Son las cinco de la tarde en Manhattan. Josefina Pellegrini sale de las oficinas de Ralph Lauren (R.L.), en pleno Midtown neoyorquino, y envía mensajes de voz mientras camina por la avenida Madison. A su paso se cruza con locales y turistas y se disculpa vía audio por las posibles bocinas que se entrometen en el diálogo: "La ciudad siempre es un caos", dice a LA NACION. Es de la zona norte de Buenos Aires, tiene 27 años y hace ocho que vive en Nueva York (NYC). Estudió en Parsons, una de las mecas del diseño, y adonde llegó casi de casualidad a los 19 años. Hoy trabaja en el equipo de diseño de textiles de una de las compañías líderes en moda y decoración a nivel mundial.
El paralelismo entre la vida real de Josefina y la de una de las protagonistas de la serie Friends, Rachel Green (Jennifer Aniston) resulta inevitable. Green también vivía en Manhattan y soñaba con trabajar en R.L., lo que finalmente consigue. Josefina, si bien no se imaginaba eso, llegó hace tres años y está encantada.
Su lugar de trabajo tiene todos los condimentos de una película hollywoodense: oficina propia con vista a la avenida Madison, el Central Park a dos cuadras, y un par de metros hasta la 5ta avenida, donde las grandes marcas emergen del cemento y se ofrecen a los transeúntes cosmopolitas. Pero en esa gran urbe Josefina no se deja avasallar. Con jeans y Converse blancas reivindica el look casual porteño en la oficina y le da la espalda a los stilettos. Mientras cuenta el paso a paso de su llegada a la gran ciudad enfatiza lo mucho que extrañó y extraña a su familia y a sus perros en los miles de kilómetros que los separan. "Nueva York te puede hacer sentir muy sola", dice.
Su llegada a Nueva York no tuvo que ver con un sueño de años. Cuando tenía 17 e iba al colegio de élite San Andrés, en Olivos, sabía que el mandato de empezar la universidad al año siguiente estaba ahí, pero no qué carrera seguir. "Mi tía, una referente para mí en el mundo del arte, me sugirió que probara un curso en una universidad de Nueva York: Parsons [The New School for Design]. Era un curso de un mes durante el verano de allá, que comienza en junio y julio", dice. Tomó clases de diseño gráfico y volvió a la Argentina entusiasmada. Era 2009. "A partir de ahí me propuse -con el apoyo de mi familia- empezar el proceso de aplicación para hacer toda la carrera en Estados Unidos, pero quería hacer diseño de indumentaria", continúa. Ya en Buenos Aires se focalizó en el portfolio con el que aplicaría a Parsons. Mientras tanto, trabajaba en la galería Vasari y tomaba clases de arte. Josefina cuenta que no era consciente de que realizar ese proceso la podría llevar a pasar los próximos cuatro años de su vida en Nueva York. Tampoco sabía exactamente con qué se encontraría: a Parsons acuden pequeñas promesas fashionistas; Tom Ford y Alexander Wang, entre otros, nacieron allí. Durante la carrera realizó además un intercambio educativo a la Central Saint Martins de Londres, otra meca de diseño, donde confirmó su verdadera pasión: "Esta universidad en definitiva fue una de las partes más valiosas, porque me abrió los ojos al mundo textil, lo que me impulsó a la parte del diseño que sentí y siento que pertenezco", dice.
Sus primeros pasos en Manhattan
El cuarto se veía minúsculo. "Sobre todo para una estudiante de diseño, ya que solés estar sobrepasada de materiales hasta el día que te recibís. Pero yo estaba feliz, ese cuarto iba a ser mi casa por un año", relata, sobre la habitación del Campus que la cobijó ese primer año en Greenwich Village. La icónica plaza del barrio donde vivía -y donde está Parsons- se hizo conocida por ser el escenario de la introducción a la serie Friends: la fuente con agua y el arco del triunfo detrás se ubican en el centro del Washington Square Park. En esa zona de edificios bajos también está la New York University y los míticos bares de jazz que se superponen con los recién inaugurados. Era ahí donde vivía Rachel Green junto a su amiga Mónica Geller ( Courteney Cox). Josefina se declara "fanática" de Friends; su Mónica era Carlota, una española con la que se conoció en una de sus primeras clases en Parsons y que fue su gran aliada durante todos estos años de estudio. La diferencia es que Josefina nunca soñó con llegar a R.L., simplemente se dio.
Las puertas de Ralph
La semana antes de terminar de cursar en Parsons, Josefina ganó un concurso de una empresa de e-commerce que recién llegaba a Manhattan. Fue eso lo que le abrió las puertas de ese mundo azul, blanco y de caballos diminutos. Entró tres semanas como pasante en el área de Home (decoración). Fue en octubre de 2015 y, esos 21 días, se transformaron, primero, en seis semanas, después, en tres años. "Estaba feliz, creo que era la única marca que me entusiasmaba conocer desde adentro pero mis expectativas se superaron por completo. Las oficinas eran impresionantes. Mi primer lugar de trabajo era un espacio enorme con vista al Central Park, con una jefa increíble... Sentía que iba a ser una experiencia inolvidable y lo sigue siendo", cuenta. "Primero tuve una propuesta para quedarme seis semanas, para ayudar en el armado de una presentación para Mr. Lauren -como lo llaman acá-. Hoy, sigo acá, tres años más tarde. Me encontré con un grupo de gente muy lindo y un ambiente laboral muy cálido y humano. Tuve la suerte de tener dos jefas que me dieron todo su apoyo en este tiempo que estuve en la empresa. Mi primera jefa fue mi gran mentora y hoy es mi amiga".
Actualmente trabaja en el equipo de Fabric by the Yard, donde diseñan telas para interiores. "Nuestras telas son un producto final que está compaginado en libros que acompañan a las colecciones por temporada, se venden al mercado de Diseño de Interiores y son las telas que se usan en todos nuestros locales para tapizar los muebles, armar cortinas, almohadones", explica.
Hace unos meses, tuvo la oportunidad de crear un estampado a mano, a partir de un textil de Indonesia que terminó siendo usado para un almohadón en las vidrieras del local en Madison. "Esta solía ser la forma en la que se trabajaba en la empresa hace muchos años, antes de la era digital. Todo a mano".
En la empresa se vinculan con fábricas de distintas partes del mundo: Italia, India, Escocia. Una de ellas es la misma con la que Lauren creó sus primeras corbatas. "Así fue como él comenzó su imperio: diseñando corbatas hace 50 años", cuenta. Para ella, es usual cruzarse a "Mr. Lauren" en reuniones y que todos sus trabajos estén supervisados por él; dice que eso es lo que hace que la marca nunca pierda su impronta. "La marca es él", enfatiza.
El mentor de este núcleo fashionista tiene 78 años y continúa yendo con regularidad a las oficinas. Cada vez que acude a una reunión, un protocolo se desprende detrás: "Nos avisan que está subiendo y siempre todo tiene que estar perfecto, pero después lo ves a él y es una persona súper simple, humilde. La primera vez que lo vi me saludó con la mano y me preguntó cómo me llamaba, sonreía, es simpatiquísimo". Josefina cuenta que no todos los empleados corren con la misma suerte que ella, y que la posibilidad de conocerlo se dio gracias a su jefa, quien la sumó a esa reunión.
Aunque para la argentina planear qué hará de acá a cinco años es prácticamente imposible, ya que siempre dejó que el destino la sorprenda, no descarta la idea de volver a Buenos Aires: "Es donde crecí, donde está mi familia". Pero por el momento, se quedará en Manhattan. "No creo que me vaya a otra ciudad después de acá, si hay otro destino, será Buenos Aires, sin duda".
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