Chicos y escolarización: La franja etaria a la que más le impactó la pandemia
Quizá sea la cara menos visible. Pero los chicos de tres años y menos son los que quedaron más al margen de las políticas educativas del Gobierno en pandemia. Los números indican que casi uno de cada dos menores de tres años está escolarizado. Y el impacto del coronavirus profundizó la brecha, ya que muchos chicos en el nivel inicial, abandonaron la escuela durante la cuarentena, por la dificultad de seguir pagando las cuotas, ya que la mayor oferta educativa sub tres está en manos de privados, y también porque la propuesta pedagógica a distancia resultó poco atractiva para los más chiquitos.
“El actual contexto, luego de un año sin presencialidad, renueva la urgencia de impulsar la agenda de las políticas para la primera infancia”, señala el informe Mapa de la Educación Inicial en Argentina que presentaron hoy UNICEF y CIPPEC. Realizaron un análisis de la situación educativa e identificaron retos y desafíos relevantes para el diseño e implementación de políticas que garanticen el cumplimiento de los derechos.
De acuerdo con los registros nacionales de los últimos 25 años, la sala de 5 está universalizada casi en su totalidad; la cobertura de la sala de 4 se amplió llegando al 87% en la última década; la de 3, al 45%, y en las salas maternales, el crecimiento resultó marginal, apunta el informe.
Hay que recordar que la escolarización en la Argentina no es obligatoria hasta los tres años y, por eso mismo, la oferta educativa para la primera infancia está en manos de instituciones privadas, que vieron altamente afectada la matrícula durante el último año por la pandemia. Muchas de ellas, debieron cerrar sus puertas. El Gobierno anterior impulsó un proyecto a nivel nacional para fijar en tres años la edad de obligatoriedad de la educación. La iniciativa tuvo un voto unánime de la Cámara de Diputados de la Nación, pero nunca se trató en el Senado y finalmente perdió estado parlamentario.
“Las disparidades existentes se profundizan por el impacto de la pandemia”, señaló Luisa Brumana, representante de Unicef Argentina. “Lo que sucede durante la primera infancia queda para toda la vida. Sin embargo, esta afirmación científicamente comprobada no se traduce automáticamente en políticas socioeducativas que pongan a este grupo etario como prioridad central de la gestión”, apunta la directora ejecutiva de CIPPEC, Julia Pomares.
Para la elaboración de este material se relevó, sistematizó y analizó información estadística y documental de las 24 provincias, durante los últimos tres años, en cinco grandes temas: cobertura, oferta de servicios, normativas, currícula y formación docente. La pandemia ocurrió al final del período de investigación, por lo que no se cuantificó el abandono escolar en la primera infancia, aunque si se abordó el impacto. “A pesar de los avances en asegurar la cobertura en las salas obligatorias, aún nos encontramos frente a un escenario fragmentado, heterogéneo y desigual en lo que respecta a la oferta y cobertura, especialmente en los contextos territoriales de mayor vulnerabilidad social”, afirmó Cora Steinberg, especialista en Educación de Unicef.
“La primera infancia es el período de mayor desarrollo en la vida de una persona. Durante esta etapa se construyen las bases del futuro de cada niño y cada niña, de su salud, bienestar y educación. Es crucial que en esta etapa reciban oportunidades que permitan desarrollar una vida plena y el ejercicio de sus derechos”, apunta Brumana.
Desafíos
La Argentina enfrenta enormes desafíos en términos de reducción de la pobreza, salud y nutrición, apunta Pomares. “Para esto, el acceso a los espacios de crianza, enseñanza y cuidado para los niños y las niñas de 0 a 5 años es clave. Por eso es importante que la política pública trabaje ampliando la oferta de estos espacios, y que, a corto plazo, elimine la incertidumbre por el regreso de las actividades educativas en todos los niveles, incluyendo la primera infancia. La falta de presencialidad solo acrecienta la brecha que ya existe entre las familias más vulnerables y aquellas con más recursos”, dice.
Uno de los principales problemas tiene que ver con la falta de participación del Estado en la educación inicial. “El sector estatal tiene menos participación en el nivel inicial en comparación al resto de los niveles del sistema educativo e, incluso en la sala de 5, uno de cada tres niños asiste a escuelas de gestión privada”, aseguró Steinberg.
“Además, cabe señalar que a diferencia de otras propuestas para la primera infancia, la educación inicial se ofrece, casi en su totalidad, en jornada simple, lo que implica un aumento en la carga de cuidado en los hogares”, agregó.
“Argentina no cuenta actualmente con un marco curricular actualizado en educación inicial y, si bien todas las provincias cuentan con diseños para el jardín de infantes, solo la mitad posee una propuesta específica para el jardín maternal”, aseguró Alejandra Cardini, directora de Educación de CIPPEC.
“Por un lado, los documentos curriculares son elaborados desde y hacia el sistema educativo, sin contemplar otras instituciones que reciben a la primera infancia; por el otro, la normativa nacional es acotada y el país no cuenta con pisos mínimos para acompasar los escenarios provinciales como la disparidad en las dimensiones de las aulas o la cantidad de chicos y chicas por docente”, detalló.
Un dato que se desprende del estudio es la disparidad en la distribución de los cargos: aproximadamente el 65% de las escuelas no cuenta con auxiliares docentes y un 60% no posee docentes que enriquezcan la propuesta curricular, fenómenos que se profundizan cuando se comparan escuelas rurales y urbanas, de gestión estatal y privada.
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