Compró un argentino los textos de Borges
Subasta: el coleccionista Eduardo Costantini adquirió en 164.000 dólares, en París, textos manuscritos del escritor.
Dos lotes de manuscritos de Borges, puestos ayer en subasta en una galería de París, fueron comprados por el empresario y coleccionista argentino Eduardo Costantini. Las obras, por las que se pagaron 164.000 dólares, incluyen los manuscritos del cuento "Hombre de la esquina rosada" y varias cartas a un amigo de Ginebra.
Costantini contó a La Nacion que el remate duró media hora y que hizo la compra, por teléfono, desde su oficina en Buenos Aires.
El empresario anticipó que donará los textos recuperados a la Fundación Jorge Luis Borges, institución que él patrocina y que está dirigida por María Kodama.
En el remate también tomaron parte representantes del gobierno argentino, quienes no pudieron ofrecer más de 50.000 dólares.
Borges regresa con gloria
Puño y letra: los manuscritos de "Hombre de la esquina rosada" y las cartas particulares recuperadas en París por el coleccionista Eduardo Costantini serán cedidos a la Fundación Borges.
Dos manuscritos de Borges que durante décadas navegaron por Europa se pusieron ayer en camino a la Argentina: el coleccionista Eduardo Costantini se quedó con ellos, tras dejar en el camino a varios competidores , en una subasta realizada en París por la galería Christian de Quay-Francis Lombrail.
Fueron 164.000 los dólares que Costantini debió desembolsar para repatriar parte de la memoria borgiana, subastada en dos lotes: el primero incluyó el manuscrito del cuento "Hombre de la esquina rosada" y un ensayo inédito sobre escritores clásicos. El segundo lote contiene la correspondencia entre Borges y su amigo Maurice Abramovich, a quien conoció de joven en Ginebra.
"Tuve una suerte bárbara, porque lo compré en mi última oferta. Me quedé pujando con uno sólo, y si ofertaban una vez más, ya no podía seguir", comentó el coleccionista al relatar a La Nacion detalles de la operación.
Compra telefónica
Es la primera vez que Costantini -empresario, al frente de la administradora de fondos Consultatio Inversora-, se lanza a la adquisición de reliquias literarias.
Hasta ayer nomás, su afición a la compra de arte pasaba por la pintura moderna, a tal punto que cuenta con una de las colecciones más importantes de arte latinoamericano del siglo XX.
El coleccionista no necesitó salir de Buenos Aires para hacer sentir su presencia en París: al mejor estilo de la publicidad de TV por cable, Costantini levantó el tubo desde su oficina y ofertó por teléfono: "Estuve siguiendo el desarrollo del remate durante algunos minutos, y dejé que muchos competidores se eliminaran entre sí. Sólo empecé a ofertar cuando el precio subió a 250.000 francos (50.000 dólares)".
Todo el trámite se desenvolvió en apenas media hora, aunque para él la espera se hizo interminable. "Fue un remate lento -explicó-; yo hice compras de pintura en Nueva York y allá las subastas duran un minuto o un minuto y medio".
La estrategia del gobierno
Costantini no fue el único argentino que salió a la caza de los manuscritos, pues en la subasta también se hicieron oír las voces de coleccionistas argentinos pujando en nombre del gobierno.
El secretario de Cultura de la Nación, Mario O`Donnell, despachó dos especialistas rumbo a París, Mario Gilardone y Horacio Porcel, en busca de las obras. Junto con ellos viajó el coleccionista privado Alejandro Vaccaro, quien acordó con el gobierno que, de adquirir los manuscritos, donaría el cuento a la Biblioteca Nacional.
"Tomamos parte en la subasta del cuento, para la que habíamos fijado el precio máximo de 50.000 dólares", señaló O`Donnell. "Confío en que Costantini done alguno de los dos a la Biblioteca Nacional", agregó.
Si bien Costantini no descarta prestar los manuscritos al Estado, en sus planes figura la donación de las obras a la Fundación Jorge Luis Borges, de la cual es su único auspiciante desde hace más de un año.
María Kodama, presidenta de la fundación, recibió la noticia con serena alegría: "Nunca espero ni la victoria ni la derrota. Dejo que las cosas fluyan y que sigan su curso. El curso natural de estos manuscritos es que estén acá".