¿Cómo saber si estoy deprimido o si tengo un burnout?
A diferencia de la depresión, el también llamado síndrome de desgaste profesional no está calificado como un trastorno médico; cómo diferenciarlos y tratarlos
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NUEVA YORK.— Le pasa a muchos: estás cansado todo el tiempo y rendís poco en el trabajo. Pero, ¿cómo saber entonces si es que estás deprimido o al borde del burnout?
Cuando el agotamiento nos golpea, se lleva todo puesto. La casilla de mensajes explota y querés tirar el celular y estrellarlo contra la pared. No tolerás más tu departamento y tampoco tolerás la idea de salir a la calle. Te rompés la cabeza para encontrar la palabra que defina esa sensación: les decís a tus amigos que estás agotado, reventado, o directamente muerto.
¿Cómo distinguir si esa avalancha de señales de cansancio son síntomas de burnout o de una depresión hecha y derecha? Especialistas afirman que hay formas de diferenciar ambos trastornos, y aconsejan cómo aliviar sus efectos.
¿Cuál es la diferencia entre el burnout y una depresión?
El término burnout, o síndrome de desgaste profesional, viene de la psicología laboral, dice Angela Neal-Narnett, profesora de psicología de la Universidad Estatal de Kansas y autora de una guía para superar la ansiedad, el miedo y el pánico. Normalmente, los terapeutas asocian el burnout con lo laboral, aunque hay investigadores estudiando el burnout parental, que afecta a padres y madres con agotamiento crónico por las tareas de crianza. La palabra burnout terminó de calar en el lenguaje popular durante la pandemia. En Tik-Tok se ha viralizado el concepto de “quiet quitting” —hacer el trabajo mínimo indispensable para cumplir—, y en las redes abundan las historias de gente que dice sentirse “quemada” por las largas horas de trabajo y la “cultura de la urgencia”.
Un trabajador puede estar sufriendo burnout si siente que no tienen control sobre su vida cotidiana y se queda empantanado en las minucias de sus tareas. Las personas con burnout pueden sentir que su trabajo las consume, adoptar una postura cínica y de resentimiento hacia sus tareas, o desarrollar sentimientos adversos hacia sus compañeros de trabajo. Pueden volverse irritables y poco eficientes, como si simplemente no pudieran completar lo que empiezan. Quienes interactúan laboralmente con desconocidos, como el personal de salud o los vendedores de un comercio, pueden perder empatía y empezar a pensar en los pacientes o clientes como un número más, una tarea rutinaria para completar. Y el constante estrés del burnout también trae aparejada una larga lista de síntomas físicos: insomnio, dolor de cabeza, problemas gastrointestinales, y muchos más.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) incluye el burnout en su Clasificación Internacional de Enfermedades, caracterizándolo como un “fenómeno ocupacional”, y no como una trastorno médico. La depresión, por el contrario, es una enfermedad que tiene un diagnóstico clínico. Las personas con depresión a menudo experimentan anhedonia, el desinterés o la incapacidad de disfrutar de las actividades que antes las apasionaban. “La persona agarra un libro que le encantaba y empieza a odiarlo, o un programa que antes la hacía reír y ahora de pronto lo detesta”, dice Jessi Gold, psiquiatra de la Universidad de Washington en St. Louis.
Si se trata de burnout, es posible que no tenga energía para sus pasatiempos; si es depresión, esos pasatiempos le parecerán poco divertidos directamente los rechazará, dice Jeanette M. Bennett, profesora adjunta de la Universidad de Carolina del Norte en Charlotte, que estudia los efectos del estrés en la salud.
Al igual que con el burnout, las personas con depresión a veces duermen demasiado o muy poco, y pueden tener dificultades para concentrarse. Las personas con depresión suelen aislarse de los demás, y sentir que hasta ducharse o comer les exige un esfuerzo enorme. La depresión puede generar una abrumadora sensación de tristeza y desesperanza. En casos de depresión aguda, el enfermo empieza a pensar que no vale nada o que vivir no vale la pena. Estos síntomas suelen durar al menos dos semanas, señalan las doctoras Gold y Neal-Barnett.
Un rasgo diferenciador clave es que el burnout mejora cuando se toma distancia del trabajo, dice la doctora Rebecca Brendel, presidenta de la Asociación de Psiquiatría de Estados Unidos. Cuando la persona se toma vacaciones o un día libre, siente que recargó un poco las pilas. Pero la depresión no desaparece por más que cambie el contexto. “Para que haya un efecto de recuperación, la persona deprimida necesita mucho más que eso”, dice Brendel.
Según los médicos, una compleja combinatoria de factores genéticos y ambientales puede contribuir a la depresión. Las personas que sufren un hecho traumático o pasan por un serio cambio de vida tienen mayor riesgo de desarrollar depresión, como también quienes tienen familiares que sufren la enfermedad. Pero Neal-Barnett señala que el burnout en sí mismo también puede ser un factor de riesgo para la depresión.
Qué hacer si creemos tener burnout
Tomarse un día libre en el trabajo, si es posible, puede aliviar los síntomas. Si la sensación de agotamiento es constante, se puede considerar un cambio de ocupación o de carrera, pero la doctora Gold reconoce que es más fácil de decir que de hacer. “Poder decir ‘Este lugar de trabajo me hace mal, renuncio’, es privilegio de pocos”. También hay formas más modestas de establecer límites, como desactivar las notificaciones del correo electrónico de trabajo o apagar el celular a partir de cierta hora. Después de una reunión de trabajo particularmente estresante, por ejemplo, es importante reservarse 5 o 10 minutos para hacer algo que nos ayude a relajarnos, sugirió Gold. “Para prevenir el burnout es muy importante sentir que uno conserva algo de control sobre su vida”, dice Gold.
El ejercicio físico puede ayudar a aliviar la tensión relacionada con el trabajo, al igual que hacerse unos minutos para relajarse, lejos del teléfono, dice Bennett. “Si en el trabajo uno está sentado frente a la computadora, después durante el viaje de vuelta a casa está con el teléfono, y al llegar se sienta a ver algo en la tele, todas esas cosas son estímulos, y el cerebro necesita todo lo contrario —señala Bennett—. Para aliviar el estrés, el cerebro necesita un descanso, y eso implica alejarse de las pantallas, pero también darse unos momentos de tranquilidad, estar a solas con nuestros pensamientos, sin distracciones.”
Si los problemas para sobrellevar el burnout persisten, lo indicado es consultar con un profesional de la salud mental.
Qué hacer si creemos tener depresión
Si uno cree estar sufriendo depresión tiene que consultarlo con profesionales médicos que desarrollen un plan para tratar y abordar los síntomas.
Mientras tanto, se puede empezar con algo pequeño y simple. Si uno se propone salir a caminar apenas cinco minutos, probablemente termina caminando más, dice Gold. “Pero cuando uno está triste o deprimido es muy difícil obligarse a hacer las cosas.” Salir de casa no va a curarnos ni a aliviar todos los síntomas, pero cualquier movimiento, por pequeño que sea, puede hacernos sentir mejor.
También conviene ir anotando las estrategias que nos funcionan, como llamar a determinado amigo o salir a trotar, y mantener esa lista bien a la vista y a mano en caso de necesidad. Lo importante es detectar lo que funciona en el caso de uno, dice Gold. “No hay que forzarse a hacer cosas que no nos convencen: hay que hacer las que realmente nos ayuden a sentir mejor en los momentos malos.”
(Traducción de Jaime Arrambide)
Por Dani Blum
The New York Times
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