Chicos genios: el desafío de crecer con altas capacidades y no ser comprendidos
Tienen una inteligencia por encima de la media, pero a la mayoría le cuesta adaptarse; armonizar el desarrollo intelectual con el emocional, la clave
A los 2 años decidieron anotarlo en un jardín maternal, y una tarde Bruno volvió a su casa horrorizado. "Mamá, en el jardín son todos bebes. No entiendo lo que dicen y ellos tampoco me entienden a mí." Desde muy pequeño, los papás de Bruno Caruso notaron que en su hijo había algo diferente. Sin embargo trataban de no sorprenderse demasiado, de no magnificar -como suele hacer cualquier padre ante las primeros logros de un hijo- los nuevos aprendizajes adquiridos.
Ya a los tres años y medio Bruno leía y escribía, y cuando llegó a la salita de 4 años tuvieron la primera reunión con la psicopedagoga. "Nos dijeron que mientras la maestra leía un cuento, Bruno se paraba y comenzaba a girar con los brazos levantados. Entre otras cosas nos sugirieron una terapia", cuenta a LA NACION Jorge Caruso, papá de Bruno, que hoy tiene 13 años y asiste a una escuela bilingüe, aunque ya fue eximido de asistir a las clases de inglés por el resto de la secundaria.
En realidad, Bruno se aburría. De haberlas leído una y otra vez, él ya conocía esas historias casi de memoria. Finalmente, su mamá decidió buscar ayuda, y en la Fundación para la Evolución del Talento y la Creatividad (FETC) dieron con el diagnóstico: el pequeño era una mente brillante y su coeficiente intelectual era superior al promedio.
Superdotado y talentoso
Hoy, la institución que preside María del Carmen Maggio cumple 25 años, y por sus talleres ya han pasado unos 500 chicos. En la actualidad asisten unos 20 con altas capacidades (o superdotación) y también otros con inteligencias múltiples. ¿Cuál es la diferencia? Un superdotado tiene un coeficiente intelectual igual o superior a 130, cuando la media es de entre 90 y 110. En el país no hay estadísticas oficiales, pero a nivel internacional sólo un 2% responde a estas características. "Sin embargo, la población de talentosos, es decir chicos con inteligencias múltiples, es del 12% y se trata de un grupo que va en aumento", asegura Maggio.
"Nuestro único parámetro de evaluación no es medir el coeficiente intelectual, más bien adscribimos a una visión más humanista, porque un chico puede ser un genio en la pintura y no con las matemáticas. Pero en ambos casos, tanto en los talentosos como en los superdotados, existen los mismo problemas de adaptación, tienen un don que los condena a la incomprensión y suelen tener serios problemas de conducta. Muchos, incluso, llegan a ser medicados."
Desde CreaIdea, una ONG que trabaja para dar contención a estos chicos, y sobre todo a sus padres, no coinciden con esta mirada. "Hablar de inteligencias múltiples no es lo mismo que hablar de un niño con altas capacidades. La verdad es que hay mucho para debatir sobre este tema, pero nosotros preferimos no poner la palabra inteligencia a determinadas habilidades. Sencillamente, no es igual", dice Héctor Roldán, que decidió crear la institución a partir de su propia experiencia. "De chico fui medicado y creo que a nivel docente falta capacitación, tanto para detectar a los niños superdotados como para potenciar sus inteligencias múltiples. Se aburren en clase, los obligan a repetir tareas que ya dominan, no logran adaptarse al grupo porque muchas veces son agredidos y terminan por ocultar sus virtudes, quieren pasar inadvertidos y en lugar de avanzar, retroceden."
Según Maggio, tanto el talentoso como el superdotado no utilizan el pensamiento lineal, sino el divergente, y suelen ser niños problemáticos o tener bajo rendimiento en la escuela. De hecho, según la última evaluación hecha por el Comité Europeo para la Educación de Niños y Adolescentes Superdotados, entre el 30 y 50% fracasa en la escuela.
Para Alejandra Agüero, criar a Gonzalo, de 8 años, es un desafío constante. "A los 2 tenía pasión por los egipcios, las pirámides, las tumbas, las momias. Y constantemente me hacía preguntas sobre el tema, con lo cual yo debía recurrir a los libros para responderle -confiesa a LA NACION-. En el colegio siempre fue el rebelde sin causa. Está en tercer grado y en las reuniones de padres me plantean cosas como que su lenguaje o desarrollo intelectual corresponden más bien a un nene de 12 años, pero que emocionalmente tiene 5. Y, precisamente, esa disincronía es lo que provoca este tipo de problemas." Su pensamiento abstracto y su capacidad de análisis resultan incompatibles con su desarrollo emocional, y así, según los casos relevados, el mismo chico de 5 años que se angustia por las injusticias sociales le tiene miedo a los monstruos de noche.
Tareas no, desafíos sí
Por eso, tanto Maggio como Roldán insisten en la importancia de la integración entre lo emocional y lo intelectual. "Nuestro trabajo en la fundación es armonizar al niño talentoso, nosotros no queremos una cuna de genios, lo que nos importa es que los chicos sean felices. Por eso en nuestros talleres no ofrecemos conocimientos, sino más bien desafíos, propuestas que los motiven."
Maia Rabicovich tiene 25 años, y aunque ya no padece el aburrimiento escolar ni las frustraciones que la acosaban de pequeña, aún le cuesta hablar del tema. "No dejás de ser un bicho raro. Aunque ya estoy en la facultad [va por la tercera carrera] me cuesta la amistad, y siempre prefiero relacionarme con gente más grande." Hoy, por las celebraciones en FETC, Maia cantará un romance en ruso -también habla a la perfección inglés y japonés- para todos los invitados.
Gonzalo Brandi: de los juegos de mesa a una empresa de combustible
A los 8 años dice que perdió un poco de interés por el ajedrez. "Igual me gusta, pero prefiero el blackjack. Ahora estoy trabajando en un proyecto grande: quiero hacer una corporación que se especializa en fabricación de combustible para comunicarnos con un planeta extraño. Se llama Corporation Umbrella, todavía no tengo mi tarjeta de presentación, pero ya la diseñé y voy a imprimirla pronto."
Bruno Caruso: está adelantado un año en la escuela y ama los idiomas
Le interesa el cine, pero también el diseño industrial, la programación, la robótica y los idiomas. "Me regalaron una impresora 3D para mi cumpleaños que quiero utilizar para hacer colgantes", dice el adolescente de 13 años que tuvo que adelantar un año sus estudios porque "no encajaba" con los chicos de su edad. Para sus padres fue una buena decisión de sus maestros y directores.
Cómo reconocerlos
Lenguaje avanzado
Suelen tener un vocabulario muy rico para su edad, se expresan con metáforas y leen y escriben precozmente
Justos y éticos
No toleran las injusticias, son honestos y los conflictos sociales y problemas de la humanidad los afectan. Son hipersensibles y autoexigentes
Demandantes
Les interesa comprender la naturaleza de las cosas y cuestionan todo. Su sed de conocimiento no es fácil de saciar y su curiosidad tampoco
Capacidad de análisis
Desarrollan un pensamiento abstracto y una capacidad de análisis que no son compatibles con su desarrollo emocional
Ironía
Manejan con delicadeza el sentido del del humor, son irónicos y, generalmente, suelen ser contestatarios
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