Cómo es el homenaje para Emiliano Martínez, el héroe marplatense que nació en un barrio humilde del puerto
El lugar elegido para la celebración es el sector conocido como Las Toscas, al lado del Torreón del Monje
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MAR DEL PLATA.— Hay carteles clásicos. “Gracias Dibu”. También exagerados, con su rostro en formato estampita, como santo o dios. Y otros más osados: “Mirá cómo te como”, les escribió una señora bastante mayor. “Con esas manos atajame las t….”, dice el que sostiene una veinteañera y mejor no dar más detalles.
Se repiten en primera fila, frente al escenario de Las Toscas donde lo van a recibir. Más atrás, sobre las pendientes de césped que se empiezan a colmar. También sobre el Boulevard Peralta Ramos, más lejos pero con gran panorámica. Y con los pies en la arena, porque también hay pantalla hacia la playa. Por todos lados están desde temprano los fanáticos preparados para el gran homenaje a Emiliano “Dibu” Martínez, campeón del mundo con el seleccionado argentino de fútbol.
El lugar elegido lleva el nombre de Arena Fest pero no es otro que el sector conocido como Las Toscas, entre el Torreón del Monje y la pileta cubierta. Allí, durante el mundial, decenas de miles de personas pasaron para vivir en vivo y pantalla gigante los siete partidos que llevaron al equipo nacional a esta Copa del Mundo que trajeron al país Lionel Messi y compañía.
Y desde entonces hay locura aquí por Martínez, que arribó a su ciudad el martes por la noche. Lo recibieron cientos de personas en el acceso por ruta 2. Y otras tantas, vecinos en este caso, en el barrio privado donde intentó descansar tras el viaje desde Qatar y la inolvidable caravana desde el predio de AFA en Ezeiza hacia Capital Federal.
Casi que no pudo. Tuvo guardia y vigilia en la puerta de su casa, en su mayoría niños que querían una foto, un autógrafo, aunque sea un saludo. No tuvo para todos pero sí les regaló alguna salida hasta el acceso, donde recibió el primer baño directo de reconocimiento bien marplatense.
Ya se lo palpitaba porque familiares le mandaron fotos de ese altar en que se había convertido su casa, dentro de un barrio privado de la zona Sur. Los vecinos le dejaban cartas, camisetas, banderines y banderas. Ofrendas. Casi como si fuera su dios.
Pádel con amigos
Anoche recibió otra dosis cuando con su hermano y amigos fue a jugar al pádel a un complejo de la zona del puerto. Su llegada alborotó el complejo y otra vez lo que de aquí en más será una constante: más fotos, más autógrafos, más saludos.
Cómo imaginar semejante devoción en apenas un año y medio. Porque hasta la Copa América de 2021, cuando Argentina ganó en Brasil y fue determinante en definición por penales, Martínez era aquí conocido solo por los más futboleros. Era recordado como el arquerito que con 12 años se fue a Buenos Aires, estuvo un rato nomás en Independiente de Avellaneda y a los 17 voló para jugar su suerte en Inglaterra. Pasó casi una década hasta que se cruzó con lo que había ido a buscar cuando salió de Mar del Plata: la gloria, que hoy tiene forma y peso de Copa del Mundo.
El agasajo que le preparan para esta tarde lo tendría frente a su gente cerca de las 18. Antes hay preparativos para entrar en clima con shows musicales y proyecciones en pantalla gigante de momentos inolvidables del Mundial. Sí claro, con las atajadas de Martínez, decisivo en los penales y algo más, como en las jugadas finales en tiempo reglamentario tanto contra Australia como ante Francia.
Lo que despertó no tiene límites por estos días. Por ahí arriba, a nivel de calle, andaba Ramón Zárate con sus dos creaciones: La Dibuneta, que es un Ford A modelo 31, y La Scaloneta, una Ford F 100 modelo 63. A ambos vehículos los pintó de celeste y blanco apenas se ganó la final. Fue a pincel y látex. “Valió la pena el destino que dimos a la pintura que teníamos para acondicionar la casa”, contó, ilusionado con que Martínez se arrime y se saque fotos con sus joyas.
Y como ya publicó LA NACION, la catarata de reconocimientos que se lanzaron para Martínez no parece tener límites. Colgaron su imagen como si estuviera atajando en un arco de cemento en Diagonal Alberdi y Entre Ríos, a metros del balneario Punta Iglesia. Hay interesados en hacerle una estatua. Lo quieren declarar ciudadano ilustre. También hay quienes quieren que su nombre pase a identificar al Estadio Mundialista, que actualmente se llama José María Minella. Quieren armar una ruta con lugares identificados con su breve etapa de formación en la ciudad. ¿Qué más? Y seguro que habrá más. Es marplatense. Es ídolo. Se lo mira como un héroe. Y aquí ya se lo construye como un verdadero prócer.
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