Cómo es ser mamá en Francia
María Paz nos cuenta cómo fue su experiencia de maternidad durante los tres años que vivió en París, en los que tuvo que enfrentar un gran desafío: el nacimiento de su segundo hijo con síndrome de Down.
María Paz de Elizalde (34) es maestra jardinera y tiene dos hijos: Félix, de 4 años, y Juan Cruz, de 1 año. Hace poco más de 3 años se fueron a vivir a París por el trabajo de Martín, su marido y padre de los chicos, y volvieron hace pocos meses. Siempre tuvieron en mente que su estadía en Francia tenía un fin y que querían volver a Argentina para que sus hijos crezcan rodeados de familia y amigos. Pero además, hubo un factor clave en el deseo de la familia de María Paz de querer regresar: su segundo hijo, Juan Cruz, nació con síndrome de Down y tanto María Paz como Martín estaban seguros de que en Argentina la integración de Juan Cruz iba a ser más fácil.
¿En qué parte de París vivías? ¿Cómo era el barrio? ¿Cómo se movilizaban de un lado para otro?
Nosotros vivíamos en el barrio Levallois Perret, a unos 10 minutos del Arco del Triunfo. Un barrio super tranquilo y nada turístico; estábamos enamorados de Levallois. El colegio de Félix nos quedaba enfrente y teníamos una plaza lindísima a media cuadra. Además, quedaba todo cerca: supermercado, farmacia, pediatra, boulangerie (panadería), marché (un paseo obligado de los fines de semana)... La cuidad es muy limpia y está bien mantenida, un placer. Martín trabajaba a unos 50 minutos de casa, así que él iba en auto. Pero yo me movía en metro y bus, sola o con los chicos y la verdad es que París tiene todo tan bien armado que nunca tuve ningún problema. Sabía que si tenía que estar a tal hora en un lugar, iba a llegar.
¿Cómo es el clima en la región donde vivían? ¿Cómo afectaba esto al tipo de actividades que hacían con tu familia?
El clima en Paris es un tema… En invierno amanece tarde y se hace de noche muy temprano y eso te limita un montón para salir y hace bastante frío. En cambio, los días en verano son muy largos y no hace tanto calor como en Buenos Aires. Son aproximadamente 10 días de mucho calor.
En el año teníamos muchos días de lluvia y muchos días nublados... Londres tiene mala fama por el clima, pero París está ahí nomás también. La lluvia era esa lluvia molesta que apenas moja la calle y siempre constante, así que cuando estaba así salíamos igual a la calle, a la plaza bien abrigados a tomar un poquito de aire… ¡Si no, estar adentro todo el día se hacía muy largo!
¿Qué suelen hacer las familias francesas en las vacaciones? ¿Cuánto tiempo tienen por lo general?
Este es un punto muy positivo que tienen los franceses. En promedio tienen 35 días hábiles de vacaciones por año y los chicos en el colegio tienen 2 semanas de vacaciones por cada 6/7 semanas de clases. Así que los que tienen hijos en edad escolar tienen que tomarse alguna semana extra para estar con ellos o los mandan en tren a lo de sus abuelos en alguna región de Francia. No existe tener empleada permanente en la casa que cuide a los chicos, porque el sistema de guarderías y jardines de infantes está muy desarrollado y funciona muy bien: los chiquitos van desde los tres meses. Eso nos sorprendió muchísimo, porque van desde muy chiquitos ¡más de 8 horas!
Por lo general los franceses en vacaciones se mueven mucho por Francia y son muy monótonos. En febrero se van a esquiar, en verano van a la playa… generalmente no varían. Pero algunos viajan dentro de Europa en busca de calor (España, Grecia o la Costa Azul en el Mediterráneo).
¿Cómo es la educación en Francia? ¿Los padres suelen mandar a sus hijos a instituciones privadas o públicas?
La educación es muy estricta. Ya desde chiquitos los tienen súper cortitos a los chicos en el jardín y en primaria. Las escuelas públicas son muy buenas y como te contaba, los chicos van a la guardería, generalmente pública, desde los 3 meses durante todo el día.
Hay un tema medio conflictivo que es que a partir de secundaria, en los colegios se manejan mucho con un sistema de ranking de calificaciones, entonces los chicos tienen mucha presión de sus padres para estar bien rankeados para después entrar a las “grands ecoles” (universidades).
En nuestro caso, tuvimos una muy buena experiencia con el jardín de Félix, que era público, y la verdad es que la infraestructura era increíble; al mismo nivel que un colegio privado de Argentina. Lo que sí nos pasaba que es que las maestras eran mucho más frías y distantes con los chicos y eso nos parecía muy raro, especialmente a mí que soy maestra jardinera.
¿Cómo es el tema de la seguridad? ¿Es común que los chicos jueguen afuera de sus casas, en espacios públicos?
Yo creo que como en todos lados, en París te tenés que cuidar, pero la verdad es que yo salía muy tranquila a la calle. Juan Cruz iba en el cochecito y Félix caminando al lado mío. Por ejemplo, en la plaza podías dejar tu chochecito ahí a un costado sin problemas, que nadie te tocaba nada. No sufrimos nunca un hecho de inseguridad en la calle, pero sí una vez nos robaron una de las bicis del garage de nuestra casa.
Pero en general los chicos se mueven mucho solos: los de 9/10 años ya vuelven solos a la casa después del colegio y hasta algunos pueden retirar a sus hermanos menores del cole.
¿Qué tan diferente es la alimentación de los franceses a la de los argentinos? ¿Tuviste que cambiar mucho la forma de alimentar a tu familia?
Nosotros no cambiamos la forma de alimentación. Lo que hicimos fue incorporar cosas nuevas, como una variedad de quesos más amplia. Félix es fanático, ¡más que yo!
Pero en general lo que llama la atención es que los franceses comen poco y sano. A veces cuando vas a un restaurante y llega el plato, ya de solo mirarlo pensás que te vas a quedar con hambre.
Un hábito que adquirimos acá fue el de ir a comprar la fruta y verdura en un mercado de productores, que aunque era un poquito más cara valía la pena; todo era espectacular. También comíamos mucho pescado y cerdo. Pero la carne francesa es muy dura y los cortes muy diferentes, así que no nos gustaba mucho. Por suerte, por medio de un amigo, conocimos una boucherie (carnicería) que nos cortaba la carne con los cortes argentinos. Martín terminó siendo amigo del dueño. En dos oportunidades le compramos un cordero y un lechón entero… ¡el carnicero no lo podía creer; nos amaba!
¿Podrías recomendarme algunos lugares o actividades para aquellos que viajen con hijos pequeños a París?
Algo que nos llamó siempre la atención es que París no es una ciudad muy preparada para chicos. Por ejemplo, hay muchos restaurantes que no te permiten entrar con cochecito ¡y en algunos museos tampoco! Sin ir más lejos, en el Palacio de Versalles no se puede. También te puede pasar que te miren con mala cara si tus hijos hacen mucho ruido en un lugar donde hay mucha gente grande.
Pero más allá de eso, hay muchas actividades para hacer en familia o con chicos. Algunas de mis preferidas son:
- France miniature: es un parque temático todo creado para chicos Ahí están todos los monumentos, las redes de trenes eléctricos, los castillos e iglesias más importantes de Francia. Es un recorrido al aire libre que te va contado las historias de cada una de ellas. A Félix le encantó cuando fuimos.
- Zoo Parc de BeauVal: es un zoo increíble a 100 kilómetros de París, si tenés tiempo de hacerte una escapada.
- El Jardin d’acclimatatio: es un parque con juegos, un gymboree y animales.
- El acuario de Paris: no tiene mucha fama pero es lindísimo, al igual que el zoo de Paris que está recién renovado hace dos años.
- La Torre Eiffel: subir a la torre es increíble a cualquier edad.
¿Cómo fue tu experiencia en cuanto a atención médica y acompañamiento terapéutico a partir de que te enteraste de que tu hijo Juan Cruz tenía síndrome de Down?
Me quedé embarazada en nuestra visita a Argentina en diciembre de 2014 así que el primer control fue en Paris. Por recomendación de una amiga casada con un francés fui a ver al obstetra de su suegra en el American Hospital of Paris, que es privado y muy bueno. La diferencia con los públicos, que también son excelentes, es que el médico te acompaña todo el embarazo y va al parto a la hora que sea. En un hospital público vos te atendés hasta los 6 meses con un médico y ya después los controles son con el que te toque y en el parto puede haber uno que nunca conociste.
Así que por eso nos decidimos por un hospital privado. Allí conocí al Dr. Chiche, un médico excelente que nos acompañó no solo médicamente, sino emocionalmente. Nos enteramos de la posibilidad de que Juan Cruz tuviera síndrome de Down en la ecografía de la semana 12, la Traslucencia nucal. Enseguida hablamos con mi tío, que es obstetra en Buenos Aires, y me dijo que existía la posibilidad de hacerme un análisis de sangre para buscar el ADN fetal en la sangre materna. Así que también consultándolo con el Dr. Chiche, eso fue lo que hicimos y esperamos una semana los resultados, ya que los mandaban a analizar a EEUU. A la semana me llamaron y me dijeron el resultado por teléfono: fue terrible, muy directo, sin nada de tacto. Al día siguiente tuvimos una reunión con la genetista, que nos dibujó el árbol genealógico, nos explico no sé cuántas cosas y nos dijo sin vueltas que existía la posibilidad de interrumpir el embarazo. A nosotros esa manera de pensar y hablar acerca de nuestro hijo nos pareció durísima. Pero en Francia el aborto es legal y está mucho más arraigado en la sociedad como algo normal.
Decidimos que lo mejor era buscar ayuda profesional, así que nos pusimos en campaña para conseguir una psicóloga latina o alguien que entendiera nuestra forma de pensar para poder acompañarnos en este proceso. Por medio de otro amigo argentino que vive allá hace muchos años conocimos a Berta, una persona increíble, que nos contuvo y nos ayudó a transitar todo el embarazo y primer año de Juan Cruz.
¿Y cómo fueron el embarazo y el parto?
El embarazo fue bueno, seguí con mi vida normal, llevando a Félix al colegio, caminado 4 km por día y yendo a los controles y ecografías. Recién en el sexto mes se vio el primer signo de que Juan Cruz era diferente: tiene el fémur un poquito más corto (algo típico del síndrome de Down).
Juan Cruz nació un mes antes porque se desencadenó el parto. Por suerte el médico me advirtió que podía nacer en cualquier momento y mi mamá pudo viajar enseguida a acompañarnos y llegó justo a tiempo. El parto fue increíble: a Juan Cruz lo esperaba mucha gente, la sala de partos tenía una energía y una carga emocional especial. Como mencionaba antes, el índice de abortos es muy alto en Francia ya que es legal, entonces no todos los días reciben bebés tan especiales.
Después vino una parte más dura, Juan Cruz estuvo en neo un mes porque no saturaba bien el oxígeno; nada grave, pero lo tuvimos que trasladar a otro hospital ahí cerca, el Hospital de Neuilly, que era publico, pero era increíble. Fue ahí después donde lo volvimos a internar con bronqueolitis a los dos meses. Ahí nos atendieron muy bien. Tenia un cuarto para el solo, con una cama para mí y yo podía tenerlo a upa todo el tiempo que quisiera. Yo iba desde la mañana temprano, volvía a la tarde a casa para estar con Félix y a la noche íbamos de nuevo al hospital con Martín.
¿Cómo te organizabas mientras tanto con Félix, tu hijo mayor, si tenías que ocuparte tanto de Juan Cruz?
Bueno, mientras tanto, la vida en casa seguía. Félix estaba bajo el cuidado de mis papás y empezando sala de 3 en jardín nuevo. Fue difícil, todo era raro: el bebé ya había nacido pero no estaba en casa, mamá y papá estaban nerviosos y angustiados y él yendo a un colegio nuevo… Costó la adaptación pero pudimos salir adelante.
¿Cómo te fue con la elección del pediatra? ¿Los acompañó bien durante el primer año de Juan Cruz?
La pediatra de los chicos se portó muy bien con nosotros, fue siempre muy amable. Pero vale destacar que la relación que uno pueda tener acá en Argentina con su obstetra o pediatra es mucho más cercana e informal. Por ejemplo, lo saludás con beso. Allá eso no existe.
Cuestión que por medio de ella llegamos a una fundación donde estaban los profesionales que Juan Cruz necesitaba. El lugar era super profesional, las terapeutas buenísimas y con mucho conocimiento, pero el trato personal… era muy diferente de cómo lo manejan acá en Argentina. Allá íbamos a consultas aisladas, donde nos daban consejos y recomendaciones para hacer en casa. Yo sentía que teníamos que hacer más, pero ellos estaban convencidos de que eso era lo mejor porque Juan Cruz era chiquitito todavía. Nuestra pediatra de Argentina y la de Francia nos dijeron que si queríamos podíamos tomar más sesiones de kinesiología para avanzar más rápido, así que así lo hicimos.
Todo es muy diferente allá: no había, como generalmente se usa en Argentina, un grupo de padres para reunirse, compartir experiencias, charlas informativas… (o por lo menos no llegamos a encontrar nada así durante el primer año de Juan Cruz). Pero hay que destacar que médicamente la atención de los profesionales allá fue muy buena y que si bien ellos están más acostumbrados a la opción de interrumpir el embarazo, cuando marcamos nuestra decisión, nunca más nos plantearon la posibilidad y nos acompañaron muy bien.
¿Cómo fue que decidieron volver a Argentina finalmente?
Volvimos dos meses antes de que se cumplieran los 3 años de vivir allí porque a Martín le ofrecieron un puesto muy bueno acá en Buenos Aires. Igualmente, la verdad es que siempre supimos que nuestra estadía en París no iba a ser para toda la vida y que queríamos volver a Argentina para que nuestros hijos crezcan cerca de nuestros amigos y familiares. Por otro lado, sabíamos que acá todo el tema de la integración de Juan Cruz iba a ser más fácil. Todo eso no quita que la despedida de París fuera durísima para nosotros. Nos dio mucha pena volver, ya que allí dejamos un pedacito de nuestra historia familiar y muchos amigos que nos acompañaron desde el principio.