Clases en Caba: Los grupos de padres que rechazan mandar a sus hijos a las escuelas y promueven una virtualidad paralela
La mayoría de estas familias dejó de mandarlos luego del primer DNU del presidente Alberto Fernández a mediados de abril
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Algunos agrupados y otros por su cuenta, padres de distintas escuelas primarias y secundarias de la ciudad de Buenos Aires resolvieron no llevar a sus hijos a clases y reclaman que se les de educación virtual. En un contexto epidemiológico con una alta cantidad de contagios por coronavirus, afirman que están a favor de la presencialidad, pero no en las condiciones actuales. La mayoría de ellos dejó de mandarlos luego del primer DNU del presidente Alberto Fernández a mediados de abril. Entre las razones, aseguran que desde el comienzo de clases tuvieron una presencialidad inestable, ya sea porque sus hijos transitaron la enfermedad, así como por el repetido cierre de burbujas debido a los numerosos casos positivos de alumnos y docentes, e incluso del equipo directivo. En los colegios a los que asisten sus hijos, según mencionan, la presencialidad es muy reducida, por ejemplo, es el caso de la Escuela Nro. 20, DE 2 Vera Peñaloza del barrio del Almagro.
“En el Vera Peñaloza, el 80% de los padres decidió no mandar a sus hijos al colegio, la escuela dicta clases, pero solo asiste un 20%. Más allá de los fallos judiciales, la realidad es que, de diez chicos, ocho no van”, asegura Emiliano Luque, papá de dos alumnas de séptimo y segundo grado que no están asistiendo. “Consideramos que además de dar clases a los chicos que concurren se podrían dar clases virtuales a los que decidan no ir para que todos estén en las mismas condiciones. Si lo principal es la educación, que brinden educación”, dijo.
La semana pasada los padres del Peñaloza realizaron un ruidazo y le entregaron una carta a la directora reclamando clases virtuales con las maestras de grado, que se vacune al personal docente, auxiliar y directivo y que no se computen las faltas. “Nuestros hijos dejaron de ir después del primer decreto de no presencialidad. Incluso antes de empezar las clases esto era un tema de charla y entendimos que había que darle una oportunidad a la presencialidad hasta que la salud colapsó. Respetamos a quienes exigen la presencialidad y exigimos ese mismo respeto”, agregó Luque.
Presencialidad intermitente
Otra madre de una alumna de la misma escuela, que prefirió mantener en reserva su nombre, dice no haber tenido la mejor experiencia con la presencialidad durante este ciclo lectivo. “Después de la primera semana de clases, mi hija tuvo coronavirus y estuvo aislada durante el tiempo en que cursó la enfermedad; después su maestra se enfermó y luego hubo un cierre de burbujas sucesivo. De manera que, entre el 17 de febrero y el día en que se declaró el DNU que suspendía las clases presenciales, tuvo cinco días de clases seguidos. Ese nivel de incertidumbre y de reorganización permanente no nos resultó. Ahora no la estoy mandando”, señaló.
Por una situación similar con su hija que concurre al sexto grado también del Vera Peñaloza pasó Gabriel Lerman. “Empezó el colegio y a la semana tuvo Covid-19, después de los 15 días de aislamiento se volvió a contagiar, después estuvieron los transportistas escolares aislados y, a mediados de abril, la mayoría del equipo de conducción, salvo la directora, estaba aislado. Las clases presenciales fueron prácticamente nulas. Con el sistema de burbujas habrá tenido tres o cuatro días de clases seguidos. Nunca llegó a funcionar”, advirtió.
“Estamos en medio de una pandemia, la mayoría de las actividades tienen virtualizadas sus actividades y nos parece necesario que la escuela afronte esto también. Más allá de que después se pueda tener en cuenta que hay hijos de trabajadores esenciales o chicos que están con maestras integradoras que necesitan estar en la escuela. La discusión no es escuela abierta o cerrada, la escuela tiene que estar abierta, pero hay que reorganizarla. No se trata de conformar a todo el mundo, sino que en pandemia tenés que encontrar una herramienta que te mantenga cierta estabilidad más allá de los casos y de las vacunaciones, y esa estabilidad tiene que tener un principio virtual”, dijo Lerman.
Desde el Ministerio de Educación porteño, informaron que ya se indicó a las escuelas que acompañen a las familias que deciden no mandar a sus hijos al colegio, y se estableció que las faltas no serán computadas, aunque sí se requerirá una acreditación de saberes para pasar de grado o año. Se establece que quienes no estén asistiendo a la presencialidad puedan hacer otras actividades que ofrecen las escuelas y que cada establecimiento resuelve según sus posibilidades. Sin embargo, dado que en CABA la escuela es presencial ―ahora respaldado por el fallo de la Corte Suprema de la Nación de la semana pasada— no se puede exigir a las escuelas que tengan una oferta educativa en paralelo.
Si bien es difícil cuantificar los casos en los que los padres deciden no mandar a sus hijos a la escuela, según pudo saber LA NACION, el porcentaje de escuelas donde se está dando esta situación es menor. Por otra parte, en algunos casos, esto además coincide con que en esas escuelas hay muchos docentes de paro y, por esa situación, es que también los padres prefieren no llevarlos.
Virtualidad sostenible
Otro de los colegios en el que muchos padres deciden no mandar a sus hijos es el Mariano Acosta del barrio de Balvanera. “La escuela está abierta. La presencialidad no fue suspendida, pero la ausencia de los maestros se remite al alto acatamiento del paro docente y también las mismas familias que me piden no mandar a los chicos al colegio”, dijo la rectora del Colegio Mariano Acosta, Andrea Berman a LA NACION.
Gabriela Wischnivetzky, madre de un alumno de tercer año de ese colegio, dice que hoy no está de acuerdo con la presencialidad porque las condiciones de salud no están dadas. “Estamos viviendo una pandemia, no está el100% de los adultos mayores vacunados, y entiendo que la prevención no está solamente en la distancia, el lavado de manos y el alcohol en gel. Las aulas del Acosta no son grandes, no pueden cumplir con los dos metros de distancia, aunque si están ventiladas. Además, está el tema de que hay muchos profesores que son de riesgo. Somos muy propresencialidad pero no en estas condiciones. Los chicos necesitan verse, pero hay algo mayor que es la responsabilidad social de cuidarse y cuidar al otro”, sostuvo.
En la misma línea, Diego Yatar, que tiene tres hijas, una en primaria en Escuela Nro. 4 DE 8 “OEA”, otra en tercer año de secundaria del Instituto Argentino Excelsior y otra en quinto año del Mariano Acosta, insistió en la necesidad de una educación virtual. “No estoy de acuerdo con la presencialidad en este contexto, con estos niveles de contagio, la falta de aulas ventiladas y de insumos en la escuela. Entendemos desde Familias Organizadas del Acosta que hay padres que necesitan la presencialidad y necesitamos que se cumplan todas las medidas sanitarias posibles y aquellos que necesiten u opten por la virtualidad tengan las herramientas necesarias para una virtualidad sostenible”, explicó.
“Mi hija es alumna de una escuela media, EEM N°1 DE°12 Julio Cortázar, de la cual soy parte de su cooperadora, además integro el colectivo Familias por un Retorno Seguro a las Escuelas”, dijo Gustavo Alonso. “Jamás afirmaría que no estoy de acuerdo con la presencialidad a clases. Pero atravesamos un momento de la pandemia con una circulación de virus altísima y la presencialidad está sumando contagios y ayuda a colapsar el sistema sanitario”, advirtió.
“Para una vuelta segura al aula, debe bajar la circulación de virus y garantizar la vacunación masiva a toda la comunidad”, finalizó.