Colegios privados: elegidos aun en los barrios humildes
Muchas familias de bajos recursos pagan cuotas de hasta 1000 pesos para que sus hijos no pierdan días de clase por huelgas
Sandra Córdoba es empleada doméstica y vive en Ezeiza. Gana 3500 pesos mes y ése es el único ingreso de su familia, pues su marido está desempleado. Confiesa que tienen muchas dificultades para llegar a fin de mes, pero eso no la detiene en su intención de que su hijo, Mauro, de 16 años, reciba la mejor educación posible. Por eso, hace dos años lo sacó de la escuela pública a la que iba y lo inscribió en un colegio privado por el que paga 810 pesos al mes. Es un gran sacrificio, pero considera que vale la pena. "En los colegios públicos la seguridad es poca y me cansé de los permanentes paros docentes -dice-. Prefiero llegar a fin de mes endeudada sabiendo que mi hijo no pierde días de clases."
Mauro asiste al Instituto Grilli de Monte Grande. A principios de 2012 la cuota mensual era de 490 pesos; hoy es casi el doble. Pero Córdoba no lo duda. "Los beneficios que pueden llegar a tener ciertos colegios públicos, como el almuerzo, quedan de lado con tal de que mi hijo cumpla con las horas de clase que estipula la ley y tenga una mejor contención", afirma.
La decisión de esta familia no es única a juzgar por un informe publicado en noviembre pasado por el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), según el cual el 83% de los alumnos matriculados entre 2004 y 2010 en los niveles inicial, primario y secundario fueron anotados en escuelas de gestión privada. "Aumentar los salarios docentes, construir escuelas y contratar más personal sirve de muy poco si se descuida la gestión de los recursos educativos", sostiene el estudio de Idesa, ONG liderada por el economista Osvaldo Giordano.
El principal foco de inconformismo con las escuelas públicas son, aun antes que la calidad educativa, los constantes paros docentes. Andrés Delich, ex ministro de Educación, afirma: "La continuidad en el dictado de clases, el clima social y la percepción de que sus hijos están mejor cuidados son los principales motivos por los cuales los padres deciden enviarlos a un colegio privado. La gente tiene instalada la idea de que a pesar de que la calidad en la educación es similar en todos lados, en un privado hay más contención".
La inversión en educación ha aumentado del 4% del PBI en 2004 a más del 6% en 2010. "Hace diez años se hablaba de la ausencia de recursos. Hoy eso ya no es un argumento y es un momento excelente para discutirlo, porque la actual organización estructural del sistema educativo no garantiza calidad ni equidad. Ése es el problema", agrega Delich.
Elizabeth Medina, empleada doméstica que manda a su hija Silvina al colegio La Providencia, en Constitución, por el cual paga 730 pesos mensuales, también está disconforme con la educación estatal. "Hablan de que invirtieron mucho más en estos años, pero hasta los que menos incluidos estamos terminamos mandando a nuestros hijos a escuelas privadas", dice. Medina es una de las tantas madres que prefieren hacer un sacrificio mayor a fin de que sus hijos asistan a un colegio privado. "No sólo vivimos en un departamento alquilado bastante chico en Barracas, sino que, además, hace rato que suprimí salidas a comer o una ida al cine con mi marido. Ni hablar de las vacaciones. Directamente no nos vamos", afirma.
En busca de certeza
Medina también prioriza pagar por una educación en la que exista la certeza de que los profesores asistirán al salón de clases: "No hay que saber mucho para darse cuenta de que en los colegios públicos es muy difícil completar los días de clase. Están siempre de paro y encima las instalaciones son muy precarias".
Eva Fortunato, directora de la primaria de la Escuela Modelo Argentina, en La Matanza, señala: "Muchos de los que vienen a nuestra escuela se terminan autobecando, porque no pueden seguir pagando. No les podemos decir nada porque, si no, dejamos al alumno a mitad del año escolar". Ubicada en San Justo, la cuota de la primaria ronda los 500 pesos. Tiene 114 alumnos que vienen de zonas como Pontevedra o Villa Lugano. "El secundario tiene más alumnos. En los secundarios privados, los padres saben que obtienen mayor disciplina para sus hijos, así como mejor contención y orden", explica Fortunato, quien hace 25 años que es docente.
Daiana Jaime es una de las tantas madres que manda a su hijo, Ezequiel, a la Escuela Modelo Argentina. Ella es ama de casa y su marido trabaja en un supermercado. Viven en la casa de sus padres, en Rafael Castillo. Atrás, en un terreno pequeño, construyen la que será su propia casa. El ingreso mensual de la familia ronda los 6000 pesos.
"Durante los años del jardín de infantes lo llevamos a un colegio público, pero los paros, la diferencia en el contenido educacional y una mayor contención en los privados fueron los motivos por los que decidimos cambiarlo", explica Jaime. Ezequiel se despide de su madre y entra a la escuela. Asiste a segundo grado. "No sólo es la cuota de casi 500 pesos. También hay que pagar el medio aguinaldo, la matrícula y los útiles que están cada vez más caros", dice Jaime, quien a pesar de la gratuidad parece no querer saber nada con la escuela pública.
El colegio San Martín de Porres, en José León Suárez, cuenta con 1500 estudiantes que provienen mayormente del barrio Villa Hidalgo, así como de zonas lindantes con el río Reconquista, cercanas al Ceamse. Su cuota mensual para este año no pasa de los 100 pesos. "Aunque los sueldos docentes los paga el Estado provincial, todo lo demás lo pagamos nosotros -explica Gerardo Pisano, vicedirector de la secundaria-. Cuando los padres no pueden seguir pagando, no dejamos a los chicos en banda. Eso, y el hecho de que se ha intercedido muchas veces con chicos que vienen con conflictos familiares, hace que los padres nos confíen la educación de sus hijos." Una confianza que cada vez menos familias depositan en el Estado.
"LA EDUCACIÓN AYUDA A REVERTIR EL DESTINO"
La mole de cemento contrasta con las casas bajas a medio terminar. Perros callejeros, autos destartalados y terrenos con pastizales completan el panorama. El reloj marca las 14, y los alumnos del Colegio Madre Teresa, en Virreyes, están en clase.
Ubicado en Pasteur 5350, comenzó a funcionar en 2003. El cura Juan Pablo Jazminoi fue clave para conseguir ayuda estatal y privada. El Grupo Fate-Aluar se encargó de la construcción del colegio. Hoy, se financia en un 18% gracias a las arcas provinciales; del resto se hacen cargo particulares y empresas, como Roemmers, Bunge y Born y Telefónica.
"La idea fue concebida para llevar una educación de calidad y gratuita a niños en contextos sociales y económicos desfavorables", explica Marcela de la Fuente, directora ejecutiva y representante legal. El jardín, el primario y la secundaria cuentan con 700 alumnos que llegan desde los barrios San Jorge, San Martín, La Paz y Ardoy, cercanos al río Reconquista. "Estamos convencidos de que la jornada completa aumenta la posibilidad del cambio, de revertir el destino en chicos que vienen de realidades muy sufridas", dice De la Fuente. Los contenidos escolares incluyen inglés, música y deportes.
Son las 14.30. El timbre suena y los chicos salen a jugar acompañados de sus maestras. El salto de la soga y pelotas de fútbol son los elegidos por los niños para disfrutar de un merecido descanso.
"Hay muchas dificultades, ya que desde la provincia nos giran cada vez menos fondos –dice Jazminoi–. Este año tuvimos que reducir horas. Esperamos poder continuar porque se ha hecho mucho esfuerzo."
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