Cómo cocinar para 36 personas de 20 países a bordo de un barco en la Antártida
Océano Antártico, a bordo del Arctic Sunrise - La francesa Laurence Nicoud y el indio Walter Rodrigues tienen la enorme tarea de alimentar a 36 personas de 20 países diferentes a bordo del rompehielos de Greenpeace Arctic Sunrise, que se encuentra recorriendo el Océano Antártico para promover la creación de un santuario en el Mar de Weddell.
Los dos cocineros se encargan de preparar el almuerzo, que se sirve a las 12, y la cena, que se sirve a las 18. Es un trabajo monumental, si se tienen en cuenta que, además, dentro del barco hay vegetarianos y veganos, todos quieren comer rico y saludable.
LA NACION habló con Laurence (también conocida como Lorenza) en la cocina del buque, en una mezcla improvisada de español e inglés.
Dicen que el cocinero es la persona más importante del barco, porque ayuda a tener contenta a la tripulación.
Para mí es imposible pensar este barco sin una cocina, porque la gente está todo el día afuera trabajando en la Antártida con frío, entonces comer es algo muy importante, porque todo el mundo espera eso dos veces al día. Todos con súper curiosos sobre qué hay para comer. Además, te da poder, porque nosotros somos las únicas personas que podemos abrir el freezer y el depósito para elegir qué vamos a comer. La única pregunta que me hace mi abuela todos los días cuando la llamo es “¿comiste bien?” y trato de explicarle que sí, porque soy yo la que cocina. Por el lugar en el que estamos y lo que hacemos, la comida es muy importante. Incluso el primer oficial dice que sí, que la persona más importante después del capitán es el cocinero.
¿Y cómo hacés para cocinar tantos platos para 36 personas de diferentes nacionalidades, teniendo en cuenta que además hay vegetarianos y veganos? ¿Es difícil?
No, es todo cuestión de organización. Tenemos que cocinar vegetales, porque estamos en un barco de Greenpeace y hay una política de comer carne sólo una vez por semana y pescado una vez por semana. Entonces tenemos vegetales, arroz, papas y pasta. Y tenemos ensaladas, todo tipo de legumbres y lo último que decidimos es qué carne vamos a comer para el almuerzo y la cena.
¿Cuántos platos hacés por día?
Ocho por cada almuerzo: además de los platos principales hacemos dos clases de ensaladas, algo con arroz, vegetales, un postre y pan. A la noche se come lo mismo que al mediodía.
¿Tratan de no tirar comida?
No, nada. Nunca. Porque es muy importante, el freezer no es muy grande. Necesitamos usar todo lo que tenemos. Y además, algo muy importante es que vamos de compras con la plata que nos dan los adherentes a Greenpeace. No es nuestro dinero, tenemos que ser muy cuidadosos con nuestro trabajo.
¿Cuánta gente trabaja en la cocina?
Somos dos cocineros para 36 personas a bordo. Walter y yo. No es la situación normal. En general hay un cocinero y un ayudante que no sabe cocinar, un voluntario Greenpeace. Su trabajo no es cocinar, sino ayudar. Como esta expedición es importante, pedimos ser dos cocineros.
¿Qué plato te sale mejor?
Como tenemos usualmente muchos asiáticos a bordo, me gusta cocinar arroz con vegetales y huevo, porque cuando mezclamos muchos vegetales, tenés muchos colores y es importante para la gente comer algo que le dé energía.
¿Tenés eso en mente, no? Que la gente necesita energía para trabajar.
La gente va a trabajar afuera y vuelve para cenar y entiendo por qué necesitan comer algo. Entonces mi trabajo es ayudar a la tripulación. El objetivo de oro es que al barco le vaya bien. Aquí en la Antártida hace mucho frío y suele llover, nevar, soplar viento, necesitan mucha energía. Por eso acá comen al mediodía, a la noche y también pueden tomar una colación a la mañana y a la tarde. Ellos tienen jamón, yogur, leche, jugo, frutas y comen lo que quieren. Todo el tiempo la heladera tiene que estar llena, porque algunos tienen que trabajar de noche o de madrugada y cuando terminan tienen que tener algo para comer.
¿Dónde estudiaste para cocinar?
Nunca fui a una escuela de cocina. Sólo estaba súper interesada en este trabajo y decidí dejar mi empleo como periodista y empezar a cocinar.
¿Dónde trabajabas?
Trabajé seis años en un diario del sur de Francia.
¿Y cómo aprendiste a cocinar?
Cocinar no es tan fácil, porque tenés que ser fuerte y estar motivado. Pero si tenés pasión podés entender. Cuando era periodista me puse a pensar qué me gustaba más, si escribir o cocinar. Y realmente amo cocinar. Pero necesité aprender un montón de reglas. Y en un barco es diferente. Walter es un cocinero experimentado y me enseñó un montón de cosas, como cómo mantener frescos los vegetales, hacer pan. Ahora prefiero esto, quizás en unos años quiera escribir.
¿Hay algo que te rehusás a cocinar?
No me gusta cocinar algo precocido. Tenemos muchas personas que alimentar y lo industrial sería más fácil. Cuando tocamos tierra me voy de compras y tenés que pensar en todo.
¿Sabés las preferencias de toda la tripulación?
No, tenemos personas de 20 personas diferentes. Lo que trato de hacer es ponerle amor a las cosas que preparo. Cocinamos con amor. Es importante para la gente, porque no es comida sin sentimientos.
No es algo mecánico.
No, nosotros elegimos hacer esto. Walter trabajó en barcos comerciales y dice que cada día tienen un menú y hay que seguir un esquema. Pero acá somos súper libres.