las matinées célebres del popular clown", contaba la edición del 12 de agosto de 1905 de Caras y Caretas.
Entre los hitos del Coliseo se encuentra una de las primeras transmisiones radiofónicas del mundo: el 27 de agosto 1920, Enrique Telémaco Susini y su pandilla -"Los Locos de la azotea"- emitieron con éxito "Parsifal", la ópera de Richard Wagner.
Durante la década siguiente, el Teatro se posicionó como el más importante de América Latina y en 1937, gracias a la donación del Conde Felice Lora, fue adquirido por el gobierno italiano para montar la Casa de Italia, "un gran palacio que albergue al Consulado, algunas asociaciones de fomentos y espacios para manifestaciones de la colectividad", según sus palabras. La obra comenzó en 1942, luego de la demolición casi completa del edificio (sólo conservaron los cimientos), pero al poco tiempo fue detenida a causa del conflicto de la Segunda Guerra Mundial, reanudando su actividad recién en 1961.
En 1987 el Teatro inauguró el ciclo musical Nuova Harmonia, que ya lleva 30 años de trayectoria y cuya programación ha incluido, entre otros referentes internacionales, a Vittorio Gassman, la Royal Philharmonic Orchestra de Inglaterra (la primera en visitar la Argentina luego de la Guerra de Malvinas) y la Orquesta Sinfónica de Shanghái, una de las más antiguas de China, fundada en 1879. Durante más de 25 años, el Coliseo alojó los espectáculos de Les Luthiers, imprimiendo un sello indeleble en el humor argentino: "Siempre fue un sitio venerado por nosotros, aun cuando ni soñábamos con que llegaría a ser nuestra casa durante tanto tiempo. Y fue exactamente eso, un cálido hogar, generoso, noble y colosal como el mismo origen de su nombre: Coliseo", comentó Marcos Mundstock.
En el historial de recuerdos del Coliseo también se destacan los recitales del ciclo dominical "Beat Baires", por el que desde fines de la década del 60’ desfilaron las grandes figuras del rock nacional: Los Abuelos de la Nada, Manal, Vox Dei y Almendra, que el 22 de junio de 1969 presentó "Muchacha (Ojos de papel)", uno de los tantos himnos del Flaco Spinetta. Ya estrenado el nuevo siglo, en 2001 Charly García festejó sus 50 años en un show junto a músicos amigos y el año pasado, Maximiliano Guerra protagonizó junto a Patricia Vaca y Lulú Michelli "Quereme así…piantao", un homenaje a Horacio Ferrer: "El Teatro Coliseo fue el último que pisó Horacio y el primer escenario en el que se exhibió Maxi", contó a La Nación Elisabetta Riva.
Los protagonistas detrás de la obra edilicia
Oriunda de Vimercate, Elisabetta es una de esas mujeres que contagian energía a quien sea que tengan a su lado: su larga trayectoria como productora cultural independiente la entrenó para hacer realidad cualquier imposible. Así son al norte de Italia, asegura: trabajadores incansables, gente que se propone desafíos y llega hasta el final. De todos los lugares que conoció, elige cada día Buenos Aires, a donde llegó hace nueve años siguiendo los pasos de un porteño. El flechazo con la ciudad fue tan instantáneo como el que sintió por Leonardo Kreimer, su marido, cuando lo vio en Milán, en volando por el aire en el espectáculo "Villa Villa", del grupo de La Guarda.
Durante los primeros años de su estadía organizó muestras de cine, cursos de teatro en italiano y puestas en escena, hasta que en 2012 fue convocada por la Dirección Cultural Coliseum, de la cual es parte el Teatro Coliseo; algunos años más tarde llegó la propuesta para dirigirlo: "Cuando empezamos a trabajar, encontré muchos espacios abandonados, llenos de basura. Separamos lo que tenía valor de lo que no servía. Siempre inspira la idea de poder dejar algo lindo a los demás. Si yo me voy, esto sigue. Tengo la obsesión de dejar todas las carpetas con las etiquetas puestas, porque si yo no estoy, alguien puede necesitarlas".
La obra de restauración y puesta en valor del Teatro se hizo por etapas (quedan tareas futuras) con una inversión de 44 millones de pesos otorgados por la Ley de Mecenazgo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. El proyecto incluyó la remodelación, modernización y equipamiento de la caja escénica, el hall, los foyers, los baños, la marquesina, los camarines y las salas de ensayo. Para el diseño y la gestión se convocó a los arquitectos Giuseppe Caruso y Alfio Sambataro, según Elisabetta, "el Doctor que curó el corazón del Teatro": "Cuando llegué para hacer un diagnóstico de la caja escénica, me encontré con un enfermo agonizante. El trabajo que hoy hacen las 30 barras automatizadas era a tracción humana: cambiaban decorados, movían luces y transformaban escenarios moviendo sogas que tenían décadas de uso", comentó el arquitecto durante el evento. El inventario de medicinas incluyó 75 toneladas de estructura, un sistema de suspensión de varas motorizadas, un nuevo piso para el escenario, una mejorada cámara acústica y una marquesina, hall y foyers intervenidos con materiales sobrios y duraderos: hormigón, madera, revestimiento granítico y venecitas.A nivel general, se hicieron a nuevo instalaciones eléctricas, se retiraron los revestimientos en mal estado para dejar a la vista la arquitectura escondida, se reemplazaron las alfombras del hall de entrada y de las escaleras, y se recuperaron sus barandas originales. La nueva marquesina, de vidrio y acero inoxidable, es también una cartelera dinámica y actualizada gracias a sus pantallas de LED.
"El proyecto de restauración edilicia es parte de un proceso de renovación y relanzamiento integral del Teatro en todos los aspectos de su gestión", explicaron desde el Coliseo. La caja escénica fue equipada con un nuevo sistema para suspensión integrado por 30 varas motorizadas, el más completo y moderno del país, alineado con las normas internacional para usos teatrales. Las varas tienen una capacidad de carga de 600 kilos para decorados y 900 para luminarias: todo el equipamiento es controlado a través de una consola principal touch screen con sistema operativo Windows y una consola satélite portátil que puede conectarse en distintos puntos estratégicos de los puentes y escenario. También se instaló un sistema de monorriel de cuatro motores, con una capacidad de carga total de 2000 kilos.
Los espacios de circulación y concentración, como el hall y los foyers, fueron diseñados para recuperar la impronta original del edificio reinaugurado en 1961: se prescindió de ornamentos y se buscó la simetría morfológica. El sistema de parrillas, cuya altura desde el escenario es de 23,50 metros, está conformado por una estructura metálica de dos niveles de puentes de maniobra y un tercer nivel de pasarela técnica. Por otro lado, al telón cortafuego original se le agregó un sistema de enrollamiento que permite subirlo o bajarlo según la necesidad del espectáculo, además de un sistema de liberación de emergencia que demora el paso de las llamas de un espacio a otro en caso de incendio. Los camarines y las salas de ensayo fueron reacondicionadas y los baños modernizados con nuevas instalaciones y más servicios.
Una nueva identidad
En el Coliseo conviven el ballet, la danza contemporánea, la ópera, el folclore y el rock sin roces ni conflictos: en esa mezcla sana y heterogénea radica su nueva identidad. "Es un centro cultural, un contenedor. El teatro tiene tal neutralidad en su estructura que le permite contener adecuadamente tanto a un espectáculo de ballet clásico, como una orquesta sinfónica o un concierto de rock. Es fascinante ver esa transformación: una noche puede haber música clásica, en donde uno ve melómanos por ejemplo, y a la noche siguiente hay una espectáculo de folclore para otro tipo de público", explicó Riva. La presentación que inauguró esta flamante etapa del Coliseo exhibió todos los recursos de ingeniería escenotécnica puestos al servicio de los espectáculos: primero, un trío de músicos interpretó una pieza clásica desde tarimas en altura con movilidad vertical, mientras dos bailarines acompañaban desde el escenario; luego, otro grupo interpretó música electrónica con coreografías contemporáneas y juegos de luces. Como parte de esta propuesta que invita a todo tipo de audiencias -en especial, a las generaciones más jóvenes-, este miércoles 11 y jueves 12 se presenta el grupo de rock Divididos, en lo que entienden como una vuelta a las butacas: "Se nos ocurrió volver a ese formato como una situación distinta a lo que sucede hoy en día en los recitales. Reinventar la posibilidad de poder escuchar la música sentados, con los sentidos puestos ahí", contó Ricardo Mollo, líder del grupo.
La fiesta sigue hasta bien entrada la tarde en el foyer del primer piso. Los brindis no se demoran: la gente está feliz por el Coliseo revisitado y la esperan a Elisabetta para las fotos. En la planta baja, ya con la sala vacía y los utileros desarmando el escenario, ella mira las dos paredes de ladrillos originales de 1905 y se despide de La Nación con una última reflexión: "No hay relanzamiento posible sin el proceso inverso, ir a lo más hondo de las raíces. Lo tengo innato como italiana: valorar la historia y lo antiguo, pero no para quedarse anclado al pasado sino al contrario, para avanzar". Teresa Castaldo, Embajadora de Italia en Argentina, suma a la inevitable nostalgia la idea del encuentro entre dos países histórica y culturalmente unidos: "El Coliseo es de porteños, es de italianos, es de todos. La italianidad está en el ADN argentino". No es casual, entonces, que en todos los discursos del evento se hayan repetido dos palabras: corazón en español y squadra (equipo) en italiano. Si, como afirma Castaldo, "la cultura es sueño, sufrimiento y esperanza", el Coliseo ya ha superado las dos primeras etapas y hoy se conjuga en tiempo futuro: es una promesa sostenida a largo plazo.
El Nuevo Teatro Coliseo en cifras
- 111 años de historia
- 44 millones de pesos para remodelación
- 30 años del ciclo musical Nuova Harmonia
- 30 barras automatizadas con capacidad de carga de 600 kilos para decorados y 900 para luminarias (antes eran a tracción humana)
- 75 toneladas de estructura
- nuevo piso en el escenario (11 metros de profundad y casi 20 de ancho)
- 1 marquesina nueva
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