¿Cómo hablar de bullying en casa con los más chicos?
Las conductas violentas que los niños y adolescentes experimentan en la escuela pueden ser físicas, verbales, psicológicas y sociales; cómo deben actuar los adultos si se manifiestan estas señales
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El bullying se define como el hostigamiento sostenido a lo largo del tiempo entre pares en edad escolar, y en el mundo se fue convirtiendo en un eje de conversación por la dificultad de la problemática, los actores que entran en juego y los roles de cada parte para enfrentar esta realidad que se replica en las escuelas y otros espacios de enseñanza y convivencia.
El bullying es tan abarcativo que puede comprender agresiones físicas, verbales, psicológicas y sociales; de allí, la necesidad de hablar del tema con los más chicos para prevenir esta forma de violencia que se manifiesta en los ámbitos que frecuentan.
¿Qué pueden hacer los adultos ante casos de bullying?
Si bien no existe una regla general exitosa para combatir este acoso escolar es sumamente relevante trasladar conceptos a los más chicos que puedan sentar las bases de la tolerancia, la aceptación, la empatía y la solidaridad con sus pares.
Por ello, en los casos de bullying, es fundamental la intervención de los adultos, ya sea los padres, autoridades escolares o aquellos profesionales que puedan contener a la víctima de acoso escolar y guiar en el proceso de búsqueda de una solución.
El primer paso es tener una charla con los más chicos mediante la cual se pueda conocer cómo se sienten en la escuela, con quiénes se vinculan y cómo lo pasan en los tiempos de juego o recreo. Si hubiera un conflicto, es importante respetar el tiempo de cada uno sin presionar ni buscar culpables y, como adultos, mantener la calma para que los niños sepan que pueden confiar y explayarse con naturalidad.
Luego, es necesario transmitirle empatía al niño para que se sienta comprendido y apoyado; destacar su valentía por contar lo vivido; y quitarle la responsabilidad por la situación que está atravesando.
Para llegar a este nivel de confianza, los adultos deben mantener su estabilidad emocional, ya que una conducta desbordada por la preocupación o la angustia del momento, puede retraer ese vínculo de confidencialidad.
Además, para reforzar la autoestima del niño que es víctima de acosos escolar puede resultar conveniente que realice actividades por fuera de la escuela, de modo que pueda estrechar lazos con nuevos grupos, conocer a otras personas y descubrir un escenario nuevo en el que pueda encontrarse a gusto.
En paralelo, es necesario plantear el tema en la escuela, ya que esta institución es quien deberá evaluar las medidas disciplinarias, según su reglamento específico.
Sumado a esto, es recomendable la búsqueda de un especialista que puedan orientar a la víctima y al grupo familiar, y evaluar alternativas si es que la escuela no responde como se esperaba. Una opción es la del cambio de colegio, dado que no es conveniente que el niño permanezca en un contexto de vínculos dañinos.
Además, se puede hacer la denuncia a la línea de Convivencia Escolar del Ministerio de Educación de Nación (0800-222-1197), ya que por medio la Ley 26.892 se garantiza el derecho a una convivencia pacífica, integrada y libre de violencia física y psicológica y se insta a las escuelas a actuar para prevenir y frenar las situaciones de bullying.
8 señales de alerta de que un niño puede ser víctima de bullying
- Evidencia de golpes, rasguños, arañazos o moretones.
- Cambios llamativos en su humor o comportamiento, como mostrarse más irritable, ansioso o sensible.
- Baja autoestima.
- Mayor agresividad contra sí mismos u otros o, por el contrario, manifestación de un gran retraimiento.
- Junto con el estrés y la ansiedad, pueden aparecer signos aislados como dolores de cabeza, de panza, diarrea, cambios en la alimentación (pérdida repentina del apetito o una ingesta excesiva) e, incluso, tartamudeo.
- Durante la noche, pueden tener trastornos del sueño, como insomnio o pesadillas, o querer dormir todo el día para aislarse. Además, pueden comenzar a hacerse pis en la cama o se los puede escuchar hablar dormidos, diciendo frases como “dejame”, “soltame” o “andate”.
- Padecimiento del “síndrome del domingo a la tarde”, que consiste en un rechazo contundente a la idea de volver al colegio al día siguiente. Esto puede ir acompañado de llanto o dolores psicosomáticos.
- En los casos más graves, pueden tener ideas de muerte o escapistas.
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