Con cinco interrogantes claves, empieza hoy el juicio por la muerte de Pérez Volpin
El Tribunal Nº 8 de la Ciudad determinará la responsabilidad que tuvieron el endoscopista Bialolenkier y la anestesióloga Puente en la práctica médica; hay casi 60 testigos
Este lunes comienza el juicio oral y público que determinará la culpabilidad o la inocencia de los dos médicos que participaron de la endoscopia en la que el 6 de febrero de 2018 murió Débora Pérez Volpin, periodista y legisladora porteña.
Más allá del esperado testimonio del endoscopista Diego Bialolenkier y la anestesióloga Nélida Puente, pasarán por la Sala de los Derechos Humanos del Palacio de Tribunales otros 58 testigos, que ayudarán a desentrañar qué sucedió en el lapso de poco menos de una hora desde que comenzó el procedimiento hasta que murió la legisladora porteña.
Entre los testigos citados, hay cardiólogos, enfermeras, médicos forenses, instrumentadores y miembros de la Policía de la Ciudad que pueden aportar información para entender qué aconteció en el quirófano 6 del Sanatorio de la Trinidad de Palermo.
Hay más de una incógnita por resolver y varios puntos de polémica. La familia de la víctima insiste en que Pérez Volpin ingresó sana en el quirófano y murió en medio de un procedimiento de rutina. La autopsia determinó que se trató de una muerte violenta.
En esta instancia se evaluará la responsabilidad penal de los dos médicos que trataron a Pérez Volpin, que están imputados por homicidio culposo. La responsabilidad de la clínica, si la hubiera, tendrá que dirimirse en el fuero civil. De todas formas, prestará declaración en este juicio Roberto Martingano, director médico del Sanatorio de la Trinidad.
Se espera que declaren los cinco integrantes del Cuerpo Médico Forense que intervinieron en los peritajes ordenados en la investigación. También, Enrique Sacco, pareja de Pérez Volpin al momento de su muerte, y Hugo Botto, médico del Garrahan que estaba ese día en un quirófano cercano y fue quien logró intubarla.
Se llega a esta instancia con la disconformidad de la familia de la víctima con algunas decisiones que tomó el juez de la causa, Javier Anzoátegui, que dirige el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional Nº 8 de la Capital Federal. Estas diferencias llevaron a plantear una recusación contra él, que ya rechazó la Cámara de Casación en dos oportunidades y ahora pasó a la Corte Suprema. El juez también presentó un pedido de sanción en el Colegio Público de Abogados de la Ciudad contra Diego Pirota, uno de los abogados de la familia.
Al menos hay cinco ejes por dilucidar en este juicio:
1 ¿Qué produjo la lesión del esófago?
La autopsia reveló que tenía lesiones en el esófago y que las causas de su muerte estaban en relación directa con una perforación instrumental por la que ingresó aire que le hizo colapsar los órganos. Solo en el estómago, los forenses encontraron nueve heridas: las más grandes tenían 12 centímetros de longitud y casi un centímetro de ancho. La autopsia describe "múltiples efracciones (rupturas) agrupadas con características de ser longitudinales, lineales y paralelas", como un arañazo. En el esófago, una herida perforante lo atraviesa de lado a lado.
El punto número dos de las conclusiones de la autopsia dice que "las lesiones del estómago son la consecuencia del barotrauma intragástrico, el daño físico causado a los tejidos del cuerpo por una diferencia de presión", que puede haber sido producto de las maniobras instrumentales endoscópicas, de la reanimación cardiopulmonar o de su acción conjunta.
Establecer si estas lesiones fueron producidas por el endoscopio o por los elementos de intubación determinará el grado de responsabilidad del endoscopista y la anestesióloga. Se evaluarán las características de los elementos, si son punzantes o blandos y si, por su forma, pueden acceder al esófago, donde se produjo la lesión. En el acta de la junta médica, de marzo pasado, se menciona una posible intubación esofágica. No hay constancia aún de que esto haya sucedido.
2 El cuerpo estaba lleno de aire. ¿Cómo pudo ingresar?
Los forenses encontraron una gran cantidad de aire en los órganos y cavidades, incluidas burbujas en el cerebro. Las radiografías determinaron un enfisema subcutáneo, que es la penetración de aire debajo de la piel. Pérez Volpin tenía enfisema debajo de la cara, el cuello y el tórax. En las descripciones de los minutos previos a su descompensación, se menciona que la hinchazón era tal que dificultó la intubación.
Los peritos de la anestesióloga, que dieron su opinión en la junta médica de marzo, indicaron que, si bien durante la ventilación con máscara puede pasar aire al estómago, "no existe la posibilidad de producir neumomediastino, neumopericardio, neumotórax, enfisema subcutáneo compresivo a nivel cervical".
3 ¿El endoscopio funcionaba correctamente? Dudas por el número de serie y la falta de imágenes
Desde el comienzo del caso, la familia de Pérez Volpin sospechó que el endoscopio que entregó el sanatorio parecía obsoleto. El aparato se secuestró tres días después de la muerte, a pedido de la querella.
La familia se apoya en un peritaje de marzo pasado, en el que dos ingenieros establecieron que el endoscopio no funcionaba en todas sus prestaciones. No se podía leer el número de serie, que estaba borrado. Para probar la presión de aire que producía, estudiaron su burbujeo en agua. "Al comienzo, este fue menor que el típico, pero cesó luego de pocos segundos. No fue posible medir la cantidad de aire por minuto", explicaron los expertos.
La defensa del endoscopista se basa en un peritaje previo, de 2018. "Se hizo en tiempo oportuno, fue realizado por ingenieros de la Policía Federal y peritos informáticos que verificaron el estado del endoscopio y demostraron que estaba en perfecto estado", explicó Roberto Churba, abogado de Bialolenkier. Según el letrado, es posible que el equipo se haya deteriorado en el transcurso de un año sin uso.
Para la familia, ese peritaje apenas demostró que el aparato prendía, tenía sus partes y las luces andaban. "Estos peritos manifiestan que ni poseen la experticia para determinar si el funcionamiento actual es propicio o adecuado para su uso aplicado a la medicina", dijeron entonces los técnicos de la policía.
Más allá del correcto funcionamiento del endoscopio, no quedó ningún registro fotográfico del procedimiento. Cuando se allanó el sanatorio, el 9 de febrero pasado, Martingano explicó a la Policía Federal que en el sector de quirófano de urgencia "no está previsto que los equipos almacenen imágenes, sino que los profesionales las observan en un monitor para luego volcar los hallazgos en un informe escrito".
El sanatorio tiene un centro endoscópico en un edificio contiguo donde se realizan las endoscopias programadas, que se entregan con sus respectivas imágenes. Según Martingano, en el caso de Pérez Volpin "se decidió elegir este equipamiento para disponer de la seguridad que brindan los quirófanos".
4 ¿Hubo correcto monitoreo cardíaco durante la práctica?
Para la familia, la anestesióloga pudo advertir la emergencia de manera tardía. Según entienden, el monitor que muestra los signos vitales no funcionó de manera completa durante la endoscopia.
El procedimiento comenzó a las 17.20 del 6 de febrero y se suspendió cinco minutos después por la descompensación de la paciente. En la junta médica se mencionó que el monitoreo se empezó a registrar a las 16.58 y que solo mostró el pulso, no hubo registro cardíaco.
Para la defensa de la anestesióloga, existen otros equipos para controlar la actividad cardíaca más allá del electrocardiograma. Por ejemplo, la misma onda del pulso que indica el volumen eyectado latido a latido. Según el perito de Puente, "hubo monitoreo continuo a través del pulso y la saturación de oxígeno".
5 ¿Quién debe restablecer los signos vitales?
En cuanto se descompensó la paciente, se le colocaron una máscara y bolsa de oxígeno para intentar revertir la desaturación abrupta, que rápidamente evolucionó a un paro cardíaco. Se dio aviso al equipo de cardiología y terapia intensiva, por lo que una serie de médicos acudieron de emergencia al quirófano 6.
Según relató Puente en un escrito, la intubación fue compleja por la hinchazón de la paciente. Quien terminó lográndola fue el doctor Hugo Botto, jefe clínico del Servicio de Endoscopia Respiratoria del Garrahan, quien estaba en un quirófano cercano. Según relató Botto ante la Justicia, logró hacerlo en aproximadamente un minuto.
En la junta médica, de marzo pasado, el perito de la querella indicó que, dada la situación de descompensación repentina en el marco de una endoscopia digestiva alta, "el rol del médico podría suponer que había existido una perforación esofágica, que hasta se menciona en el consentimiento informado que se le hace firmar al paciente".
El punto 4 de las conclusiones de la autopsia señala, sin embargo, que "las maniobras de reanimación básicas y avanzadas que se realizaron eran las indicadas para el caso, si bien no fueron efectivas".
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