Choque de trenes en Palermo: “Fueron 10 segundos de sacudida; cuando me di cuenta de que estábamos arriba del puente, me dio terror”
Una formación del tren San Martín colisionó contra otra sin pasajeros; hubo 90 heridos; todos fuera de peligro
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Christian Maidana, de 32 años, miraba su celular, mientras viajaba en el tercer vagón del ferrocarril San Martín cuando sintió la primera frenada. “Fueron 10 segundos de sacudida, un susto terrible. Cuando me di cuenta de que estábamos arriba del puente, me dio terror porque todo se movía. Pensé que nos íbamos a caer”, contó el joven camarero esta mañana, todavía temblando por el shock.
Ya había pasado una hora desde el incidente, pero, de todas formas, a su lado, sobre la avenida Figueroa Alcorta, continuaban circulando bomberos y paramédicos que cargaban camillas con heridos. Los bajaban de las vías con dificultad, a través de la lomada de pasto del costado del puente, y los llevaban hacia la treintena de ambulancias estacionadas en medio de la avenida que estaba cortada.
Maidana todavía sentía el impacto del choque en sus rodillas. Viajaba en la primera fila del vagón cuando se produjo la colisión, a las 10.30, pocos minutos después de que el tren saliera de la terminal de Retiro, y la inercia lo empujó contra la barra de metal ubicada frente a su asiento.
Recién cuando logró bajar del vagón pudo entender lo que había sucedido: dos formaciones del San Martín, un tren de pasajeros y una locomotora, habían chocado sobre el puente de la avenida Figueroa Alcorta, casi Dorrego. Pocos minutos después comenzó un fuerte operativo, con la llegada del Sistema de Atención Médica de Emergencias (SAME) y personal de Bomberos, además de la Policía de la Ciudad. Los hospitales cercanos fueron avisados ante la alerta roja y comenzaron a recibir heridos –en total unos 60–, la mayoría trasladados por vía terrestre y un par –los dos casos de mayor gravedad– en helicóptero.
Los heridos más graves fueron los que se encontraban en el primer vagón, reconstruyó Maidana, junto a otros dos pasajeros que esperaban nuevas indicaciones del personal de policía. “Apenas dejó de temblar todo, fui hasta el primer vagón. Había gente en el piso, con la cara sangrando, varias narices rotas, pero no vi ninguna persona inconsciente”, siguió el joven, quien tras el incidente, antes de que llegaran las ambulancias, ayudó a bajar en camillas a varios heridos.
Hubo heridos en todos los vagones. Estela Mercado, que viajaba sentada en el último junto a su nieta, se dio cuenta de la primera frenada cuando un hombre parado que estaba a su lado se desbalanceó y se golpeó la cabeza con uno de los caños de metal y cayó al piso. “Fue algo horrible, un susto”, dijo a LA NACIÓN, con los ojos llorosos, mientras su nieta correteaba a su alrededor. La mujer jubilada, que viajaba desde la Capital hacia Hurlingham, donde vive, agradecía haber elegido ese vagón y no el primero, como de costumbre, y también que su nieta hubiese salido ilesa. “Ella quería levantarse del asiento, menos mal que no la dejé. En cuanto sentí el movimiento la abracé fuerte”, agregó.
En los primeros momentos después del impacto, contó, les dijeron que esperaran para bajar porque había derrame de combustible, pero minutos después pudieron descender. “Fue sin mirar para los costados por los heridos que podría haber habido”, sumó.
Sin embargo, no todos esperaron. Según detallaron a LA NACIÓN personal del SAME, por el miedo, muchos se tiraron del tren apenas terminó de frenar, dado que las puertas se abrieron automáticamente. “Como tenían como un metro hasta el piso, muchos que se tiraron se lastimaron las piernas, porque cayeron mal sobre las piedras, o se doblaron tobillos”, contó uno de ellos.
“Si hubiese pasado una hora antes, estaríamos hablando de otra cosa –informó el mismo paramédico–. Como gran parte de los pasajeros estaban sentados, la mayoría de los heridas fueron en las piernas, brazos y algunos también en la cabeza, porque se golpearon contra los asientos de adelante”. También describió el clima que había en la formación tras el impacto: habló de gritos, de nerviosismo y una “gran crisis de pánico” entre los pasajeros.
“Fueron dos segundos en que pensé que no la contábamos”, resumió esta mañana el pasajero Juan Pablo Milano, de 28 años, que viajaba por trabajo a Pilar cuando ocurrió el choque. “No sé qué pasó, yo creo que el maquinista se dio cuenta tarde de que había una locomotora, porque la frenada fue fuerte y larga. Realmente me asusté”, seguía el joven, en medio del operativo que tuvo lugar bajo sobre la avenida Figueroa Alcorta, a pocos metros del puente donde permanecía el tren accidentado.
Horas después del accidente, la circulación de peatones y vehículos debajo de esta antigua estructura de hierro verde todavía se encontraba prohibida. No solo porque aún se estaban realizando los peritajes sobre la situación de la estructura, sino también porque desde ahí continuaba cayendo de manera constante combustible del tren. Salía de entre la base del puente y formaba un charco que cruzaba las dos manos de la avenida Figueroa Alcorta y parte del boulevard. Bomberos de la Ciudad vigilaban con especial atención el derrame, mientras intentaban evacuar el combustible acumulado en la estructura con mangueras.
Fuera de la hora pico
“Los vagones no venían llenos, ya había pasado la hora pico, y además era un tren que iba en dirección a la provincia. Iban casi todos sentados, si no, hubiese sido una tragedia”, dijo un hombre de una empresa de seguridad privada de la zona, que ayudó con el descenso de pasajeros de la formación luego del accidente, mientras observaba desde el costado de la vía las tareas de peritaje y rastrillaje que hacía personal de bomberos junto a perros. “Había muchas personas mayores, muchos niños, cochecitos. Hay gente que salió ilesa pero muy angustiada”, contó.
Luego, la pasajera frecuente del San Martín recordó: “[Las formaciones] cuando llegan al lugar donde fue el choque siempre bajan la velocidad, porque no se ve, llega a este punto y tiene que pedir permiso”. Y dijo que el episodio fue afortunado “porque no había tanta gente en el tren”.
“Aparentemente no hay daños en el puente”, adelantó un agente de la Policía Federal, mientras aún personal de Defensa Civil trabajaba sobre la estructura para evaluar la situación.
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