Colella: no manejaré los negocios de Yabrán
El ex titular de OCA aseguró que protegerá a la familia del empresario fallecido pero negó ser su sucesor y estar dispuesto a administrar sus cuantiosos bienes
Todos en la City hablaban ayer de él. Los banqueros recibían llamadas de sus casas matrices de Estados Unidos o de Europa preguntando quién es el hombre que, supuestamente, va a manejar de aquí en más un imperio económico que supera los 1500 millones de dólares.
Pero él lo niega: "¿Que yo soy el heredero de Alfredo Yabrán? ¡Eso no es verdad! No soy su sucesor, pero sí su mejor amigo", aseguró a La Nación Héctor Colella, un autodefinido empresario exitoso cuyas explicaciones, por momentos, suenan a hueco.
Colella tiene 42 años, se graduó de abogado pero nunca ejerció, es casado y tiene seis hijos. Y si hay que creerle, empezó de cadete en una empresa en la que llegó a ser accionista mayoritario.
Su eficientísima gestión, dijo, le permitió controlar la empresa de correo privado OCA y comprarles a Yabrán y a su esposa el 100% de Ocasa, firma de clearing bancario.
Sorprende este joven, ansioso por demostrar que conoce al dedillo los entresijos del negocio telepostal, cuando admite no recordar, por ejemplo, quién se encarga de la seguridad en OCA.
El sugestivo olvido ocurrió cuando se le preguntó si era cierto que los prestadores de seguridad para la empresa de los camiones violetas eran ex represores de la Escuela de Mecánica de la Armada.
"No, eso no es cierto. Lo que pasó fue que nosotros le habíamos adjudicado, como muchas otras empresas de la competencia, el servicio de seguridad a Bridees, que era del señor Víctor Dinamarca. Y cuando aparecieron las denuncias contra él nos desvinculamos por completo", explicó Colella.
Dinamarca es un ex miembro del Servicio Penitenciario Federal acusado por organismos de derechos humanos de haber sido represor durante el último gobierno militar. Su socio es el ex marino y también acusado de crímenes atroces Adolfo Miguel Donda Tigel.
El asombro se adueñó de la lujosa oficina de Carlos Pellegrini 125 cuando su dueño, tras negar enfáticamente ser testaferro de Yabrán, admite sin tapujos que quien poseía el 13 por ciento de OCA era un concuñado del empresario muerto, Fernando Bernabé Fiorotto.
-¿No es lícito sospechar que este hombre pudiera estar ahí para encubrir la participación del mismo Yabrán?
-¿Por qué hablar de sospechas? Yo tengo muchos primos en empresas con las que no tengo nada que ver. Fiorotto es un excelente técnico mecánico y lo incorporamos para manejar el mantenimiento técnico de los vehículos de la empresa. ¿Cómo no voy a pedirle que me acompañe si además es pariente de un amigo?
La amistad de Colella con Yabrán se asoma en todas las preguntas y las respuestas. El entrevistado no fuma, pero convida habanos. Cuesta creer que se lo considere el delfín del magnate y que se afane en caer bien a los periodistas.
Recibe a La Nación después de hablar con Clarín e inmediatamente lo maquillarán para grabar una nota que saldrá el domingo próximo en el programa de Joaquín Morales Solá. Y antes había protagonizado una maratónica serie de entrevistas radiales. En las que dio la impresión de recitar un estudiado guión del que no se sale nunca.
"Lo que la familia me pida"
Colella sonríe todo el tiempo, aun cuando se acuerda de su mejor amigo. Que acaba de suicidarse.
"Yo lo conocí a Alfredo en 1980, cuando formamos juntos la Asociación de Permisionarios de Encotel. Con el tiempo fuimos forjando una amistad muy íntima. Tanto que cuando yo me vine de Córdoba a vivir acá él me prestó una casa en Olivos y no me cobró alquiler", recuerda.
Es la misma casa donde hoy vive. Está en Ricardo Gutiérrez al 1500 ("No pongan la dirección porque mañana me van a volver loco los periodistas", pide) y se la terminó comprando, en 1990, a su dueño original.
El hombre que vendió en diciembre último OCA y Ocasa al grupo Exxel en 450 millones de dólares se estira los puños de la camisa para posar ante el fotógrafo. Y se ríe una vez más: "Nunca salí en las fotos. Pero no soy como Alfredo. A él sí que no le gustaba que le sacaran fotografías. Ni siquiera en las fiestas familiares".
Colella saltó a la fama anteayer, cuando se supo que en una carta póstuma, Yabrán encomendó a Esther Rinaldi, su secretaria de toda la vida, ponerse a las órdenes de quien sería su reemplazante, a quien sólo identificó con las iniciales HC.
"Pero claro que HC soy yo. Me resultaría raro que Alfredo se refiriera a otro. Si ustedes preguntan en la empresa (OCA) quién es HC cualquiera les dirá que soy yo. Todos me conocen por esta abreviatura, que es muy norteamericana, ¿no?", comenta.
Se pone serio cuando dice que Yabrán lo llamó a su celular el día antes del suicidio. "Alfredo me comentó que como tal vez su ausencia se iba a prolongar un tiempo más, yo debía ocuparme y proteger a su familia. Esto para mí tiene mucho más valor que el dinero. Es el verdadero legado que él me dejó".
-¿Y por qué se mató? Sobre todo era si era inocente de todos los cargos que se le hacían, como usted sostiene.
-Se mató porque estaba abrumado por la campaña de sospechas que habían sembrado sobre él sus enemigos. No sé, creo que lo afectó mucho la declaración de la esposa de Prellezo. Como que él no podría terminar nunca de limpiar su nombre. Pero él no me dijo que se iba a matar: si me lo hubiese dicho yo se lo hubiera impedido. Lo habría esposado", dice, y golpea sus muñecas en un signo inequívoco.
Colella también deslizó el temor que experimentaba Yabrán ante la posibilidad de ir a la cárcel, donde -dice- podrían asesinarlo.
-¿Por qué sigue en OCA si ya la vendió a Exxel?
-Tomé el compromiso de seguir como asesor por no menos de un año y no más de dos, sin cobrar un peso. Hasta que se integren los nuevos gerentes.
Explica que no volvería al negocio del correo "por una cuestión ética", que se dedicará a invertir en otros negocios y que aconsejará a la familia Yabrán, pero sin administrar sus bienes. "Los voy a orientar, pero sin ningún tipo de lucro personal", indicó.
Admite tener campos en Córdoba, pero se niega a precisar su patrimonio. "Esto se los cuento, si quieren, para el suplemento económico. Yo quiero hablar de mi relación con Yabrán y no de cuánta plata tengo", se ataja.
Para el entrevistado, todas las acusaciones contra Yabrán provinieron de su batalla personal con el ex ministro de Economía Domingo Cavallo, quien "se empeñó en destruirlo en representación de intereses contrapuestos en el negocio del correo".
Pero Colella rehúye el enfrentamiento con Cavallo, y hasta se muestra dispuesto a fumar la pipa de la paz.
"Alfredo Yabrán era un hombre bueno y no mandó matar a Cabezas. Si hasta lo puso en su carta póstuma. "¿Por qué mentiría un hombre que está a punto de morir?", se preguntó.
Un hombre con suerte
Héctor Colella no tiene el physique du rol de un empresario importante. Más bien da la idea de ser un hombre con suerte que fue puesto allí por alguien que quiso beneficiarlo.
Su oficina es impecable, con el orden y la prolijidad que da el poco uso. Alfombras poco trajinadas y libros quizá no leídos. Campea en el lugar un inocultable olor a nuevo.
No se inmutó al ser ametrallado con preguntas sobre la conformación de su patrimonio, que se supone enorme.
Siempre consiguió eludir la respuesta categórica. Sin enojarse en ningún momento, el mejor amigo de Alfredo Yabrán intentó exhibir un look entre ingenuo y bonachón.
"No tengo un encargado de imagen", aclaró, pero era claro que alguien le sugirió que al enfrentar a los periodistas debía mostrarse como la contracara del difunto.
Subió el tono de voz y miró fijo a los entrevistadores: "No soy testaferro de nadie", arriesgó, para agregar a continuación que es católico practicante e hincha de San Lorenzo de Almagro.
Para Colella, hubo dos yabranes. Uno anterior al asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas y otro posterior.
"El se ponía muy triste cuando le hacían acusaciones sobre ese tema. Y me decía...¿cómo puede ser que me acusen primero de mafioso y ahora de asesino?", evocó su amigo.
Las pocas entrevistas que concedió Yabrán fueron registradas con varios grabadores en forma simultánea y con testigos del empresario.
Colella no grabó nada y estuvo solo.