Colegios bonaerenses: el nuevo rompecabezas para extender la jornada escolar más allá de las cuatro horas
La noticia de la Dirección General de Cultura y Educación bonaerense fue recibida con entusiasmo, pero varios de los colegios consultados confiesan que la medida será difícil de implementar
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Los colegios de la provincia de Buenos Aires fueron habilitados, desde el lunes pasado, a extender la jornada presencial, que hasta el momento tenía un tope máximo de cuatro horas. El reclamo de parte de agrupaciones de padres y entidades como la Asociación de Institutos de Enseñanza Privada de la Provincia de Buenos Aires (Aiepba) y la Junta Nacional de Enseñanza Privada (Junep) llevaba casi dos meses, y apenas unos días antes de que comiencen las vacaciones de invierno, la Dirección General de Cultura y Educación bonaerense les dio el visto bueno.
La noticia fue recibida con entusiasmo, pero varios de los colegios consultados confiesan ahora que con los protocolos actuales definidos en el Plan Jurisdiccional, la medida será difícil de implementar.
“Damos la bienvenida a la decisión de la Provincia de que la jornada escolar de cuatro horas no sea un techo. Pero como la educación en general y la gestión privada en particular son muy heterogéneas, el panorama no es sencillo, ya que el distanciamiento social [de 1,5 metros entre alumnos y 2 metros con el docente] demandó en casi todas las instituciones la conformación de burbujas. A modo de ejemplo, en muchas escuelas de doble jornada hoy dos burbujas de un mismo curso rotan semanalmente de turno, de manera tal de que cada grupo, de mañana o de tarde, siempre tienen presencialidad, al menos por cuatro horas —explica Martín Zurita, en representación de Aiepba y Junep—. A partir de la decisión administrativa, esa misma escuela podría aumentar hasta completar la carga horaria, con la consecuencia de dejar un grupo sin presencialidad. ¿Qué se debe priorizar, un estímulo presencial más frecuente pero de menor carga horaria, o más carga a expensas de los estímulos presenciales? ¿Cómo se resuelve la virtualidad si el o la docente está al mismo tiempo ante un grupo?”.
Las burbujas complican el esquema
El equipo directivo del Instituto José Hernández, de Merlo, decidió dejar esta semana, previa a las vacaciones, para tratar de armar el nuevo rompecabezas. “Justo estamos trabajando en los horarios para ver cómo podemos extender la jornada a partir del mes próximo. Pero confieso que lo vemos difícil. Nosotros tenemos que seguir con las burbujas, es inevitable porque aunque ahora no haya un máximo de alumnos permitidos no tenemos las dimensiones en las aulas para tener a 30 chicos con el distanciamiento”, se lamenta Silvia Fernández, al frente de esta institución de jornada simple, que recibe a 400 alumnos en los niveles inicial, primaria y secundaria.
Hasta ahora, los estudiantes del Instituto José Hernández alternan entre la presencialidad y la virtualidad día de por medio. “Todos los grupos están divididos en dos burbujas. El día que a la burbuja A le toca ir a la escuela, la B se queda en casa, y así sucesivamente. Eso no lo vamos a poder modificar, pero sí podríamos extender un poco la jornada, aunque ahí tenemos el problema del cruce de burbujas. El escalonamiento es otra exigencia para que no se aglomere gente, tanto en la entrada como la salida, y no podemos tampoco desfasar mucho los horarios. Quizá haya una posibilidad de adelantar un poco el horario de ingreso, pero no terminar más allá de las 17 o 17.15, se hace muy tarde. Hay que tener en cuenta también la organización familiar”, dice algo preocupada Fernández.
Dentro de la heterogeneidad bonaerense que marcaba Zurita, hay colegios que tienen la infraestructura, el espacio suficiente y los recursos, tanto humanos como económicos, como para recibir a todos los alumnos durante la doble jornada. Por eso, tanto los directivos como las familias ven bien que esta decisión administrativa esté avalada por la autonomía institucional. Cada escuela, entonces, podrá decidir continuar como hasta ahora o ampliar su carga horaria.
“Sea cuales fueren las respuestas y posibilidades, son las instituciones las que deben darlas, porque son ellas las que mejor conocen a su comunidad educativa. La resolución de la Provincia, en este sentido, avala la razonable autonomía institucional, en desmedro de posturas centralistas, de estandarización y control”, opina Zurita.
De acuerdo con el Plan Jurisdiccional, los requisitos exigidos son los mismos: distanciamiento de 1,5 metros entre los alumnos; 2 metros con el docente, uso correcto de barbijo, ventilación cruzada y la recomendación de detector de los medidores de dióxido de carbono. Sin embargo, ya no hay restricciones en el máximo de alumnos, porque la cantidad solo está condicionada a la relación entre los metros cuadrados del espacio y el número de estudiantes, siempre en función de respetar el distanciamiento.
Todos los estudiantes, todos los días
“El comunicado 140 salió el 9 de julio pasado y anteayer llegaron las clarificaciones. La mejor noticia es que no hay restricción del máximo de alumnos si se cumple el distanciamiento de 1,5 mts entre alumnos, y 2 con el docente. Nosotros volvemos el próximo 2 de agosto, todos los alumnos, todo el día, todos los días”, dice, exultante, Lucía Monsegur, directora de Relaciones Institucionales y Finanzas del colegio Michael Ham, con una sede en Vicente López y otra en Nordelta.
“Estamos contentos. Nos da el aforo en las dos sedes para que vuelvan todos los chicos, todos los días. Ahora estamos de vacaciones, porque como muchos otros colegios con proyecto bilingüe tenemos tres semanas de receso invernal, porque empezamos en febrero una semana antes. El alcance del comunicado oficial porque nos permite regresar con extensión horaria, y esa extensión la define cada institución de acuerdo con sus posibilidades y su proyecto educativo, mirando con qué equipos docentes cuentan y cómo disponer de esos recursos humanos. La cantidad de alumnos ahora depende del distanciamiento. Si nosotros tenemos en cuenta eso más el uso correcto del barbijo, la ventilación cruzada y la recomendación de detectores, no tenemos restricción en el máximo de alumnos. Y la otra buena noticia es que vuelven los comedores escolares, las cocinas de los colegios, y los campos de deportes”, agrega Monsegur.
Un escenario similar se respira en el colegio Northlands, en sus sedes de Olivos y Nordelta. También en el Colegio Montessori de Benavidez, en Tigre, o el Noordwijk Montessori School, en Pilar. Teresa De Stefano es la directora de Relaciones con la Comunidad del Northlands, y cuenta que las familias ya recibieron la comunicación que dice que luego del receso, todos los alumnos desde sala de 5 hasta 6° año del secundario, vuelven con la carga horaria tradicional, de doble jornada.
“Los chats de los padres estallaron de aplausos y fuegos artificiales. El ánimo es muy bueno”, dice De Stéfano, y menciona algunas de las obras y estrategias que se pondrán en marcha durante las vacaciones de invierno para la puesta a punto. “Los criterios para acondicionar a Northlands son dos: una es la creación de macro aulas, que son grandes espacios comunes como los salones de usos múltiples, las bibliotecas, los auditorios. Otra opción es la división de los cursos en grupos para distribuir a los alumnos en distintos espacios, como las aulas donde se daban clases de música, arte, teatro y los laboratorios. Esto supone un esfuerzo adicional en recursos humanos porque se necesitan más docentes. Creo que la noticia fue buena para todos, aunque algunos nos sentimos privilegiados porque tenemos espacios generosos y recursos para afrontar la situación”, reconoce De Stefano.
Las cuatro horas como máximo había sido una exigencia del Plan jurisdiccional cuando comenzaron las clases, en marzo pasado. Desde Aiepba, aseguran que a pesar de haber celebrado la puesta en vigencia de ese plan y su sostenimiento, siempre insistieron en la no imposición de un límite en la carga horaria. “¿Cuál es el sentido de las cuatro horas? Sobre todo ahora con la existencia de detectores de dióxido de carbono en las aulas, que suman un aliado en el momento de relevar ambientes saturados”, planteaba Martín Zurita antes de que la Provincia diera el visto bueno.
Constanza Díaz, del Colegio San Joaquín, también era una de las voces que se había sumado al reclamo. Como argumento, la representante legal de esta institución bilingüe, en Villa Ballester, mencionaba tres puntos: las estadísticas que dan cuenta de que las aulas no son foco de contagios; la importancia que tiene la escuela como organizador familiar y, por último, la fatiga del Zoom, que tiene en estado de agotamiento tanto a los chicos como a los docentes.
“Recibimos la noticia con mucho alivio y entusiasmo —dice ahora―. Estamos evaluando la mejor manera de implementarlo. Será de forma progresiva, como dice la resolución, por eso establecimos prioridades. Comenzamos hoy con los alumnos que están en el último año de cada nivel, sala de 5, 6° grado de la primaria y 6° de la secundaria. Luego de las vacaciones iremos aumentando la carga horaria del resto, aunque es complicado con el funcionamiento de las burbujas. Por eso, lo próximo que habría que reconsiderar son los metros exigidos para el distanciamiento, y que el docente no sea considerado como parte de la burbuja, porque eso complica mucho a la hora del aislamiento ante un caso sospechoso o positivo”, concluye Díaz.
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