Clorindo Testa, el hombre que con un lápiz en la mano construyó Buenos Aires
Sus obras son consideras una genialidad; supo posicionarse como uno de los arquitectos más importantes de la segunda mitad del siglo XX
Sus obras son consideradas una genialidad. Con una originalidad absoluta en sus diseños, Clorindo Testa supo posicionarse como uno de los arquitectos argentinos más importantes de la segunda mitad del siglo XX y también de Latinoamérica, aunque en rigor, era italiano.
Testa nació en la ciudad de Nápoles en 1923. Junto a su familia llegó a Buenos Aires cuando tenía meses de edad. En su niñez le gustaba construir barcos y por ese motivo empezó a estudiar ingeniería naval en la Universidad de La Plata. Sin embargo, la vida le depararía otro destino.
Al poco tiempo abandonó la ingeniería para estudiar arquitectura en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Allí se graduó en 1948, en la época final del racionalismo argentino. Influido por Le Corbusier, trabajó como dibujante junto al equipo Austral formado por Ferrari Hardoy, Vivanco y Antonio Bonet, quienes desarrollaron el Plan Regulador de la Ciudad de Buenos Aires.
Un año después ganaría una beca para realizar estudios en Europa. En su regresó al país, en 1952, ganó su primer concurso nacional para construir, nada menos, que el edifico de la Cámara Argentina de la Construcción. A partir de allí, no pararía de obtener reconocimientos.
Los años ’60, fueron sin duda, el momento en el que alcanzó el estrellato. A fines de 1959 ganó el concurso de construcción del Banco de Londres y América del Sur, Casa Central. Allí desarrolló un complejo tratamiento plástico de la fachada, sus espacios llenos y vacíos, la utilización del hormigón y el carácter monumental del edificio, lo que hacen de esta obra un paradigma de la arquitectura mundial de esa década.
Años más tarde, en 1962, junto a Francisco Bullrich y Alicia Cazzaniga obtuvo el Primer Premio en el Concurso de Construcción de la Biblioteca Nacional. Esta obra pública se estructura en dos ámbitos: una mitad subterránea, en donde se ubican gran parte de los libros; y una mitad elevada, que emerge apoyándose sobre cuatro columnas, el sector publico en el cual se ubican el salón de exposiciones, los sectores administrativos, las salas de lectura y la terraza.
Clorindo, siempre con anteojos de marco grueso y oscuro pegados en la frente y un lápiz en la mano, era un hombre que se guiaba siempre por la lógica. Supo adaptarse a los constantes cambios, para innovar. "La arquitectura y la pintura siempre son cosas globales. En el 1500 o el 1600 la Argentina era barroca, e Italia también. Vos reconocés la diferencia entre ellas en el mismo período, pero ambas son barrocas. Lo fundamental es estar en el tiempo en que vivís", señaló en la última entrevista que le concedió a LA NACION .
Hoy, el mundo de la arquitectura y el diseño perdieron a uno de sus maestros.
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