En medio de críticas de especialistas en patrimonio y el desconcierto de algunos peatones, el gobierno porteño avanza en la colocación de nuevas rejas en la Plaza de Mayo para reemplazar las vallas antidisturbios instaladas en 2001, transformadas en paisaje permanente del espacio verde. A la par de la reforma integral de la plaza, el cerco va creciendo transversalmente desde Hipólito Yrigoyen hasta Rivadavia, por detrás de la Pirámide de Mayo. Mediante portones y paneles móviles, permitirá impedir el acceso a pie a la Casa Rosada y cortar el tránsito a la altura del eje de las calles Defensa y Reconquista por cuestiones de seguridad.
Las nuevas rejas se suman a las dispuestas durante el gobierno kirchnerista a pocos metros de la Casa Rosada y a la instalada alrededor de la Pirámide de Mayo. Debido a las obras de renovación, toda la plaza permanece cerrada al público desde principios de año.
Voceros del Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño, encargado de los trabajos, explicaron a LA NACION que "las rejas cuentan con varios portones ubicados a lo largo de toda su longitud. Van a estar abiertos siempre, solo se cerrarán en caso de que la policía lo ordene por una cuestión de seguridad. Además cuentan con un sistema de plegado que, a diferencia de las vallas, facilita el flujo de tránsito, mejorando los accesos. El resto de los espacios de la Plaza de Mayo permanecerán abiertos como lo estuvieron hasta el momento".
Ante el avance del cerco registrado durante el fin de semana, ONG y especialistas en patrimonio criticaron esta intervención en la plaza, declarada monumento histórico nacional y área de protección histórica. "Ya el anterior gobierno autodenominado del pueblo había encerrado la Casa de Gobierno con rejas, seguramente por el temor que les producía ese mismo pueblo acercándose a las oficinas presidenciales. Ahora se multiplica el desatino. La Plaza de Mayo debe estar abierta a todos, menos a los violentos, para que no la destruyan. Eso se consigue con educación, protección de las fuerzas de seguridad y sentido común. Las vallas y los muros solo enervan el espíritu de los destructores y contradicen el concepto de espacio público", dijo Sonia Berjman, historiadora del paisaje.
María Carmen Díaz Usandivaras, presidenta de la entidad Basta de Demoler, que mantiene un amparo abierto ante la Justicia contra el conjunto de las obras de renovación de la plaza, sostuvo que "lamentablemente la Ciudad continúa actuando en forma ilegal, sin consultarnos. Nunca presentaron el proyecto final, no lo tienen". Y agregó que, antes de proceder, el gobierno debe tener el visto bueno de la Comisión Nacional de Monumentos y de la Legislatura. El vicepresidente de la ONG, Germán Carvajal, consideró que la reforma viola el Código de Planeamiento Urbano, que establece que no se puede modificar el ancho de las veredas, ni las especies arbóreas, ni el piso de mosaico calcáreo de 20x20 blanco, ni hacer ningún trabajo que no sea de conservación o restauración sin una ley que lo habilite.
En ese sentido, fuentes de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos explicaron que habían acordado con la Ciudad instalar una reja que no fuera permanente, diferente a la que va creciendo en medio del histórico espacio verde. Ayer, la novedad también sorprendió a los peatones que caminaban por el entorno de la Plaza de Mayo y las fotos se reprodujeron en las últimas horas en las redes sociales.
Con un presupuesto asignado de $43.792.575, la renovación de la Plaza de Mayo empezó en octubre pasado. Estaba prevista la reapertura para el 25 de mayo, pero por las lluvias de las últimas semanas las obras se demoraron y concluirán a fines de este mes.
Incluyen casi 2000 metros cuadrados de espacio verde nuevo, el ensanche de la plaza hacia sus laterales y la colocación de luminarias LED, entre otros cambios.
En la renovada fisonomía de la plaza desapareció la carpa de exsoldados continentales de Malvinas, instalada allí desde hacía una década y desalojada a principios de año, y de los pañuelos blancos -símbolos de las Madres de Plaza de Mayo- que estaban pintados alrededor de la recientemente restaurada Pirámide. Luego de un acuerdo con la Ciudad, la asociación aceptó la extracción de las baldosas que los contenían. Más adelante, sus integrantes pintarán otros sobre el nuevo solado, según informaron oportunamente.
"Hubiera sido oportuno que el gobierno porteño realizara una amplia y plural ronda de consultas con el objetivo de decidir los parámetros de la obra incluyendo a organizaciones no gubernamentales, sociales y de derechos humanos, por la trascendencia de la Plaza de Mayo. No comprender que la colocación de rejas perimetrales tiene un alto grado de significación política implica un gran nivel de desconocimiento de lo que ese espacio público representa para nuestra historia, nuestro presente y nuestro futuro; por eso era importante establecer un diálogo", sintetizó el legislador Marcelo Guouman (Evolución), miembro de la Comisión de Uso del Espacio Público.
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