Hace quince días, Claudia Basualdo se reunió por Zoom con sus 33 empleados para darles una noticia. Una mala noticia. Estaba nerviosa y sentía un nudo en la panza. La propietaria del Instituto Privado León Gallardo, un colegio de gestión privada y laico en San Miguel, se sentó frente a la pantalla de la computadora y les dijo que no iba a poder abonarles el aguinaldo. Ni siquiera en cuotas. "Cada mes hacemos una reunión y les explico cómo les voy a pagar. El porcentaje de sueldo que les voy a depositar y cuándo. Hice una reunión especial por el tema del aguinaldo, y fue muy angustiante. Se quedaron todos callados", confiesa Basualdo, y dice que la situación se complica cada vez más. La escuela no tiene ningún tipo de subvención estatal y, de los 350 alumnos que conforman la matrícula, más de un 70 % está atrasado en el pago de la cuota.
Después de cuatro meses de estar cerrados y con las aulas vacías, la crisis por la que atraviesan los colegios privados se agudiza. Muchos de los protagonistas que cuentan esta historia dicen que es la peor de todas, superando incluso a la que se desató después de 2001. Apenas se decretó la cuarentena por el avance del coronavirus, el 19 de marzo pasado, muchas familias dejaron de pagar, coinciden los directivos.
Incertidumbre, pánico y cierre
En marzo reinó la incertidumbre. En abril, los retrasos en los pagos de las cuotas estaban entre el 40 y el 60 por ciento. En mayo, con las cuentas en rojo y después de un reclamo desesperado del sector, el Gobierno decidió extender a los colegios privados el beneficio del Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP). En junio, la mora en el cobro de los aranceles escaló en algunos colegios hasta el 80 por ciento. Hace poco más de diez días, algunas de las cámaras del sector se reunieron con el ministro de Educación, Nicolás Trotta, para hacerle llegar una lista con las instituciones que aún no habían recibido el ATP, y también con el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, que reconoció las irregularidades en los pagos y se comprometió a generar un canal para zanjar las dificultades. En esa lista, aseguran y sostienen que no exageran, son muchos los colegios que están al borde del colapso. "Así ya no aguantamos más", es la frase que se repite.
De todo el universo conformado por las instituciones educativas de gestión privada, los maternales y jardines de infantes son los que están más complicados para mantenerse a flote. Hay maternales que sufrieron una baja en la matrícula de más del 90 %, y son 146 en todo el país los que cerraron sus puertas, según el último registro elaborado por la Junta Nacional de Educación Privada (Junep), que reúne a 15 provincias de todo el país.
"La recaudación bajó notablemente. Menos de un 40% de las familias abona la cuota, y dentro de ese grupo hay niños con porcentajes de becas que no llegan a pagar la totalidad del arancel, que es de 5000 pesos. En secundaria es mucho peor aún", grafica María Celeste Bresas, propietaria del Nuevo Colegio Guernica, en el distrito Presidente Perón, que cuenta con 14 secciones de primaria, 3 de secundaria y un total de 432 alumnos. La cadena de pagos se rompió y el colegio no puede cumplir con los aportes previsionales y otras contribuciones impositivas para sus empleados.
El mapa de los subsidios en la educación privada
En la Argentina, hay unas 17.500 instituciones educativas de gestión privada. De ese universo, el 68% recibe algún tipo de subsidio por parte del Estado, que puede ir del 20 al 100%. Dentro de ese grupo, el 58% recibe una subvención total, lo que no significa que se cubran los sueldos de todos los empleados ya que en la mayoría de los casos hay personal contratado por fuera de la planta orgánica aprobada. El porcentaje restante no recibe ningún tipo de subvención y son los que más dependen para subsistir del beneficio del ATP, que según datos del Ministerio de Educación de la Nación, se extiende mes a mes a más establecimientos.
"Todavía estamos pagando los sueldos de mayo y el aguinaldo no lo pudimos abonar. No quiero ni pensar en la idea de tener que cerrar la escuela, pero la situación es crítica", asegura Vanina Escuadra, que está al frente del Colegio del Sol, en Los Polvorines, desde hace 20 años. Todos los meses ruega que su colegio vuelva a estar alcanzado por el ATP.
Martín Zurita es el titular de la Asociación de colegios privados de la provincia de Buenos Aires (Aiepba) y socio de Junep. A principios de julio, varios representantes de la Junep se reunieron por teleconferencia con Trotta para detallarle al ministro cuál era la situación con un listado de todas las escuelas que estaban esperando el ATP y aún no lo habían recibido. "Hay buena predisposición y desde que comenzó la pandemia siempre fuimos escuchados. Valoramos el esfuerzo, pero también es real que la situación está cada vez más complicada. Hasta el momento, todas las instituciones que cerraron son maternales y jardines, que hoy tienen una recaudación casi nula. No se registraron todavía cierres en otro nivel, pero hay colegios que corren ese riesgo si la situación se prolonga y no reciben ayuda", señala Zurita.
Debate en el chat de padres
En Capital, el universo es heterogéneo y los aranceles pueden variar entre 2000 y 50.000 pesos por mes. En ese distrito y en la zona norte del Gran Buenos Aires se concentra la mayor cantidad de colegios bilingües a los que acceden familias de alto poder adquisitivo. Desde la Confederación Argentina de Instituciones de Enseñanza Privada (Caiep) -que reúne a 1200 instituciones en el país- Rodolfo De Vincenzi confirma que las escuelas de mayor nivel socioeconómico son las que tienen menos retraso en los pagos, pero en esos casos no reciben ayuda del Estado y su situación también resulta complicada . "La recaudación en los colegios es variopinta. Tiene una media del 50 %, con picos del 70 % y pisos que llegan al 30 por ciento. Por un lado incide el nivel socio económico de estas comunidades, aunque en muchos casos los ingresos de las familias pudieron verse alterados por la pandemia. Pero también depende de cómo estos colegios pudieron adaptarse al uso de las herramientas virtuales para llevar adelante la continuidad pedagógica", explica De Vincenzi, y agrega: "Frente a eso, de todas maneras, lo que necesita un colegio para poder pagar los salarios es entre un 70 y 80 por ciento del total del presupuesto, con lo cual aún en esas instituciones con mayores niveles de recaudación y una fuerte alianza escuela-familia también existe una situación de pérdida. Todos están en una situación compleja".
No obstante, en los casos de las escuelas más caras no faltaron los debates entre padres. Gabriela L. tiene una hija en primaria en un bilingüe de Núñez y relata que algunas madres plantearon la posibilidad de pedirle al colegio una baja en las cuotas teniendo en cuenta que los chicos no utilizan las instalaciones y otras prestaciones del establecimiento. "Nos opusimos casi todas a esa idea, mientras podamos pagar hay que hacerlo. Es clave para que el colegio siga funcionando y que no baje el nivel", reflexiona.
Mientras podamos pagar hay que hacerlo. Es clave para que el colegio siga funcionando y no baje el nivel.
El establecimiento envió un mail a los padres cuando comenzó la pandemia y ofreció una conversación privada con los directivos para aquellos que tuvieran problemas para abonar. A su vez, dieron la posibilidad de ir al colegio a retirar los materiales, que están incluidos en el precio de la cuota, que ronda los 30.000 pesos.
Los padres con varios hijos en edad escolar tienen que hacer un esfuerzo aún mayor. Es el caso de Julieta y Fernando, con tres chicos que asisten a un colegio de zona norte."En nuestro caso, la institución se puso a disposición por si alguna familia tenía inconvenientes en el pago. En el chat hubo algunos planteos de exigirle al colegio más tareas o zooms", cuenta Julieta.
No bajar los brazos
Hasta que los chicos puedan volver a clases, algunos jardines de Rosario, en la provincia de Santa Fe, tuvieron que reinventarse. "Están cocinando empanadas, pastelitos, mermeladas caseras y dulces para vender. La desesperación es muy grande -confiesa Mayra Williams, presidenta de la asociación de jardines particulares de Rosario-. Algunos no cerraron este mes porque les llegó el subsidio que está dando la provincia a través de la Secretaría de Comercio. Es muy difícil salir adelante. De un total de 115 jardines que solicitaron el ATP, lo recibieron 47 en total".
Hipotequé mi casa para afrontar las deudas.
Tiempo de Crecer es un colegio de educación especial que funciona en Almirante Brown desde hace 28 años. "Somos una escuela pequeña que tiene 60 alumnos. Hace años que venimos con la soga al cuello y estamos cada vez más endeudados. Nos inscribimos en el ATP y en abril les llegó a 7 de los casi 30 empleados. Hipotequé mi casa para afrontar las deudas y seguir pagando los salarios, y ahora la puse en venta pero nadie llama", lamenta su representante, César Tisera, y repite: "No vamos a claudicar. No vamos a bajar los brazos. Cerrar no es una opción para nuestra comunidad".
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