¿Cómo buscaría amor en Tinder una mujer de 1928?
Miércoles por la noche. Varios hombres cenan en la barra de un bar acompañados de su teléfono celular, con la vista clavada en la pantalla, operando con los dedos de una mano mientras con la otra empuñan el tenedor. Apenas levantan la cabeza para tomar la copa de vino, y ni advierten que a su alrededor hay seres vivos capaces de entablar una conversación real. “No quedan espacios donde conocer gente” lamenta una amiga, y me recuerda un reciente experimento de una artista inglesa que logra describir a esta epidemia que acabará con las relaciones sentimentales: el celular.
Inspirada en Constanza, la heroína "El amante de Lady Chatterley", novela escrita en 1928 por D. H Lawrence, la artista plástica Libby Heaney creó un perfil en Tinder y un bot (un programa informático) para que el personaje chateara con hombres del siglo XXI usando frases de la novela. La obra de Lawrence retrata a una mujer casada con un hombre parapléjico y que, ante la falta de relaciones sexuales, mantiene una escandalosa aventura con un guardabosque llamado Oliver Mellors.
La intención del experimento fue explorar cómo las redes sociales han cambiado nuestra forma de interactuar, alterando nuestros puntos de vista sobre las citas, el amor, las relaciones y el sexo, algo de lo que premonitoriamente habló Lawrence en su obra. "Hay muchos peces buenos en el mar... tal vez. Pero las grandes masas parecen ser caballa o arenque, y si no eres caballa o arenque, es probable que encuentres muy pocos peces buenos en el mar" escribió en su polémica novela, en su momento prohibida por contener escenas de sexo explícito.
Así es que la falsa dama se lanza a conquistar el océano de citas virtuales. Luego de más de 800 conversaciones con distintos hombres, los chats le dieron forma a "El Tinderbot de Lady Chatterley", una pieza audiovisual expuesta hasta hace pocos días en el centro de arte de Lowry, en Salford. "Como Lady Chatterley está repitiendo el mismo tipo de conversaciones, siempre encontrarás a algunas personas que solo piden sexo, otras que están realmente solas, que parecen agradables, y algunas que se confunden con todo" explicó la artista consultada por la BBC.
En las imágenes se apreciaron diálogos desopilantes entre el personaje y los usuarios. Los Tinderbots usaron un algoritmo para analizar el mensaje del humano y decidir qué cita enviar en respuesta, explicaba Heaney. "En términos de pensar para el futuro y cómo estamos automatizando diferentes aspectos de nuestras vidas, hay una fuerte sensación de que estamos yendo demasiado lejos al automatizar nuestras vidas amorosas. La idea es preguntarse hasta qué punto la automatización digital se está colando en asuntos que son muy humanos. Quizá en algún momento todos lleguemos a tener un robot que actúe en nuestro nombre. Podría llegar a haber una Libby virtual que hable en Tinder con otra persona virtual y solo si los bots llegan a enamorarse, te plantees hablar con él en la vida real".
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