Hay consenso entre los expertos de que, en la mayoría de los casos, los padres no olvidan a sus hijos en el auto por negligencia sino por otros motivos
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“Me sentí como la peor madre del mundo”. Así describe Ana Nunes, de 44 años, el día que olvidó a su bebé en el auto. Ocurrió hace seis años. Como todas las tardes había salido a llevar a su hijo mayor, Miguel, a la escuela.
Ana solía dejar al más pequeño, Gabriel, en ese momento de 10 meses, en casa con su padre, pero ese día rompió la rutina y llevó al bebé a dar un paseo en auto. Después de despedirse de Miguel, decidió pasar por el mercado. Condujo hasta la tienda, estacionó el auto y salió al supermercado.
“Alrededor de cinco minutos después, me di cuenta que había dejado a Gabriel en el asiento del auto en el asiento trasero. Regresé corriendo y encontré a mi hijo distraído con un juguete en la mano”, dice. El episodio atormentó a Ana durante mucho tiempo.
“Pasé meses culpándome a mí misma y pensando en la tragedia que había evitado por poco porque el día era muy caluroso y había estacionado mi auto en la calle bajo el sol”.
Pero, poco a poco, la angustia dio paso a la empatía por los padres que ya habían pasado por la misma situación. “Me pasó a mí y le puede pasar a cualquiera ya que estamos muy acostumbrados a hacer las cosas en piloto automático, con prisa”.
¿Por qué los padres olvidan a sus hijos en el auto?
Hay consenso entre los expertos de que, en la mayoría de los casos, los padres no olvidan a sus hijos en el auto por negligencia. El psicólogo y neurocientífico David Diamond, de la Universidad del Sur de Florida, en Estados Unidos, dedica parte de su carrera al estudio de estos episodios.
En la mayoría de los casos, incidentes de este tipo no son causados por negligencia, sino por cambios en la rutina y la forma en que funciona nuestro cerebro y la memoria. Algunos trucos simples y nuevas tecnologías pueden ayudar a prevenir estos lapsus.
A lo largo de los años, la investigadora ha entrevistado y conversado con unas 50 familias que han vivido el trauma de perder a un hijo en estas condiciones y ha identificado un patrón de comportamiento.
“Todos los padres reportan haber sufrido un lapsus de memoria. Y casi todos se olvidaron de sus hijos en el auto después de cambiar su rutina, ya sea porque decidieron tomar una ruta diferente o porque tuvieron que llevar a los bebés a la guardería antes”, le dice Diamond a BBC News Brasil.
Según la experta, es común que esto ocurra cuando alguien hace algo que no es habitual. “No son solo los padres los que pasan por esta situación: hay registros de pilotos de líneas aéreas que por estar tan acostumbrados a pilotar el mismo modelo de avión, se involucran en accidentes cuando les asignan otra aeronave”, afirma.
“Por eso usamos calendarios, alarmas y post-its para recordar nuevas tareas. Nuestro cerebro necesita ayuda para no olvidar”. Se utilizan diferentes partes del cerebro en el proceso de almacenar y activar recuerdos. En los casos antes mencionados, sin embargo, se desencadenan dos áreas distintas y en competencia.
La investigación de Diamond destaca los ganglios basales como el mecanismo principal en este engranaje mental. Esta parte del cerebro opera a nivel subconsciente, es decir, permite utilizar habilidades ya adquiridas o información almacenada en el pasado sin tener que pensar activamente en ellas.
“Los ganglios basales son nuestro piloto automático. Nos permiten, por ejemplo, conducir sin pensar en los movimientos de los pedales o la ruta exacta al trabajo”, sostiene el neurocientífico. Al mismo tiempo, también usamos con frecuencia el hipocampo y la corteza frontal, que se encargan de procesar y retener nueva información.
Este sistema de memoria es completamente diferente e independiente del primero, según Diamond. Mientras los ganglios basales funcionan de forma automática, el hipocampo necesita ser activado conscientemente para que los datos almacenados puedan volver a formar parte de nuestros pensamientos.
Esto se puede hacer a través de un recordatorio por escrito o un factor externo, pero en algunos casos simplemente no sucede. Cuando Ana salió de la rutina, su hipocampo se activó para procesar la nueva información.
Pero como no estaba acostumbrada a la situación, los ganglios basales la hicieron actuar en piloto automático y acudir al supermercado sin acordarse del hijo que iba en el asiento trasero. “En cierto modo, los ganglios basales y el hipocampo compiten dentro de nuestro cerebro. Y cuando una madre o padre olvidan a su hijo en el auto, significa que el hipocampo ha perdido la batalla”, explica Diamond.
Este tipo de situación le puede pasar a cualquiera, pero los padres que están estresados o con falta de sueño, algo muy común en los primeros meses de un bebé, son aún más propensos. En situaciones de cansancio y nerviosismo, el hipocampo se daña, pero los ganglios basales siguen funcionando con normalidad, explica Diamond en su investigación.
Síndrome del bebé olvidado
Mariana Lopes, de 34 años, vivió meses difíciles tras el nacimiento de su segundo hijo. Sebastião, que ahora tiene 4 años, sufría de reflujo y alergia a la leche de vaca, exigiendo muchos cuidados. “Pasé meses sin dormir y todavía tenía que cuidar la casa y a mi hijo mayor, Vicente, que tenía 3 años en ese momento”.
Cuando Sebastião cumplió 4 meses, el esposo de Mariana decidió llevarla a caminar por una plaza para tratar de aliviar su estrés. Dejaron a Vicente con su abuela y trajeron al menor con ellos. “Era la primera vez que salía de casa desde que di a luz y estaba agotada”, dice Mariana.
“Me bajé del auto, crucé la calle y me dirigí hacia el banco del parque. Fue entonces cuando escuché que mi esposo me llamaba, porque se me había olvidado que el bebé estaba en el asiento del auto”. Mariana informa que quería irse a su casa de inmediato, por la culpa que sentía en ese momento.
“Si hubiera estado sola, probablemente no me habría acordado de Sebastião”, dice. “No salgo del auto en estos días sin mirar el asiento trasero al menos una vez para asegurarme de que no me he olvidado de mis hijos”.
Los episodios de bebés olvidados en automóviles se han vuelto tan comunes -y temidos- en Estados Unidos, que el fenómeno incluso ha ganado un nombre oficial entre científicos y autoridades: Síndrome del bebé olvidado.
Existen organizaciones que se dedican exclusivamente a la prevención y seguimiento de casos. La ONG NoHeatstroke es una de ellas y estima que 906 niños han muerto desde 1998 tras ser dejados en vehículos cerrados en el país, donde el 90% de los hogares tiene al menos un auto.
Es decir, hubo un promedio de 37 episodios como este por año. No hay datos actualizados sobre estos incidentes en Brasil, pero una encuesta realizada por un investigador de la Universidad Federal de Juiz de Fora identificó 59 casos de niños dejados sin supervisión en el automóvil entre 2006 y 2018.
En el 80% de los casos fueron olvidos y en el 17% los niños subieron solos a los vehículos y quedaron atrapados. Nanna Pretto, de 42 años, vivió hace cinco años el pánico que viven las familias en este tipo de situaciones. Ella dice que una mañana ocupada, cambió su rutina y el orden en que dejaba a sus hijos en la escuela todos los días.
Pero tras dar a luz al menor, en lugar de ir a la guardería de Rafael, entonces de 1 año, se olvidó por completo de que él dormía en la sillita del auto en el asiento trasero y se fue directa al banco, su próxima parada.
“Iba camino al cajero automático cuando me di cuenta que necesitaba mi billetera, que estaba en el auto. Cuando volví a buscarla, vi la mochila de Rafael en el banco y recordé que todavía estaba en el asiento del auto”, recuerda.
“Me sentí terrible, como si no quisiera a mi bebé lo suficiente como para darme cuenta de que estaba en el asiento trasero”, dice Nanna.
Cuando pasa lo peor
Afortunadamente no pasó nada grave, pero para otras familias pasa lo peor y el niño no puede resistir el calor de un auto cerrado. En agosto de 2021, el caso en Brasil de un niño de 2 años olvidado en un automóvil por una mujer que lo cuidaba, fue noticia en los principales diarios del país.
Arthur Oliveira dos Santos permaneció dentro del auto por más de tres horas y falleció. Era el día más caluroso del año, cuando los termómetros superaron los 35°C. Según NoHeatstroke, en los casos en que se deja al niño durante largos periodos de tiempo en el coche cerrado, la causa de la muerte casi siempre es un golpe de calor.
Cuando la temperatura corporal supera los 41ºC, las células se dañan y los órganos internos comienzan a cerrarse, explica la ONG en su sitio web oficial. Esta secuencia de eventos puede conducir rápidamente a la muerte.
La cuidadora responsable del niño Arthur dirigía una guardería irregular en su casa, donde acogía a otros 9 niños. Fue acusada de homicidio con dolo.
El proceso sigue en marcha en los juzgados y aunque estuvo en prisión domiciliaria, desde septiembre espera el juicio en libertad condicional. Según el abogado Carlos Nicodemos, especialista en derechos de la niñez, si se llama a una autoridad policial para ayudar a los niños que se quedan en los autos, el consejo de tutela se activa de inmediato, aunque sea un olvido repentino.
“Si se determina que no hubo omisión intencional y todo no fue más que un accidente, se aplica una medida de protección y se deriva a los padres al programa de seguimiento y asistencia familiar”, explica el abogado.
“Pero cuando hay negligencia reiterada, el caso se clasifica como abandono incapaz y entra en la esfera penal”.
En el segundo caso, los padres o tutores pueden ser condenados a penas de prisión o penas alternativas, según las circunstancias y sus antecedentes penales. Las familias aún pueden perder la custodia del niño.
¿Cómo evitarlo?
Una recomendación para que casos como este no sucedan es que los padres sean conscientes de que esto le puede pasar a cualquiera.
“Es importante que sepan que casos como este son comunes, para que nunca dejen de verificar al menos dos veces si el niño todavía está en el automóvil antes de cerrar las puertas”, dice Erika Tonelli, coordinadora del Instituto Bem Cuidar y el organización Aldeias Infantis SOS.
Hay otras formas de evitar el olvido. Las madres entrevistadas en este artículo desarrollaron, por ejemplo, algunas técnicas que aplican en su vida diaria. Lo más sencillo es tener cerca un objeto que ayude a recordar al niño, en el asiento del pasajero o pegado a la llave o al celular. Puede ser un chupete, un juguete o incluso un pañal.
También es útil adquirir el hábito de poner su bolso o pertenencias personales en el asiento trasero del automóvil, al lado la silla del bebé. Las madres aún recomiendan instalar un espejo en el automóvil, para que se pueda observar al bebé incluso cuando el asiento del automóvil está en la posición trasera.
Finalmente, en los últimos años se han desarrollado varias tecnologías que pueden hacer la vida mucho más fácil a padres y madres. La aplicación de navegación Waze tiene una función de ‘Recordatorio para niños’ que se puede activar en la configuración.
También existen otros programas para esto, como Kars 4 Kids y BabyOnBoard.
Se conectan al GPS del celular y emiten alertas sonoras en cuanto el conductor estaciona, e incluso se puede programar la aplicación Backseat para enviar SMS automáticos a contactos preestablecidos cada vez que se apaga el auto. Los mensajes recuerdan que el niño puede ir en el asiento trasero.
Y algunos modelos de sillas de coche más modernas tienen sensores que avisan al conductor a través del teléfono móvil o avisos sonoros de que el niño sigue en la silla.
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