Hay gente común que rutinariamente supera a los expertos cuando se trata de vaticinar lo que se viene
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¿Sabías que eso iba a pasar?
A veces la vida nos da la oportunidad de ufanarnos pronunciando la ubicua frase de “¡te lo dije!”, y hay quienes están convencidos de que realmente son muy buenos vaticinando el futuro.
Pero, si somos honestos, en la mayoría de los casos “sabíamos” que algo iba a pasar solo después de que ocurre: era una de las posibilidades que consideramos.
Los humanos hemos estado tratando de predecir el futuro desde la antigüedad.
Los chinos tenían el I Ching mientras que los oráculos griegos preferían buscar respuestas en las entrañas de los animales.
En la actualidad, las agencias de inteligencia de todo el mundo se basan principalmente en opiniones de expertos para pronosticar eventos.
Pero hay gente común entre nosotros que rutinariamente supera a los expertos cuando se trata de hacer predicciones precisas sobre el futuro.
Los llaman “superpronosticadores” y, por si te suena a charlatanería, no hay ningún engaño involucrado.
“No estamos hablando de algún tipo de adivino psíquico o nada por el estilo”, subraya David Robson, autor de La trampa de la inteligencia.
Por el contrario, los científicos han descubierto ciertos rasgos de personalidad y habilidades específicas.
“Son personas que pueden predecir por ejemplo si una guerra civil va a estallar en una región con problemas o quién va a triunfar en los Juegos Olímpicos”, le dijo Robson al programa de la BBC CrowdScience.
Tienen un talento natural para examinar la evidencia y ver a dónde conducirá en el futuro.
Súper
El término “superpronosticador” surgió de un torneo, cuyo objetivo era buscar nuevos enfoques en las predicciones políticas, llamado Good Judgement Project (Proyecto Buen Juicio, en español) y financiado por la Actividad de Proyectos de Investigación Avanzados de Inteligencia o IARPA, por sus siglas en inglés.
Bajo la dirección del científico político Philip E. Tetlock, desde 2011, el equipo invitó a miles de participantes de todos los orígenes sociales para probar sus habilidades de predicción.
Cuatro años, 500 preguntas y más de un millón de predicciones más tarde, el 2% más exitoso fue llamado superpronosticador.
El proyecto más tarde se escindió en una empresa de pronósticos comercial dirigida por Tetlock, cuyo trabajo anterior había demostrado que los pronosticadores profesionales en realidad no eran muy precisos.
Tras analizar 82.361 predicciones realizadas por 284 expertos en campos como las ciencias políticas, la economía y el periodismo, llegó a la conclusión de que “unos chimpancés tirando dardos a los posibles desenlaces” probablemente obtendrían resultados similares, como dejó claro en su libro El juicio político de los expertos (2005).
¿Podrían aquellos superpronosticadores, que no habían llegado como expertos, hacer un mejor papel?, se preguntó el politólogo.
Mente realmente abierta
La respuesta fue: sí. Algunos de ellos tenían la capacidad innata de acertar con las previsiones.
Pero ¿por qué? ¿Qué tenían de especial?
“A menudo eran curiosos, tenían una mente abierta, estaban dispuestos a buscar evidencia y cuestionar sus suposiciones y también eran intelectualmente humildes, de manera que eran capaces de reconocer sus propios sesgos y tomarlos en cuenta”, señala Robson.
No se trataba solo de escuchar o leer muchas opiniones sino tener “la capacidad de actualizar los pronósticos u opiniones en función de la información encontrada... y no todos podemos hacer eso, pues a menudo estamos muy amarrados a nuestras creencias”.
“Los superpronosticadores son muy buenos simplemente abandonando lo que habían pensado que era correcto y adoptando otra opinión”.
“Son distintivos psicológicamente”, le dijo el mismo Tetlock a la BBC en 2015.
“Si tuviera que identificar algo en particular es que mientras que la mayoría de la gente piensa en sus creencias como algo muy precioso que los define, hasta sagrado, los superpronosticadores tienden a considerar sus creencias como hipótesis para poner a prueba, que deben revisarse de acuerdo a la evidencia”.
“Eso significa que tienden a ser mejores al hacer estimaciones iniciales, tan pronto como se les hace una pregunta, pero son aún mejores en actualizar lo que piensan a medida que obtienen más información, así que pueden recalibrar si la probabilidad es más alta o más baja”, explicó el politólogo.
Ponete a prueba
Entonces, como los científicos, los superpronosticadores ven sus predicciones como hipótesis y siempre están a la caza de nueva información, evaluando cuidadosamente esos datos y actualizando sus predicciones.
Pero además de tener una mente genuinamente abierta, se destacan en el pensamiento analítico.
¿Será que vos también?
Tratá de responder esta pregunta de David Robson.
“El viento sopla desde el este y un tren eléctrico se dirige al oeste. ¿En qué dirección cardinal echará el humo de la locomotora?”.
¿Y?
La respuesta es que el humo no va en ninguna dirección. “Dije que era un tren eléctrico”.
¿Otra?
En este caso se trata de tres personas: Jack, Ana y Jorge.
Jack está mirando a Ana pero Ana está mirando a Jorge. Jack está casado pero Jorge no. ¿Hay alguna una persona casada mirando a una persona soltera?
Las opciones son: “Sí”, “No” o “No se puede determinar”. La respuesta está al final del artículo.
“Este tipo de preguntas buscan establecer si simplemente te dejás llevar por tus intuiciones o si realmente estás analizando lo que se está diciendo y cuestionándolo”, explica Robson.
Y he aquí la cuestión: uno puede pensar que leer mucho y ser analítico es un rasgos de gente muy inteligente, sin embargo, no es suficiente. Curiosamente, tener mucha capacidad intelectual puede llevarte a las conclusiones equivocadas.
“A menudo, cuanto más inteligente sos, mejor se te dará el hallar todo tipo de razones y fundamentos para tus opiniones y detectar las pequeñas discrepancias en el argumento de los otros, para demoler lo que están diciendo.
“Así que el problema es que en realidad cuanto más inteligente sos, mejor sos en engañarte a vos mismo y a otras personas”.
El 2%
Quizás es bueno que no estemos limitados por nuestra capacidad intelectual, pues eso significa que seríamos capaces de mejorar como pronosticadores.
Pero hay algo más que tener en cuenta.
Además de una mente abierta y pensamiento analítico, para hacer buenos pronósticos se necesita lo que se conoce como pensamiento probabilístico.
Y alguien que lo tiene es Michael Storey, uno de los originales miembros de ese selecto grupo del 2% del Good Judgement Project, quien hizo carrera como superpronosticador, y siguió trabajando para Good Judgement Inc.
"Soy una persona muy curiosa, y esa es probablemente mi principal motivación en la mayoría de las cosas que hago".
En su conversación con BBC CrowdScience, Storey destacó la importancia de tener una perspectiva externa.
“Hay una teoría que dice que si estás demasiado cerca de las cosas tendés a equivocarte más. Lo que sucede es que, sin date cuenta, elegís prestarle atención a una parte de la información e ignorás cosas que no encajan con tu punto de vista; eso se llama sesgo de confirmación”.
Salirse mentalmente de una situación para tener en cuenta las opiniones de los demás y mirar al pasado en busca de ejemplos puede ser muy útil.
“Imaginate que estás en una boda y te preguntan si crees que la relación va a durar”.
Es fácil dejarte llevar por lo romántico y la alegría del momento, “y en la mayoría de los casos el final es feliz”, pero los superpronosticadores ajustan esa impresión yendo más allá de la información inmediata.
"Y cuando lo hacés, podés tomar una evaluación más sobria y fijarte, por ejemplo, si son personas mayores o religiosas, entonces es mucho menos probable que se separen; así vas incorporando otros factores que podés obtener desde afuera, a los que tenés cerca, y obtenés esa perspectiva externa".
Lo que estarías haciendo es ajustar tus intuciones con la ayuda de información y algo muy importante, señala Storey: la coincidencia de patrones.
“Cuando ponemos a prueba a las personas para ver cuán probable es que sea un buen pronosticador no examinamos sus conocimientos de algún tema ni nada por el estilo sino su sus habilidades en el reconocimiento de patrones de imágenes”.
Y, aunque no todos tenemos todos esos talentos naturales, la buena noticia es que los investigadores creen que estas habilidades se pueden aprender. De hecho, hay cursos para adquirirlas.
¿Por qué hacerlo?
Porque aunque no te vayas a dedicar a pronosticar eventos geopolíticos o movimientos bursátiles, aprender a pensar analíticamente y a cuestionar suposiciones y creencias te puede ayudar a decidir si debés cambiar de trabajo, comprar esa casa o invertir en el negocio de tus amigos.
Jack, Ana y Jorge: la respuesta
Como no nos dicen nada sobre el estado civil de Ana, la respuesta parece ser “no se puede determinar”, pero es “sí”.
No es necesario saber si Ana está casada o no.
Si lo está, ella es la persona casada que mira a una persona soltera: Jorge. Si no lo está, Jack es la persona casada que mira a una persona soltera, Ana.
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