Especialistas de disciplinas sociales y exactas coinciden en la importancia de restricciones “quirúrgicas” (por actividad y jurisdicción), control estricto de fronteras, cuidados individuales y la buena ventilación de ambientes cerrados
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El rápido aumento de casos, sumado a la amenaza de nuevas variantes más transmisibles y probablemente más letales que están causando estragos en países vecinos, volvió a hacer sonar las alarmas del sistema sanitario.
Con un programa de vacunación avanzando más lento de lo previsto, la zona crítica en este momento es el AMBA. CABA pasó de notificar 10.064 casos entre el 1° y el 14 de marzo, a 14.549 en las siguientes dos semanas; es decir, tuvo un crecimiento del 45% en los últimos 14 días, si se los compara con los 14 anteriores. Pero hay otros puntos del país que ya exhiben una “tendencia alcista”, como Tucumán, Santiago del Estero y San Juan.
Sin embargo, a pesar de lo delicado de la situación por el cansancio social, especialistas de disciplinas sociales y exactas coincidieron en varias medidas que pueden ayudar a esquivar o mitigar una “segunda ola” sin costos económicos excesivos.
“Con los números actuales, todo sugiere que la Argentina va siguiendo el mismo camino [que la región] con un mes de retraso”, evalúa el bioinformático de la Universidad Nacional de Córdoba, Rodrigo Quiroga. Según el científico, de aquí en más es difícil de prever lo que nos espera, porque todo depende de cómo reaccionemos.
“Si seguimos aumentando o no disminuimos la conectividad social, se puede poner feo muy rápido –advierte–. Es cierto que tenemos un sistema de salud más robusto que la mayoría de nuestros vecinos, pero si la cantidad de casos crece lo suficiente y aunque no se saturen las terapias intensivas, van a aumentar los fallecimientos. Hay una posibilidad de que colapsen, porque la velocidad de crecimiento de casos es mucho mayor que la que teníamos el año pasado y hay habilitadas más actividades de alto riesgo. Por otra parte, están las variantes que sabemos que son más contagiosas y pueden producir reinfecciones, ser más graves, y generar más hospitalizaciones y fallecimientos. Tenemos que volver a cuidarnos para seguir frenando la propagación del virus mientras vacunamos a los mayores de 60”.
Situación delicada
El problema no es de fácil resolución: nadie ve posibilidades de retrotraer la situación a principios de 2020, la sociedad tiene que seguir funcionando, lo mismo que el tránsito comercial de bienes y recursos, que también incide en la dispersión del coronavirus. Precisamente, estudios del propio Quiroga muestran que departamentos de Córdoba donde parecen haber empezado a subir los casos (Tercero Arriba, General San Martín y Unión) están todos sobre la Ruta 9 sur hacia Buenos Aires.
Para el exministro de Salud Adolfo Rubinstein, los puntos que hay que tener en cuenta son, por orden de prioridad, acelerar la campaña de vacunación para proteger a la mayor cantidad de población vulnerable de aquí a un mes, evitar la saturación de los servicios, y las complicaciones y muertes que eso trae aparejado; ampliar el testeo acompañándolo de secuenciación genómica no solo para viajeros, sino para saber cómo circulan las variantes en el país; y seguir reforzando los cuidados.
“No hay otra manera de defendernos de la segunda ola –afirma–. Hay que insistir con campañas [de comunicación] más segmentadas, dirigidas sobre todo a la población joven, que es la que más se mueve, y reforzar todas las medidas que eviten la circulación cuando no es necesario, las aglomeraciones. Tal vez tengamos que apelar a ciertas restricciones calibrándolas muy bien para evitar los errores que se cometieron el año pasado, con una cuarentena que se prolongó mucho más allá de lo que podía resistir la economía y la sociedad. Seguramente, a partir del segundo semestre vamos a tener muchísimas vacunas y la campaña podrá acelerarse”.
Algunas de estas medidas no son fáciles de aplicar, como el rastreo del virus en toda la geografía nacional. Humberto Debat, virólogo del INTA e integrante de la colaboración PAIS, que está haciendo monitoreo de variantes de preocupación del coronavirus en tiempo real, explica que “se está haciendo un gran esfuerzo de vigilancia genómica, con mucha gente trabajando de forma incansable, pero es poco, asimétrico y lamentablemente lento. Hemos visto que la curva de reemplazo por la variante del Reino Unido en diversos países es inexorable. Se puede aplastar la curva, lo que no se puede evitar es que sea la dominante en semanas”. Según Debat, el protocolo basado en PCR para detección de la variante británica desarrollado por investigadores de Yale estaba disponible el 12 de enero, a los días se sumaron Sudádrica y Manaos. Esto debería haberse implementado inmediatamente en los centros de testeo de las provincias, pero todavía no se hizo.
El matemático del Famaf Daniel Penazzi también considera que se perdió la oportunidad de restringir el ingreso de personas desde el exterior en diciembre y ahora solo hay paliativos. Reclama medidas estrictas: “Es importante no dejar que sigan entrando casos, o si lo hacen, con cuarentena controlada para todos los que lleguen, no importa de dónde; restringir la circulación entre provincias; no permitir que se sirva alcohol en los bares y cerrarlos si aumentan los casos; estar dispuestos a cerrar escuelas; limitar fuertemente el número de personas que pueden reunirse y conseguir vacunar al menos a 25 millones de personas”. Para el investigador, si no fuera por las vacunas, se haría imposible impedir otras 50.000 muertes, pero haciendo más lentos los contagios esto se puede prevenir.
Para Roberto Etchenique, químico analítico de la UBA, dado que no se cerró el ingreso de viajeros desde el extranjero hace varias semanas, las variantes más transmisibles y posiblemente más letales ya deben estar circulando en la población. Sin embargo, coincide en que será necesario estudiar restricciones focalizadas localidad por localidad.
“Ahora habrá que bailar –subraya el científico–. Lo único que queda es ganar tiempo cerrando las fronteras y vacunar a la mayor cantidad de gente lo antes posible. También habría que hacer una campaña muy agresiva sobre la importancia de mantener las actividades al aire libre y de la ventilación en espacios cerrados, explicar mucho que la transmisión principal del coronavirus es por aire, no por superficies, cuál es el uso correcto del barbijo y que es muy importante el lavado de manos (que están en contacto con todo). Se necesitan sociólogos y comunicadores que estudien el comportamiento social, porque esto se va a desmadrar”. Y agrega: “El establecimiento de cordones con vigilancia específica de la variante de Manaos podría nuevamente salvar el interior. Por idea de Maxi Juri Ayub [biólogo molecular del Instituto Multidisciplinario de Investigaciones Biológicas de San Luis], nosotros estamos trabajando en un test de PCR que detecte solo esta, o solo la del Reino Unido, para vigilar por donde se irradian”.
Decisiones de bajo costo
El denominador común en todas las listas de medidas urgentes es el pedido por campañas de comunicación que vuelvan a insistir en los cuidados, que aclaren la importancia prioritaria de la ventilación, que expliquen que aún estando vacunados podemos transmitir el virus, que inciten a mejorar la calidad de los barbijos.
“Hasta que consigamos vacunar a la población de más riesgo, todo lo que haga más lenta la circulación del SARS-CoV-2 reduce pérdidas en vidas y salud –afirma la socióloga Sol Minoldo, investigadora del Conicet y asesora del Centro de Operaciones de Emergencia (COE) de Córdoba–. Algunas medidas son de bajo costo económico y social. Por ejemplo, mejores protocolos en bares y comercios (sobre todo respecto de la ventilación), rastreo de contactos y acompañamiento de aislamientos domiciliarios, e incluso restricciones puntuales que se pueden ir alternando o centrarse en reducción de riesgos (como suspender atención en el interior de bares, por ejemplo). Posiblemente ya sea demasiado tarde para que los controles de frontera (y estricto control de repatriados) eviten el ingreso de nuevas variantes, pero no dejaría de hacerlo, y lo mismo para la circulación interprovincial. Reducir la cantidad de virus que ingresen podría al menos retrasar un poco su circulación en gran escala”.
Su colega Daniel Feierstein, investigador del Conicet que trabaja en la representación y elaboración de catástrofes, coincide. “Las olas no son fenómenos naturales, sino que dependen del comportamiento de la sociedad. El tema es la viabilidad sociopolítica de cada acción y la construcción de consenso. Lo obvio y evidente (con costo cercano a cero y rédito inmediato) es detener el ingreso de las nuevas variantes. Si bien se tenía que hacer en diciembre (cuando lo reclamamos), todavía algo se puede lograr. Eso requiere que toda persona ingresante al país haga aislamiento obligatorio en un hotel con control policial de egreso por un plazo de cinco días, con PCR para garantizar su salida. Las restricciones de circulación son mucho más costosas y difíciles, pero con todo lo que aprendimos en 2020 hoy se sabe que no se requiere que sean totales ni largas, ni generalizadas, sino por el contrario, selectivas por regiones y actividades, planificadas e intermitentes. El eje es tener claro cuáles son las actividades de mayor propagación (reuniones cerradas, tanto laborales como sociales o escolares) y minimizarlas, reducirlas o anularlas según el caso”.
A estas medidas, Alicia Stolkiner, investigadora en salud mental de la Facultad de Psicología de la UBA y docente de varias universidades del país, agrega que para lograr todo esto es imperioso un alto nivel de organización solidaria de la sociedad en su conjunto. “Es indispensable brindar información detallada y precisa sobre las medidas cotidianas de cuidado, y es absolutamente fundamental la responsabilidad de los medios de comunicación –afirma–. No puede ni debe repetirse la situación que padecimos de que, por las razones que fuere, se difundieron informaciones erróneas sobre supuestos medicamentos y antagónicas con las medidas de cuidado indispensables. La comunicación es responsabilidad social, no solo gubernamental. Todo esto debe acompañarse de las acciones necesarias para garantizar el acceso a alimentos y bienes básicos, así como las que atañen al trabajo organizativo y territorial con las comunidades en situación de mayor vulnerabilidad”.
La especialista considera que “Sería utópico pensar que es posible un control absoluto [de las fronteras]. Por eso, es necesario reforzar los cuidados internos. Junto al avance en vacunación, hay que revitalizar y promover los cuidados sociales e individuales que se relajaron: uso de barbijo, respeto del aforo de personas en locales comerciales o de actividades autorizadas, limitación de reuniones sociales y mantenimiento de virtualidad en todas las actividades en que sea posible. Se trata de generar en cada lugar las medidas correspondientes a la situación epidemiológica de manera focalizada”.
En suma, con alrededor de un 35% de la población habiendo tenido contacto con el virus, según las estimaciones del matemático Guillermo Durán y equipo, en la UBA, y mientras llegan más vacunas, los especialistas recomiendan restringir actividades de alto riesgo (boliches, bares, restaurants, gimnasios, iglesias), promover todo lo posible los encuentros únicamente al aire libre, pensar en restricciones nocturnas, limitar las reuniones a un máximo de diez personas de acuerdo con la realidad de cada lugar.
“No haría falta que fuera en todo el país, sino que se podría ir incorporándolo en las jurisdicciones donde hay un claro y contundente aumento de casos –subraya Quiroga–. Si se toman medidas y hay un buen acatamiento, a lo mejor no estamos tan mal. Todo va a depender de la conducta que vuelva a adoptar la población. Los casos van en aumento y tenemos nuevas variantes, más las escuelas abiertas, que guste o no aumentan la transmisión comunitaria (aunque no creo que sea lo primero que debamos cerrar)”.
Y concluye el físico Jorge Aliaga, que registra y analiza diariamente los principales indicadores de la pandemia local: “Todavía no se vacunó a suficiente cantidad de mayores como para que bajen los fallecidos y estamos lejos de que desciendan los casos por la inmunización. Por lo tanto, el único camino para lograrlo es reducir la exposición. Eso se hace de dos formas: a) realizando actividad con cuidados o b) limitando actividades. La primera alternativa tiene muy bajo costo económico, pero requiere mucha respuesta individual. La segunda opción depende menos de las respuestas individuales, pero tiene más costo económico. La política tiene que decidir si alcanza con la primera estrategia o si elige ir por la segunda, y en ese caso cuánto baja la circulación y afecta la economía o viceversa”.
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