Clases: se reavivan las críticas de padres de alumnos en distritos bonaerenses que siguen sin presencialidad
Reclaman el regreso a la escuela, ámbito que consideran “el más seguro”; un 30% de los municipios bonaerenses continúa con educación remota
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MAR DEL PLATA.– La actualización del sistema de situación sanitaria en la provincia de Buenos Aires, que devolvió la presencialidad escolar en 16 distritos y un puñado de pequeñas localidades y parajes, desató un nuevo tendal de reclamos en municipios bonaerenses que siguen fuera de ese listado y donde esperan y demandan que los chicos puedan regresar ya mismo a las aulas, ámbito que consideran más seguro frente a cualquier riesgo de contagios en la pandemia.
La mayoría de los distritos que permanecerán al menos por esta próxima semana en fase 2 mantienen las escuelas cerradas desde el 21 de mayo, con lo que la única opción para el vínculo pedagógico es la educación remota, que a pocos conforma tanto por su calidad como por su intensidad. Son 43 sobre un total de 135 (el 31%) los partidos que no pueden retomar las clases presenciales.
Desde Padres Organizados, el colectivo que permitió un vínculo interjurisdiccional entre quienes sostienen y movilizan este pedido de vuelta de todos los niños a las aulas, es unísona la disconformidad. “Aquí tenemos pueblos del partido con cero caso y aun así no se les permite tener clases presenciales”, dijo a LA NACION Teresita Sioli, que tiene tres hijas en el sistema escolar de Lincoln, donde los casos de coronavirus bajaron a la mitad desde fines de mayo, cuando tuvieron su último pico de contagios.
Más allá de la jurisdicción y el número de infectados, todos quienes comparten esta cruzada coinciden en que las escuelas son espacios mucho más seguros que tener a los chicos en las casas o la calle. “Los chicos necesitan educación, no pueden depender de una conectividad a la que no todos tienen acceso”, dijo. E insistió en los cuestionamientos a un sistema de fases que no advierten transparente. “No terminamos de entender criterios, cómo distritos en misma o peor situación sí tienen clases y otros no”, explicó Sioli.
En Florentino Ameghino tampoco vuelven las clases presenciales esta semana. Ese distrito quedó fuera de la lista de los que, a criterio de las autoridades bonaerenses, mejoraron condiciones sanitarias como para devolver a los chicos a las escuelas. “Aquí quedó a la vista que cuando menos casos de coronavirus tuvimos fue cuando los colegios estuvieron abiertos”, señaló Cata Marcó, madre de dos niños de 4 y 2 años. El último pico se dio allí durante el confinamiento. La curva ahora está en pleno descenso.
Más circulación
Cuenta de su experiencia personal, que entiende como situación común a otros padres, que al no poder enviar a sus hijos al jardín de infantes todo lo que se logra es incrementar la circulación. “Los que trabajamos debemos dejarlos a cuidado de otros familiares, en su mayoría los abuelos. Lo que hacemos es incrementar riesgos, cuando podrían estar en las aulas y con protocolos”, describió a LA NACION.
Lamenta que las consecuencias las pagan los chicos. “Quedan en el medio de todo”, dijo. Y puso el caso de alumnos que arrancaron la primaria el año pasado y hoy están en segundo grado “con problemas para saber leer”. Otro tanto sucede en el secundario, donde destacó que “los que recién arrancan el cambio de nivel exhiben enormes dificultades de lectura, escritura y comprensión de textos”.
Paula Carpineti, del municipio de Lobos y madre de hijos de 9 y 7 años, destaca que allí los contagios están en baja, pero las escuelas siguen cerradas. “Es el lugar más seguro, pero abren más actividades y a los chicos no se les permite ir al colegio”, detalló. También despachó críticas a la opción de virtualidad: “En colegios privados pueden ser todos los días 40 minutos, y en públicos hay casos de dos horas por quincena por alumno”, dijo, para reflejar diferencias muy concretas que impactan sobre el resultado en la formación.
En estos y otros distritos cuestionan además que los comedores escolares permanecen cerrados, aun cuando buena parte de la población infantil y adolescente vive en situación de pobreza. Recuerdan que la opción en uso es la distribución de bolsas con comida. “Se educan mal y comen peor”, acusan.
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