Con los aumentos en las temperaturas se teme que más áreas del mundo puedan volverse aptas para los mosquitos que transmiten esa enfermedad; los investigadores advierten que las lluvias e incluso la sequía también pueden provocar un crecimiento de los insectos portadores
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En 2020, se registraron en el mundo 241 millones de casos de malaria o paludismo, según el informe global más reciente sobre la enfermedad realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El número de muertes ese mismo año se estimó en 627.000.
Hoy es el Día Mundial del Paludismo, cuando la OMS reitera su llamado para luchar colectivamente por un mundo libre de la enfermedad. Si bien hubo avances como la primera vacuna contra la malaria, que fue aprobada por ese organismo el año pasado, el cambio climático y el aumento de la temperatura podrían hacer que esta dolencia mortal se extienda a áreas donde nunca estuvo presente.
Propagación mortal
“Las temperaturas más cálidas aumentan la capacidad de los mosquitos para transportar el parásito que causa la malaria”, dice la doctora Isabel Fletcher, gerente de tecnología de datos en el Wellcome Trust, una organización benéfica de investigación biomédica con sede en Londres.
“El cambio climático hará que más áreas del mundo sean aptas para los mosquitos que transmiten la malaria. A medida que el mundo se vuelva más cálido se espera que la malaria se expanda a nuevas áreas montañosas que actualmente podrían ser demasiado frías para su transmisión”, advierte.
Según el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas, incluso si todos los planes de los gobiernos anunciados hasta fines de 2020 fueran implementados, sin recortes más drásticos en las emisiones de gases de invernadero el mundo se calentará 3,2 °C para fin de siglo. El objetivo global es mantener el aumento de las temperaturas en 1,5 °C o menos mediante la reducción de las emisiones de carbono.
Además del incremento de las temperaturas, los investigadores advierten que las lluvias y la humedad, e incluso las condiciones de sequía, también pueden provocar un crecimiento más rápido de mosquitos portadores de malaria en donde antes no se registraba la enfermedad.
“Los estudios demostraron en los países del Caribe y en Brasil que cuando hay un período de sequía las personas almacenan más agua. Eso crea un buen hábitat para los mosquitos. Es por eso, por ejemplo, que durante las sequías es posible que aumente la transmisión de dengue”, señala Fletcher. Y existe el temor de que lo mismo suceda con la malaria.
El cambio climático también podría reducir la transmisión de la malaria en algunas áreas donde las condiciones ya son óptimas, razón por la cual Fletcher considera que obtener una mayor comprensión del impacto de los cambios de temperatura será clave en la lucha continua contra la enfermedad.
“Al producir proyecciones de riesgo para el futuro, podemos identificar las poblaciones que están más expuestas y, con base en esa información, orientar las intervenciones”, dice.
¿Cuáles son los síntomas de la malaria?
La malaria es una infección grave transmitida por mosquitos, que puede causar la muerte si no se diagnostica y trata rápidamente. Los síntomas incluyen:
• temperatura alta, sudores y escalofríos
• dolores de cabeza y sensación de confusión
• sentirse muy cansado y con sueño (especialmente en niños)
• malestar estomacal, dolor de barriga y diarrea
• pérdida de apetito
• dolores musculares
• piel y ojos amarillentos
Éxito de la vacuna
Al mismo tiempo que el cambio climático amenaza con dificultar la lucha contra la malaria, hubo avances contra la enfermedad. La OMS anunció recientemente que más de un millón de niños en Ghana, Kenia y Malawi ya recibieron una o más dosis de la primera vacuna contra la malaria gracias a un programa piloto coordinado por esa organización.
Las primeras pruebas de la nueva vacuna, autorizadas por el gobierno de Malawi en abril de 2019, demostraron que la vacuna RTS,S/AS01 (RTS,S) es segura y factible de administrar, y que reduce sustancialmente la mortalidad por malaria grave.
Fueron las primeras etapas de este programa las que llevaron a la OMS a aprobar su uso generalizado en África subsahariana y en otras regiones con transmisión de malaria de moderada a alta.
¿Cuál es la estrategia de la OMS para prevenir la malaria?
La OMS estableció una hoja de ruta para combatir la enfermedad. Los objetivos de la organización incluyen:
• reducir la incidencia de casos de malaria en al menos un 90% para 2030
• reducir las tasas de mortalidad en al menos un 90 % para 2030
• eliminar la malaria en al menos 35 países para 2030
• prevenir un resurgimiento de la malaria en todos los países libres de malaria.
La OMS estima que la vacuna podría salvar la vida de entre 40.000 y 80.000 niños africanos cada año. “Pudimos observar el impacto de la vacuna después de dos años. Vimos que es muy segura y bien tolerada”, dice la doctora Mary Hamel, quien dirige el programa de implementación de la vacuna contra la malaria de ese organismo internacional.
“Durante esos primeros dos años de administración de la vacuna hubo un impacto considerable con una reducción de un tercio en las admisiones al hospital por malaria grave potencialmente mortal”, agrega la especialista.
Además de RTS,S también hay otras vacunas candidatas contra la malaria. R21/Matrix-M es una de ellas y está en las primeras etapas de ensayos clínicos. La gigante farmacéutica BioNTech también busca desarrollar una vacuna contra la malaria utilizando la misma tecnología de vanguardia de ARNm o ARN mensajero usada por primera vez en una vacuna contra la covid-19.
¿Cómo funciona la vacuna? ¿Hay suficientes suministros?
Más de un millón de niños en tres países piloto recibieron una o más dosis de la primera vacuna contra la malaria, según la OMS. En la malaria, un parásito invade y destruye las células sanguíneas humanas para poder reproducirse y es transmitido por la picadura de mosquitos chupadores de sangre. La vacuna RTS,S actúa contra el parásito más mortal y común en África: Plasmodium falciparum.
Cuando una víctima es picada por un mosquito, el parásito ingresa al torrente sanguíneo infectando las células del hígado. La vacuna está diseñada para evitar que el parásito infecte el hígado, donde puede madurar, multiplicarse, volver a ingresar al torrente sanguíneo e infectar los glóbulos rojos, lo que provoca los síntomas de la enfermedad.
La vacuna necesita cuatro dosis para ser efectiva, las primeras tres con un mes de diferencia a la edad de cinco, seis y siete meses, y el refuerzo final a los 18 meses.
Los expertos en salud recomiendan que la vacuna se use en combinación con otras estrategias para prevenir infecciones y reducir la transmisión de enfermedades. La OMS espera que la demanda de vacunas supere los 80 millones de dosis al año, particularmente en África subsahariana.
Esta alta demanda plantea grandes desafíos. “La oferta será rápidamente superada por la demanda, ya que el fabricante está en proceso de aumentar la producción de vacunas”, explica Hamel. Actualmente, solo hay un fabricante, la farmacéutica GlaxoSmithKline (GSK).
“El plan es escalar la producción de GSK hasta 15 millones de dosis por año”, agrega Hamel. Y cierra: “Realmente, tenemos que reunir el compromiso y la voluntad política necesarios, y asegurarnos de que haya suficientes vacunas para llegar a los niños en riesgo de malaria grave”.
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