Libertad y Rue des Artisans comparten la misma manzana y son puntos de referencia de la moda y el arte
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En Retiro se esconden dos pasajes antiguos que comparten la misma manzana. Los divide un paredón y se diferencian en estilo. El primero es Rue des Artisans. Las celosías negras contrastan con el blanco de las paredes y la entrada de cada negocio está adornada con un toldo a rayas. Su estilo es una mixtura entre lo clásico y moderno de París. A sus 12 locales se accede por un camino de baldosas blancas y negras donde hay galerías de arte, cristalerías y negocios de moda y decoración.
El otro, conocido como Pasaje Libertad, es un pasillo color terracota con celosías y faroles verdes, macetones tallados y un largo cantero central que se extiende hasta un corredor perpendicular en el que una larga palmera se eleva por encima de un balcón. Este mantuvo la fachada original de 1887 que diseñó el arquitecto Giuseppe Bernasconi.
Ambos son refugios donde rara vez asiste un desprevenido. En su mayoría acuden clientes que conocen lo que van a buscar. Allí se sumergen, en los pasajes que emulan barrios europeos, en búsqueda de piezas únicas como zapatos de tango, boutiques con ropa vintage y artículos de segunda mano de Chanel, Louis Vuitton y Prada, tiendas de artistas plásticos argentinos, muebles de diseñadores y hasta una chocolatería con productos elaborados por monjas de clausura.
Una pequeña París
A Rue des Artisans se entra por la calle Arenales 1239. Al cruzar el umbral de acceso, el primer local que aparece es Éditions, un negocio que fusiona una galería de arte con una tienda de diseño. Pertenece a Karina Corradini y lo gestionan sus sobrinas Valentina Goytia e Isabella Goodall. La explosión de color del negocio no es chillona o estridente. Su mezcla de estilos hace que el espacio sea vibrante y alegre sin saturar la vista. “Abrimos en el pasaje en septiembre de 2023. Arenales es la calle del diseño y los clientes que vienen son gente que conoce bien ese mundo. Tenemos alrededor de 70 proveedores que son artistas, diseñadores y arquitectos. Todas las semanas entra algo nuevo, sea una lámpara, muebles, cerámicas, vajillas u objetos pequeños de decoración, pero lo que más se mueve es el arte. Son todos autores contemporáneos argentinos”, dice Goodall. Los artistas y diseñadores más continuos con los que trabajan son Luisa Freixas, Jacinta Grondona, Pablo Fracchia y Juan Diciervo.
A su lado, Goytia agrega: “Las diseñadoras vienen directamente con sus clientes o llegan al local por recomendación. Manejamos muchos colores. La decoración hoy en día suele ser muy neutra y monocromática, tratamos de romper esa idea. Con objetos muy simples y coloridos se puede dar un toque vibrante en las casas y rejuvenecer los ambientes”. Éditions participa todos los años de La noche del Diseño, que organiza el Distrito Arenales y se encuentra por lanzar cursos de arte, bordado, cerámica y pintura que se dictarán en el pasaje.
Al fondo de Rue Des Artisans y subiendo por una escalera está Comme il Faut, un local a puerta cerrada decorado al estilo francés, con sillones, cómoda y una alfombra beige. En las paredes blancas hay recortes de revistas enmarcados. Al atardecer todos los clientes que hay allí son extranjeros que se prueban su especialidad: los zapatos de tango. Una pareja de franceses no se decide entre el modelo de gamuza o el de satén, mientras que una mujer brasileña mira en el reflejo del espejo cómo lucen los de terciopelo. “Estamos en el pasaje desde 2001. Vienen extranjeros todo el tiempo. Son zapatos de diseño de tango muy cómodos. Los que vienen en general ya conocen la marca y el estilo”, dice Roxana, la encargada del local.
Detrás de una cortina se apilan cajas hasta el techo prolijamente ordenadas. A diferencia de los zapatos clásicos de tango, que suelen ser negros y cerrados, estos son abiertos y coloridos. La diseñadora y propietaria de la marca es Alicia Muñiz. Tiene ejemplares abiertos y otros que varían de texturas como el satén, animal print, cuero, gamuza y terciopelo. “Son modelos buscados por bailarines y aficionados al tango y los zapatos se exportan a Estados Unidos, Europa y Asia”, cuenta Roxana. El nombre de la marca rinde honor al tango del bandoneonista Eduardo Arolas y tiene la particularidad que realiza “colecciones cápsulas”, produce no más de 100 pares por modelo diseñado.
En el local Padre e Hija, en la primera planta del pasaje, se exhiben lámparas cromadas, tapices, telas y mobiliario de diseñador. “Nos dedicamos a los muebles originales del siglo XX, de los años 50, 60 y 70“, dice Alejandro Alarcón. “Todos los muebles son de un diseñador original reconocido mundialmente como Ricardo Blanco, que fundó la carrera de diseño industrial en la FADU [Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires] y Alberto Churba, quien dedicó su vida a exportar el estilo argentino. Estamos hace seis meses en el pasaje y los clientes saben de antemano lo que vienen a comprar, conocen a estos diseñadores”, agrega Alarcón. Además de los artistas locales hay obras de Warren Platner, Finn Juhl y del dúo Englander y Bonta. “Tenemos productos de Ilum, la marca argentina que tuvo su boom en los 70, lámparas italianas y vidrios y cristalería de la marca artística Querandí”, explica.
En el medio de la sala hay un sillón de pana de algodón dorado y la pared está decorada con géneros de Churba que fueron convertidos en cuadros. “La tendencia en la decoración actual apunta a lo neutro, lo gris, beige, y blanco, cosas que sean fáciles de combinar, pero nosotros en cambio compramos un objeto original de época y mantenemos su idea y el color del tapizado. Los tratamos con goma de laca india, el método que se usaba en la década del 50 y evitamos el cetol y la hidrolaca que atacan a la madera”, relata Alarcón que tiene también dos locales en el Mercado de Pulgas en Palermo.
Una paseo por la Toscana porteña
A la vuelta de Rue des Artisans, en la calle Libertad al 1240, está el Pasaje Libertad. Tiene un aire toscano. Uno de los primeros locales que aparece es L’Academie, una boutique de ropa usada de primeras marcas. “Desde chica siempre me gustó la moda. Me compraba todas la revistas”, dice su propietaria Andrea González. Y agrega: “Hace 14 años, con mi socia, abrimos el local de ropa vintage en el pasaje. Nos encantó en cuanto lo vimos, nos pareció que no era normal, parece europeo y es muy seguro. Tiene un gran encanto”.
El interior de la boutique es de ladrillo a la vista, un ambiente acogedor y cálido. González señala que sus clientes en general son vecinos y también turistas que llegan al pasaje por los tours de las agencias de viaje. “Tomamos ropa que está impecable, casi nueva y de calidad. Si está en buenas condiciones y a buen precio se vende rápido. Antes teníamos ropa más vintage, pero ahora las clientas buscan más lo nuevo, lo de las últimas temporadas y de las marcas Chanel, Prada, Louis Vuitton y accesorios, anteojos, relojes y bijouterie de primera línea”, señala González.
Tiene otro local en el pasaje, también de ropa usada, con marcas más accesibles como Banana Republic y Gap. “Una vez al año reunimos a las clientas regulares para festejar. Es como un club, una comunidad de amigas reunidas en el pasaje por la moda”, dice González.
Por la tarde el mayor movimiento de personas se concentra en el fondo del pasaje, en la chocolatería de las monjas benedictinas de clausura de la Abadía de Santa Escolástica. Los clientes entran y salen continuamente del local de paredes rojas y piso de parquet. En una estantería con forma de cruz se exhiben ornamentos litúrgicos como medallitas de bautismo y de San Benito, crucifijos y otras imágenes cristianas. En una repisa hay diferentes vírgenes talladas en madera junto a un mostrador con chocolate artesanal, alfajores, dulce de leche, bombones de fruta y mazapán, tortas galesas e inglesas, frutos secos y turrones.
Las monjas producen desde el convento toda la repostería, con chocolate belga y nacional, y otras abadías, como la del “Niño Dios”, elaboran los licores de naranja y hierbas, el limoncello, las mermeladas, los quesos y las conservas saladas que se venden en el local. En épocas festivas la gente acude por las roscas de reyes y el pan dulce artesanal. Los clientes buscan regalos de comunión, cumpleaños y casamientos. En su mayoría son vecinos y otros que llegan al negocio oculto en el pasaje por el boca en boca.