Chefs al pie de la cordillera
Son jóvenes, en su mayoría mendocinos y proponen un nuevo camino gastronómico, marcado por el culto a Baco, la incorporación de productos que genera el terruño y la recepción de públicos de todo el mundo. Algo que exige mucho nivel, producto y creatividad. En su edición especial Cocinas y Vinos, LNR conversó con varios de ellos, para contar de qué modo están marcando el ritmo de la cocina en la octava capital mundial del vino.
"Proponemos que el visitante venga a vivir el vino de otra manera –explica Lucas Bustos–. Como lo hacías en tu casa, como te cocinaba la abuela, todo lo que nosotros decimos está puesto al lado de una copa de vino. Recibimos gente que tiene una semana para vivir experiencias diferentes pero complementarias, y todas acerca del vino".
Sin duda, estos entusiastas cocineros del vino se benefician del enorme crecimiento de Mendoza como enclave vitivinícola y destino turístico. Pero lo suyo no sólo es cocinar en medio de un bellísimo entorno natural: "Mendoza te da un buen tomate, una calabaza sabrosa, una gran trucha. No le das al turista ni salmón rosado ni ostras ni magret –apunta Pablo del Río–. Eso seguro ya lo comió en Noruega". Para Patricia Suárez, las ventajas de trabajar en la zona cordillerana también tienen que ver con estar cerca de los productores y exigirles la calidad deseada. "Juntarnos nos sirve para unificar proveedores –propone Gabriel Rodríguez–. Más allá de las recetas personales, todos cocinamos con trucha, con lomo, con cerdo, con el cherry, con el tomate seco o con la rúcula. Lo creativo está en el toque individual, igual que los enólogos con los vinos".
En busca de explicar la clave de esta movida, y desde la experiencia en los fuegos de Zuccardi, Matías Aldasoro se explaya: "El tema es que nosotros sentimos todo. Porque como cocineros siempre damos todo lo nuestro. Y, si voy a salir al salón, voy a hacer lo mejor posible para servirte un vino".
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