Clara O'Farrell tiene 33 años y desde hace cinco trabaja en la NASA. Junto a un grupo de jóvenes ingenieros, desarrolla un paracaídas supersónico que permitirá aterrizar en lugares jamás explorados en Marte.
Estudios universitarios
"Me encantaría tener esas historias del estilo 'a los 5 años vi el lanzamiento de un cohete en la televisión y supe lo que quería'", dice O'Farrell entre risas en una entrevista telefónica con LA NACION. Su pasión por la ciencia comenzó cuando estaba en primer grado y su abuela la llevó aUshuaia, en Tierra del Fuego."Volví fascinada con los pingüinos, con remeras y revistas de ellos, y estaba convencida que quería ser bióloga marina", recuerda.
Sin embargo, en el 2004, cuando O'Farrell terminó el secundario, decidió viajar a Estados Unidos para estudiar ingeniería en la Universidad de Princeton, Nueva Jersey. "Primero pensaba hacer Ingeniería Química, por la buena salida que tiene en Argentina la industria petrolera. Pero era un desastre en el laboratorio, así que me anoté en Ingeniería Mecánica y Aeroespacial", cuenta.
Luego de recibirse en 2008, la joven realizó un doctorado en Sistemas Dinámicos y Control en el California Institute of Technology. "En el medio de los estudios, en Estados Unidos salían las noticias de que la NASA aterrizaba robots y sondas en Marte. Ahí me empezó a interesar el tema y me surgió la idea de trabajar en esto", recuerda. "En el 2012 seguí de cerca el aterrizaje de Curiosity y vi que uno de los líderes del proyecto era un argentino llamado Miguel San Martín. Me puse en campaña para contactarme con él", agrega.
Cómo llegó a la NASA
En 2013 y con 28 años, Clara entró a trabajar en la NASA. "Ingresé el 5 de agosto, que se cumplía el primer aniversario del Curiosity", recuerda. La ingeniera argentina se desempeña en el Jet Propulsion Lab en Pasadena, California, como ingeniera de guiado y control en el laboratorio. Actualmente se encuentra trabajando en un proyecto para 2020 llamado "Aspire", como encargada de reconstrucción de las trayectorias post-vuelo. "Tengo que ver cómo fue la trayectoria, cuál fue el estado de la atmósfera… si todo sale bien, mi trabajo es fácil. El tema es cuando las cosas no salen", explica.
Junto a un equipo de jóvenes ingenieros, trabaja en un paracaídas supersónico que se usará para aterrizar el próximo cohete que viajará a Marte en el 2020 con un robot. "Aterrizar en Marte es complicado porque la atmósfera es muy poco densa. Entonces hay que desplegar el paracaídas a velocidades supersónicas, en muy poco tiempo", detalla. Las primeras pruebas que se hicieron para paracaídas en Marte fueron en la década del sesenta, cuando llegaron las primeras sondas Viking. "Ahora queremos aprovechar todo el desarrollo que hubo en tecnología en los últimos años. Con cámaras de video de alta velocidad puedo reconstruir en 3D cómo se infló el paracaídas", ejemplifica.
El nuevo paracaídas para aterrizar servirá para llegar a lugares jamás explorados del planeta rojo. "El Curiosity solo puede aterrizar en lugares muy bajos, mientras que Marte tiene mucho relieve, y hay montañas muy interesantes que queremos descubrir. Con la tecnología que tenemos hoy en día, no estamos pudiendo llegar", explica O'Farrell. "Si queremos llegar a nuevos lugares, descubrir si hay vida en Marte, o enviar personas, necesitamos tecnologías más eficientes", agrega. Para 2030, la NASA planea realizar un viaje tripulado a Marte y trasladar un hábitat para que los astronautas puedan vivir 6 meses. "Nuestro paracaídas pesa tan solo 48 kilos y puede aterrizar algo de 3 toneladas, es muy eficiente en cuestión de peso", dice.
Desarrollo del paracaídas
Clara no viene de una familia de ingenieros y nunca en su vida se imaginó trabajando en la NASA. Sin embargo, hoy es una apasionada de lo que hace. "A veces no puedo creer que me paguen por hacer algo que me encanta. La aplicación de lo que estamos haciendo es fascinante y es increíble trabajar en algo que va a terminar en otro planeta. Además, los problemas que surgen son únicos en el mundo. Y tratar de resolver algo que nunca nadie se planteó es divertido", cuenta.
Para probar el paracaídas supersónico, el equipo de la NASA lleva realizados tres lanzamientos en la isla Wallops, en el estado de Virginia. Uno en octubre de 2017 y otro en marzo y septiembre de este año. "Las pruebas las hacemos en una zona medio recóndita en el océano atlántico que nos permiten lanzar cohetes. En Los Ángeles, en la playa de Santa Mónica, no podríamos", dice entre risas. "Luego va un barco a recuperar el paracaídas y estudiamos cómo salió la prueba. Tenemos cámaras de alta velocidad que graban mil cuadros por segundo para estudiar qué pasó. El lanzamiento es pequeño, no sale de la atmósfera, pero nos sirve para analizar densidades similares a Marte", explica.
Mujeres en ingeniería
Cuando se trata de profesionales en la NASA, la primera pregunta es cómo es trabajar en un ámbito donde se genera el conocimiento y la tecnología para explorar otros planetas. En el caso de O'Farrell, vivió experiencias apasionantes como trabajar en el túnel del viento más grande del mundo, que está ubicado en San Francisco; o vivir en una pequeña isla de Hawai para realizar lanzamientos. "Hay veces que te encontrás en una isla a las 5 de la mañana trabajando con tormenta de nieve. Y hay otros períodos normales, donde trabajás 8 horas, entrás a la oficina, parás a tomar un café y luego volvés a tu casa y salís a correr", cuenta.
En la Argentina, sólo una mujer por año egresa, en promedio, de la carrera de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Buenos Aires. Y según un relevamiento realizado por LA NACION, muchas se sienten discriminadas a la hora de conseguir trabajo, dado que se trata de ámbitos históricamente ocupado por hombres, como el sector de la energía, las automotrices, la construcción y la siderurgia. Sin embargo, la situación en Estados Unidos es distinta. Según cuenta O'Farrell, cuando se recibió como ingeniera mecánica en el 2008, el 25 por ciento de los estudiantes eran mujeres. Y además, en lo que fue su experiencia en la NASA, nunca sintió discriminación de género. "Eso no significa que no crea que falte camino por hacer. Sigue pasando que ya empezás a ver menos mujeres en los altos cargos", cuenta.
Clara fue distinguida por sus contribuciones en los avances tecnológicos en el campo de paracaídas supersónicos. Recibió la "medalla de logro excepcional de carrera temprana" de la NASA y una distinción del Jet Propulsion Laboratory "por el logro sobresaliente en una carrera temprana".
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