Mientras esperan el fin del mundo, los Testigos de Jehová se modernizan
"Si vendiéramos pan, estaríamos en bancarrota. Pero como nosotros traemos un mensaje de esperanza, aunque sólo una persona nos abra la puerta, vale la pena". Gabriel Grosso tiene 40 años, es ingeniero en sistemas y saca esa conclusión después de recorrer por más de una hora las calles de Munro, junto a su familia y a otros 20 fieles.
Practicar el evangelismo del timbre puede ser desmoralizante. "No, no me interesa", "ya me lo dejaste la semana pasada", "estoy ocupado" son algunas de las respuestas que reciben del otro lado de las puertas, que casi nunca se abren. Incluso desde alguna ventana se escucha medio lejano un "no, ni abras que son los Testigos de Jehová".
Gabriel es el vocero de este credo que se está preparando para un encuentro internacional que movilizará a más de 50.000 fieles de todas partes del mundo en Argentina. "Hola, buenos días, ¿cómo le va? Linda mañana ¿no?", intenta Gabriel cuando una mujer se asoma por una ventana entre las plantas. "Estoy trabajando, déjemelo en el buzón", grita la mujer desde adentro. "Somos sus vecinos, la queríamos invitar a la asamblea mundial de los testigos de Jehová, un encuentro muy lindo, que habla de la importancia del amor", avanza Gabriel en tono pausado y amable. "Sí, sí, dejámelo en el buzón. Gracias", responde la mujer mientras cierra la ventana.
Otros son menos cordiales. Les piden que se corran de sus veredas, o que no les toquen más el timbre un sábado a la mañana. Gabriel y su gente no pierden la sonrisa ni la parsimonia. Y sin despeinarse siguen con la casa de al lado. Algunos de los fieles salen con sus hijos chiquitos, y son los que más éxito tienen porque aportan ternura al momento.
Gabriel y Natalia, su mujer, van con dos de sus cuatro hijos: Sofía, de nueve meses, va en el carrito, Julieta, de dos años, a upa del papá y es la que desliza las invitaciones por debajo de las puertas. El segundo hijo de la pareja, Benjamín tiene diez años y camina con muletas, porque nació con la espina bífida y tuvo que ser operado por tener hidrocefalia. El sale con Jeremías, su hermano de 12 años y con Jonatán Perna, un amigo de la iglesia. Cuando vuelve el grupo, después de una hora de recorrida, los tres chicos son los que más éxito tuvieron. "Tres personas nos escucharon. Y dejamos como 400 folletos por debajo de la puerta", cuenta Benjamín. Antes de terminar la recorrida, Jonatán se cruza con un compañero de la escuela, que lo saluda y le pregunta qué está haciendo allí. El adolescente saluda, incómodo y sigue.
"No es fácil", reconoce Gabriel, "nosotros tratamos de no discutir. Si no quieren, no quieren", dice. Cuentan que el propio Michael Jackson, cuya familia pertenece a este culto, salía a evangelizar puerta a puerta, y que se ponía una barba falsa para que no lo reconocieran porque ya era famoso.
¿Por qué? Porque los testigos de Jehová creen que es un mandamiento y que de ello depende su salvación. Predicar puerta mediante es una condición para pertenecer a la iglesia. Asistir a los cultos no alcanza para ser miembro. Por eso Michael Jackson salía a evangelizar, pese a ser un cantante conocido y a la incomodidad que le significaba. Pero, años más tarde, el músico fue expulsado después de grabar el video Thriller. "Es algo que va en contra de nuestras creencias", dijeron las autoridades de esa iglesia y le retiraron la membresía.
Hace dos meses, Gabriel y Natalia, recibieron una noticia que no esperaban. Ella, de 38 años, tiene implantes mamarios y unos días antes, sintió una molestia junto a uno de ellos. Después de varios estudios llegó ese diagnóstico: carcinoma en la mama izquierda. Cuando se sentaron frente al cirujano, lo primero que hicieron fue decirle que son testigos de Jehová. Eso significa, no se hará transfusiones ni donación de órganos, entre otras restricciones. Ningún problema, les dijo el médico, cuenta Gabriel. "Hace 20 años hubiera sido un problema, pero ahora no, hay avances", completó.
Los médicos no quisieron perder tiempo y lograron sacar el tumor completo. Ahora está esperando fecha para empezar con los rayos. "Nos sostiene la fe. Como todos en la familia estamos muy involucrados con la organización de la asamblea internacional, no tuvimos tiempo ni ganas de bajonearnos. Sino de enfocarnos en este evento que es muy importante", dice Gabriel, convencido.
Se refiere a la Asamblea Internacional que promete movilizar miles de testigos de Jehová al país, el viernes de la semana próxima. Vendrán delegaciones con más de 14.000 personas de 200 países, la mitad de ellos, autoridades religiosas. Además, unos 20.000 voluntarios trabajaran para atender la afluencia de miles de fieles la comunidad local de ese culto, que según sus propias cifras ya suma más de 153.000 miembros en el país.
Tan grande será el evento, (esperan unas 50.000 personas), que para poder realizarlo contrataron dos estadios distintos, que sesionarán en simultáneo: el principal, el estadio Único de La Plata. Paralelamente, otros miles de testigos de Jehová se reunirán en el microestadio del Parque Roca, en Capital. Los encuentros serán de todo el día y durarán tres días, de viernes a domingo. Se trata de la asamblea anual mundial que este año lleva el lema "El amor nunca falla".
Galo tiene 4 años y sale en su triciclo con su mamá Claudia Ciruelos y su hermana Juliana, a invitar a los vecinos de Munro. También va Marité, una señora que se traslada en silla de ruedas y lleva un largavistas pequeño azul, que usa para ver desde la esquina si a sus compañeros les abren o no la puerta. Todos van vestidos formales, coloridos y en un registro antiguo. Cuando pasan por un taller mecánico, Galo estaciona su triciclo e insiste. Los mecánicos no quieren invitaciones a la asamblea. Pero se apiadan cuando el chico, de sombrerito y camisa abotonada hasta el cuello les pide que le hagan escuchar el motor de ese Chevrolet Camaro que tienen en la fosa. El mecánico lo enciende, lo acelera y Galo cierra los ojos y sonríe. "Me gusta ese Chevrolet", le dice a su mamá, que lo llama para seguir tocando timbres.
Desde 1994 no se realiza en el país un encuentro mundial como este, dicen los organizadores. Aseguran que La Plata y Buenos Aires van a notar el aluvión. No los autorizaron a instalarse sobre el césped. En cambio, se ubicarán en las gradas. "El estadio no está preparado para recibir tanta gente por tantas horas. Los baños se verían sobrepasados. Por eso estamos organizando un operativo especial con baños químicos y toda la infraestructura para no molestar a los vecinos", dice Misael Pereyra, que es músico, toca el clarinete y participa de la congregación que se reúne en Palermo, donde los cultos se realizan en inglés. No es que la mayoría de los miembros lo hablen como lengua nativa. Muchos lo hacen como ejercicio profesional y ministerial. Como están convencidos de que su misión es llevar el mensaje a todos, los cultos tienen que ser en distintos idiomas.
Así, en Caballito, se reúne un grupo que hace asambleas en coreano. Hay más de 40 templos en Capital y Gran Buenos Aires donde la asamblea se celebra en guaraní. Hay dos iglesias donde el culto es en quechua, y otras siete donde se ora en chino mandarín. En unos 20 edificios, el encuentro se hace (no es que se traduce) en lengua de señas. Y en el centro porteño, en Tucumán al 2000, cada viernes y domingos, la congregación canta alabanzas y escucha enseñanzas bíblicas en haitiano criollo. ¿Tantos haitianos hay? No, dicen. Los miembros de esas congregaciones aprendieron específicamente el idioma para poder participar.
Su sitio www.jw.org se traduce a 1000 idiomas, más que los buscadores de Google y Facebook. En Argentina, las publicaciones se traducen a chorote, plilagá, wichí, toba, romanés, lengua de señas y quechua. En Las Lomitas, hay seis testigos de Jehová que trabajan traduciendo los materiales que se publican en la web a esa lengua. Todo se valida con el centro de traducciones y publicaciones que levanta en España y en Estados Unidos.
Donaciones en criptomonedas
Los testigos de Jehová van a la vanguardia de la tecnología, con respecto a otras religiones. Aunque no es un sitio oficial, tienen una versión propia de Tinder, un sitio para formar pareja con otros miembros de la comunidad. Aceptan donaciones en criptomonedas, aunque cada vez que invitan a alguien a un culto, le explican que no se cobra entrada ni se realizan colectas ni ofrendas ni limosnas. Ellos, en cambio, se manejan por donaciones, tal como se explica en su página de internet.
El segundo hijo de Gabriel tiene diez años y nació con mielomeningocele. "Le hicimos los tratamientos, siempre dentro de lo que nos permite nuestra fe. Y los médicos fueron muy respetuosos y amables siempre. Y eso que, en el caso de un menor, los doctores pueden dar intervención a la Justicia. Y en el caso de nuestro hijo, nuestra fe no fue impedimento, porque recibió todos los cuidados necesarios. Hoy sigue sus tratamientos, y tiene que usar sus muletitas, por las secuelas que quedaron", explica.
Los testigos de Jehová son un culto cristiano que no reconoce otros credos, porque se consideran una restauración del cristianismo primitivo. No creen en la trinidad, no piensan que Dios sea omnipresente, y aunque reconocen que Jesús es hijo de Dios no creen que sea Dios. No bautizan bebés y si bien utilizan la Biblia como texto sagrado, tienen su propia versión.
Hasta 1914, los Testigos de Jehová esperaban la segunda venida de Jesús, celebraban cumpleaños y la Navidad. Pero ese año, declararon que Jesús ya había vuelto, en forma de presencia espiritual y que se estaban viviendo los últimos días. Y abandonaron los festejos "paganos". Una profecía que recibió ese año uno de sus líderes los hizo creer que en cien años se acabaría el mundo como tal y que unos 144.000 reinarían con Jesús en el cielo. Pero 2014 llegó y el Armagedón se postergó sin fecha.
Entonces, se explicó que la "generación traslapada", tal como la llamaban, tenía un carácter simbólico y que los tiempos se habían corrido. La explicación la dio en septiembre de 2015, un miembro del cuerpo gobernante en JW Broadcasting el programa de televisión por internet que tienen de los Testigos de Jehová para sus fieles.
Pero no todos aspiran a ser parte de los 144.000. "Nosotros no tenemos ese llamado", dice Gabriel, mientras ayuda a sus hijos a subir a la camioneta y saluda a Marité, la señora de la silla de ruedas y los binoculares, que los invitó a tomar helado de chocolate a Griddo. "No sentimos que vamos a ser de los que van reinar en el cielo. En cambio, esperamos vivir en la Tierra para siempre, con nuevos cuerpos glorificados. Donde no haya tristeza ni enfermedad", dice con una sonrisa.