A pesar de los avances tecnológicos, escritores y aficionados la siguen prefiriendo
Una fábrica de Gales, en Reino Unido, construyó recientemente su última máquina de escribir y la donó al Museo de Ciencia de Londres . Pero, al parecer, hay muchos escritores y aficionados que consideran que un museo es el último lugar en el que debería estar su amada e indispensable herramienta.
¿Quién sigue utilizando las máquinas de escribir? ¿Por qué recurren a ellas?
Son simplemente prácticas
Puede que sean una minoría, pero los fanáticos de la máquina de escribir continúan siendo un grupo vociferante.
Mike France, que vende cintas de máquinas de escribir, dice que la mayoría de las conversaciones con los clientes de edad avanzada giran en torno a su disgusto por las computadoras y a su temor de perder sus viejas máquinas de mecanografía.
"Recibimos cartas y tarjetas de agradecimiento de gente que dice: 'Me has salvado la vida'".
Sin embargo, el periodista y coleccionista Richard Milton, quien dirige el sitio web Portable Type Writers -un museo virtual de máquinas de escribir portátiles- asegura que se trata de mucho más que una herramienta idealista.
"Hay algo especial acerca de las máquinas de escribir. Están conectadas al idioma y conectan las vidas de las personas de una manera bastante romántica. Todos los escritores fantasean con el estilo de Agatha Christie y les piden a sus máquinas que los ayuden a escribir novelas maravillosas".
Para el coleccionista Anthony Casillo, las máquinas de escribir son simplemente prácticas.
"La gente aún usa máquinas de escribir porque funcionan. Ofrecen una alternativa libre de las distracciones de los métodos modernos durante la producción de un documento. Desafían al usuario a ser más eficiente y a ver sus errores sobre el papel".
Escritores y periodistas han hablado también de su amor por la ya envejecida máquina.
"He vuelto a usar una máquina de escribir para los primeros borradores. Te obliga a pensar", dijo el autor Will Self en una reciente entrevista. "Ayuda a ordenar las ideas", añadió.
El exreportero Maureen Huggins consiguió utilizar máquinas de escribir durante su carrera de 55 años como reportero, diciendo que las computadoras "matarían al periodismo".
Sin distracciones
Casillo, quien ha estado en la industria de la máquina de escribir por casi 40 años y ha coleccionado modelos vintage durante los últimos 30, dice que mientras que la gente mayor se resiste a la tecnología, los más jóvenes se perdieron de la experiencia original y por ello muestran interés.
Tom Furrier es dueño de un taller de reparación de máquinas de escribir en Arlington, Massachusetts. Según él, los jóvenes menores de 30 años han crecido con las nuevas tecnologías y nunca experimentaron con juguetes analógicos. Por esa razón, "les fascina la retroalimentación sensorial que reciben de estos aparatos. El tacto, el sonido, ver la imagen impresa... todo eso inmediatamente les sorprende".
"Algunas personas más jóvenes están cansadas de la falta de alma de los ordenadores y de la tecnología digital y por ello buscan una mejor experiencia. A los niños más pequeños y creativos les atraen las maneras de hacer las cosas al estilo de la vieja escuela", dice.
"La razón número uno por la que los jóvenes me dicen que les gustan las máquinas de escribir es que se puede escribir sin distracciones. No hay internet, ni correo electrónico, ni google para distraerlos. Sólo están escribiendo, creando".
La columnista de The Times y autora, Caitlin Moran, aparece con una máquina de escribir en la portada de su libro "Moranthology".
Sin embargo, explicó en un tweet que odia las máquinas de escribir. "Me encanta mi portátil", escribió. Su marido, el periodista musical Pete Paphides, ama las máquinas de escribir, tanto como odia las impresoras.
No hace falta electricidad
Puede que las máquinas de escribir hayan pasado a la historia en muchos países, pero en aquellos en los que el suministro de electricidad es irregular, continúan siendo vitales.
En Bombay, la ciudad más poblada de India, es posible escuchar el inconfundible "clack, clack, clack" de las máquinas de escribir, mientras los mecanógrafos profesionales se sientan en las afueras de los juzgados a redactar documentos legales.
Razones estéticas
Para Keira Rathbone, la máquina de escribir es una fuente de arte. La artista londinense explota un lado muy diferente del artefacto mediante la creación de arte visual de caracteres.
Al explicar por qué le gusta esta forma de arte, dice: "Creo que la explicación radica en la mecánica de las máquinas y en el hecho de poder sentir sus mecanismos. No es como usar una computadora en la que hay muchas cosas que son un misterio. Si hay algo malo con una máquina de escribir, puedes verlo de inmediato. Además, es simplemente fascinante poder ver lo que se está escribiendo".
Su arte se parece a un dibujo realizado con pluma y tinta, dice.
"Las reacciones de los niños son particularmente interesantes pues la mayoría de ellos ni siquiera sabe qué es esa máquina y muestran de manera desinhibida su intriga. Me siento privilegiada por poder presentárselas por primera vez".
Las máquinas de escribir también son muy solicitadas para los dramas de época o las obras de teatro.
Milton fue contactado recientemente por una compañía de producción que trabajaba en un drama de detectives en tiempos de guerra. Querían que le diera clases de máquina de escribir a una actriz para que pudiera "parecer natural trabajando en su escritorio", dice.
Los precios se están disparando a medida que son más buscadas por los coleccionistas.
"Son antigüedades que hoy en día no se están fabricando en ningún lugar del mundo. No sé de una sola fábrica que siga haciéndolas".
También son populares entre aquellos que quieren una pieza para decorar su sala o su oficina, para conseguir "un ambiente que sea estéticamente agradable".
"La gente que colecciona antigüedades siempre está buscando nuevas piezas".
Bodas
Las parejas comprometidas están buscando en el pasado inspiración para su gran día y la están encontrando en las máquinas de escribir.
Milton dice ahora muchas parejas optan por crear sus invitaciones en estas máquinas, que además procuran tener el día de la celebración para que los huéspedes puedan escribir unas palabras de felicitación.
"Es elegante. Supongo que todo es retro ahora. Los años 60, 70 y 80 son todo", dice.
Por Gerry Holt
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