Cómo enfrenta Brasil el peor momento de la epidemia de dengue
Brasil perforó esta semana los dos millones de casos; ya fallecieron 656 personas
- 6 minutos de lectura'
BRASILIA.– La urgencia se palpaba en las caras largas, en los brazos cruzados y en la impaciencia de decenas que esperaban su turno para ser atendidos sentados, ayer al mediodía, en Ceilandia, una ciudad a 30 kilómetros de la casa de gobierno, donde se concentra casi la mitad de los casos reportados de dengue en el distrito federal.
También, en el ir y venir de enfermeros y familiares, que caminaban al lado de carpas verdes con la cruz roja, que resguardaban las 60 camas montadas por la Aeronáutica de Brasil en esta unidad montada a comienzos de febrero para responder a la emergencia por la explosión de casos de dengue.
Brasil atraviesa el peor momento de la epidemia, que virtualmente ya supera los dos millones de casos confirmados por la picadura del mosquito Aedes aegypti.
“Es el problema más grave de salud pública que enfrentamos en este momento”, admitió este miércoles Nísia Trindade, la ministra de Salud del presidente Lula da Silva, en una conferencia de prensa en la que presentó el último balance de la epidemia.
1.978.372 fueron infectados según la última actualización del Ministerio de Salud disponible, actualizado el miércoles pasado. Es un nivel récord desde el inicio de la serie histórica, en 2000. El registro anterior más alto había sido de 2015, con 1,68 millones de casos.
Epidemiólogos estiman, sin embargo, que el número real de infectados, contemplando los asintomáticos y aquellos con síntomas leves que no necesitaron ir a una unidad de salud, podría ser el doble.
“Nuestro foco tiene que ser continuar con el control, el combate al mosquito, y garantizar la atención prioritaria para casos graves, para salvar vidas”, agregó la ministra.
Son 656 personas las que fallecieron por el dengue –en su mayoría mayores de 60 años– en este país, y otros 1025 fallecimientos se investigan, bajo sospecha de posibles casos de dengue.
Un cóctel de factores, como las recientes olas de calor y precipitaciones en abundancia dadas por el cambio climático, el arrastre de dos años anteriores con alta incidencia de infecciones, la circulación simultánea de cuatro tipos de dengue y una deficiente campaña de comunicación sobre la enfermedad condujeron a Brasil a una situación crítica, según expertos consultados por LA NACION.
Once estados brasileños y más de 300 municipios declararon la emergencia hasta el momento para adoptar medidas excepcionales en el combate a la epidemia.
Pico de la epidemia
Alexandre Barbosa, infectólogo profesor de la UNESP y coordinador científico de la Sociedad Brasileña de Infectología (SBI), asegura que Brasil está en el “pico” de la epidemia y entrará en las peores semanas del año en relación con nuevos reportes de infectados.
El experto de la SBI proyecta entre 4.000.000 a 4.500.000 de casos para fin de 2024 y un número de fallecidos cercano a 3.500, tres veces más que los récords anteriores. La enfermedad debe ganar fuerza en los estados del noreste de Brasil, en desmedro del sur y sudeste, donde las temperaturas tienden a disminuir con la entrada del otoño.
“La principal preocupación tiene que ver con la asistencia en muchos lugares, donde el dengue no solía ser un problema. Ahora hay sobreocupación en los servicios de atención básica, tanto privada como pública”, dijo Barbosa a LA NACION.
El experto señaló otra dificultad: la proliferación del dengue en estados cuyo personal de salud no está acostumbrado a lidiar con la enfermedad.
“Hay una dificultad desde el punto de vista del manejo clínico en zonas próximas a la Argentina, como los estados de Río Grande del Sur o Santa Catarina, donde no hay una familiaridad”, explicó.
El Gobierno de Lula da Silva destinó en diciembre unos 260 millones –cerca de 50 millones de dólares– para que estados y municipios realizaran tareas de prevención. Lanzó también diversas piezas publicitarias con mensajes de prevención, bajo el lema “unidos contra el dengue”.
Para el experto, el Ejecutivo intenta contener daños ante un problema que subestimó.
“No hubo una comunicación asertiva. Hoy la población tiene baja percepción del riesgo de la enfermedad. El dengue mata, ese tendría que ser el mensaje de forma muy clara”, opinó el experto, que señaló que el 80% de los focos donde se reproduce el mosquito están dentro de los domicilios o en áreas próximas.
Problemas políticos
En la semana que Brasil perforó los dos millones de casos de dengue, la preocupación del Gobierno por la crisis en salud pública quedó evidenciada en una reunión de gabinete de ministros de Lula. El presidente lanzó el lunes críticas a la gestión en Salud.
Lula ya había sido alertado en diciembre por colaboradores sobre el error de la ministra Trindade de haber lanzado una campaña de vacunación con apenas 6 millones de dosis de la vacuna japonesa Qdenga garantizadas para este año, inmunizante que requiere de dos aplicaciones. Es decir, una cobertura para tres millones de personas en un país con 203.000.000 habitantes.
Hasta el momento, llegaron a Brasil 1,2 millones de vacunas donadas por el laboratorio Takeda, pero apenas 435.000 habían sido aplicadas hasta el viernes pasado, en una campaña que comenzó para niños de entre 10 y 14 años en municipios considerados prioritarios.
El cargo de la ministra, codiciado por partidos políticos del denominado “Centrao”, partidos que acompañan al oficialismo en el Congreso, se ha puesto en cuestionamiento ante la explosión de casos.
Inclusive el bolsonarismo ha explotado políticamente la crisis, comparando el escenario con la pandemia del Covid-19, cuando el expresidente Jair Bolsonaro fue ampliamente responsabilizado.
“Lula solo resolvió actuar porque cree que la caída de popularidad está relacionada con la explosión de casos de dengue. Pero no le interesa Brasil”, cuestionó en X el senador Flavio Bolsonaro, hijo del exmandatario.
“Se perdió el control del enfrentamiento del dengue, y la impresión que da, es que el gobierno no lo trató como debía. Hay una sensación de desamparo e incompetencia que puede repercutir en la popularidad del Gobierno”, opinó André Cesar, analista de la consultora Hold en Brasilia.
“Hay un problema crónico de comunicación en este Gobierno, no consigue transmitir su mensaje a la sociedad, ni siquiera convencerla a ir a vacunarse, aunque sea irrisorio el número de vacunas que se está ofreciendo”, agregó Cesar.