Comparación: cuál es el impacto sanitario de la tercera ola de Covid-19 y por qué es más leve que los brotes anteriores
A pesar de los casos en aumento que superan los récords históricos de la pandemia, el escenario es menos grave que los repuntes previos
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En poco más de dos meses habrán pasado dos años desde que se decretó el comienzo de la pandemia de Covid-19 en la Argentina. Durante ese tiempo transcurrieron diferentes escenarios, algunos más dramáticos que otros, y la sociedad se acostumbró a vivir de otra forma, con restricciones, requisitos, nuevas costumbres y hábitos. En la última semana la explosión de casos certificó la marcha de la tercera ola con cifras que fueron rompiendo récords históricos y días que superaron ampliamente la barrera de los 100.000 contagiados. El rebrote, sin embargo, hasta el momento no es más grave que las dos situaciones similares transcurridas hasta aquí, según los especialistas consultados por LA NACIÓN.
La vacunación y la barrera de protección que generó frente a la amenaza del Covid-19 es la gran diferencia de un año a otro. Con siete de cada diez argentinos con los esquemas completos y la administración de la tercera dosis de refuerzo en ascenso los niveles de contagios disparan alertas, pero no preocupación porque aún no impacta en la atención de cuidados intensivos. Los no vacunados, en este contexto, son los más expuestos a desarrollar cuadros graves que provoquen la muerte con la circulación de delta y ómicrom y es un momento considerado como de quiebre para muchos expertos porque podría significar la transición hacia la endemia, una hipótesis que también sigue con atención la ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti.
“La vacuna nos encuentra mejor parados porque al inicio de la pandemia irrumpió un virus de una capacidad destructiva indetenible y totalmente desconocido. Ahora suben las atenciones sanitarias por los no vacunados: los que se mueren en la Argentina son los no vacunados o los mal vacunados, sin completar los esquemas”, sostiene el infectólogo Hugo Pizzi, de la Universidad Nacional de Córdoba.
La evolución de las tres olas
“Las terapias intensivas tienen enfermos no vacunados, lo mismo pasa en Italia y en otros países de Europa. Los médicos de Francia están en una disyuntiva porque no quieren atender a los no vacunados. El cerco se está cerrando hacia los no vacunados que tienen falta de empatía, de criterio y de solidaridad”, agrega el experto. El ministro de Salud de la ciudad, Fernán Quiros, aportó hoy un dato contundente al revelar que el 65% de las camas ocupadas de terapia intensiva tienen pacientes no vacunados contra el Covid-19.
En el peor momento de la pandemia, durante la segunda ola y a mitad del año pasado, se combinó la elevada cantidad de contagios con la cifra alta de decesos y las Unidades de Terapia Intensiva (UTI) al límite, con ocupaciones que superaban el 90% de la disponibilidad de camas. Los sistemas sanitarios de las principales ciudades estuvieron saturados y al borde del colapso, con derivaciones entre provincias y readecuaciones de las instalaciones para generar nuevos espacios de cuidados críticos.
Fue el segundo gran rebrote que vivió la Argentina, en plena campaña de vacunación, que comenzó en marzo de 2021 después de una larga meseta tras la temporada de verano. A fin de ese mes se inició la pendiente más pronunciada en el número de casos al pasar de una media diaria de 7000 casos a los 24.000 de abril y los 32.000 de julio, con días de hasta 41.000 contagiados. El promedio semanal de muertos por día llegó a 620.
Después del pico de la segunda ola la curva comenzó un descenso sostenido hasta octubre y tras más de 20 semanas a la baja se produjo un quiebre y se invirtió la tendencia para comenzar a subir nuevamente. Aunque era previsible que la expansión de la variante delta provocara mayor cantidad de casos nadie esperaba la explosión de diciembre cuando se rompieron todos los récords de la pandemia en el país con días que superaron los 110.000 nuevos contagios. A diferencia de lo que ocurrió el año pasado, la tasa de mortalidad se mantiene baja (el pico fue una media semanal de 42 decesos por día) y también las internaciones en las UTI con una ocupación del 37,8% en todo el país y del 38,8% en el área metropolitana. En la ciudad, el sector público la ocupación es del 9,8% (59 camas sobre 600 disponibles) y en el privado del 19,7% (241 sobre 1222).
Vacunas aplicadas en la Argentina
“La tremenda contagiosidad de ómicron hizo que se diseminara con una velocidad inusual. En la Argentina hay un escenario bastante menos nocivo que las olas anteriores porque estamos en presencia de mucha población vacunada; no sería lo mismo si no hubiera tanta gente vacunada por eso estamos viendo que la tasa de internación de terapia intensiva aumentó, pero no con un ritmo tan grande”, explica Luis Camera, secretario de la Sociedad Argentina de Medicina.
“Esta ola es movilizada por ómicron y delta, en su gran mayoría, ambas con un comportamiento biológico diferente: delta es más agresiva de todas las que surgieron (más que gamma y lambda) y ómicron es la menos agresiva y lesiva porque es muy menor la posibilidad de generar neumonía. De alguna manera se trata de un virus más benigno”, agrega Camera. Y anticipa: “En esta tercera ola la letalidad será mucho menor, habrá diez veces menos de pérdida de vidas. Es un análisis que ya se está haciendo por lo cual la vacuna es la gran diferencia”.
La diferencia entre las diferentes olas no solo está en la ocupación de camas de terapia intensiva, en los fallecimientos y casos, sino también en distintas situaciones de la vida diaria. En el primer gran brote la cuarentena estricta modificó todas las conductas sociales con ciudades vacías, desoladas, como nunca antes. La saturación de los hospitales, en las áreas de cuidados críticos, se convirtió en la imagen más recurrente de ese momento. La actualidad muestra centros de testeos colapsados, médicos agredidos por pacientes y la positividad altísima en las ciudades turísticas más importantes, como Mar del Plata o Córdoba.
Dosis por provincia
“La tercer ola es diferente: al tener el 85% de la población con una dosis y el 73,6% con dos, ómicron hace una enfermedad leve a moderada sin una tasa tan alta de complicaciones ni mortalidad [además hay un 16% con una tercera dosis]. Sin embargo, ómicron, en pacientes no vacunados, se comporta igual que otras variantes. Los no vacunados son personas con mayor probabilidad de enfermarse grave y son transmisores de la enfermedad. Hay estudios que demuestran que cada 200 personas que se internan en terapia intensiva en el mundo entre 190 y 195 son no vacunados”, informa el infectologo Roberto Debbag.
“Esta ola al ser tan explosiva y de alta transmisibilidad, provoca la disrupción social y sanitaria. El problema de los testeos que no alcanzan y la ocupación de las emergencias que tapona las atenciones de otros pacientes, los vuelos suspendidos, el ausentismo laboral y las reuniones suspendidas. La diferencia a favor es la baja en la internación y la hospitalización”, agrega.
El 20 de marzo de 2020, el inicio de la cuarentena en la Argentina, había 31 casos activos de Covid-19 que fueron aumentando en forma progresiva día a día. En junio la curva comenzó a subir (con 564 casos por día y un promedio diario semanal de 684) y puede tomarse como el inicio de la primera gran ola. El ascenso más vertiginoso se produjo a partir de agosto, con entre 7000 y 10000 nuevos enfermos por jornada, hasta el pico máximo que llegaría dos meses después.
Los 18.326 casos del 21 de octubre marcaron el techo de ese primer rebrote cuando todavía no había vacunas disponibles, para luego entrar en un retroceso que se extendió hasta mediados de diciembre con un nuevo repunte. Sin embargo, el pico no llegó a superar los 14.000 casos diarios en enero contra las expectativas que auguraban un verano complicado por la estampida de contagios y la posible saturación de los sistema de salud. Los decesos llegaron a un promedio semanal de 419 muertos por día.
En esa primera ola los fallecimientos comenzaron a subir en julio y desde mediados de septiembre tuvieron un salto abrupto cuando pasaron de una media diaria de 240 a 400, para luego ir bajando en forma escalonada hasta fin de año y mantener una evolución intermitente durante el primer trimestre de 2021. Desde ese momento, en abril, el crecimiento no se detuvo y atravesó el peor momento de la pandemia con cifras superiores a 700 muertos diarios y más de 600 de promedio semanal por jornada entre mayo y julio.
Dejado atrás ese momento y a pesar de la escalada de casos de las últimas semanas queda esperar hasta cuándo podrán subir los contagios y comenzar a retraerse la pandemia. “Es posible que ómicron sea una transición rumbo a endemia. En marzo o abril se agotaría en forma significativa a nivel mundial aunque depende del comportamiento individual y colectivo”, arriesga Camera. Por su parte Debbag argumenta: “Si no aparece una nueva variante en el semestre actual el fin de la pandemia se acerca porque hay poblaciones que tienen muchos asintomáticos, lo que hace que el planeta se vaya inmunizando”.
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