César Pelli, el hombre del centenar de premios al que el “nobel” le fue esquivo
A los 92 años, murió el arquitecto tucumano César Pelli y con él se llevó un legado de megaobras que lucen por el mundo, se transformaron en íconos locales y le valieron más de un centenar de premios en todo el mundo.
Por ejemplo, Pelli fue galardonado con la codiciada Medalla de Oro del Instituto Americano de Arquitectos (AIA, por sus siglas en inglés), que reconoce una vida de logros distinguidos y contribuciones excepcionales, en 1995, y con el Premio Aga Khan, en 2004, por las Torres Petronas de Kuala Lumpur, en Malasia, la obra que terminó de hacerlo conocido en el mundo entero y entre todos los públicos. Y en el 2012 fue reconocido con el Konex de Brillante a las Artes Visuales (2002-2011), aquí, en la Argentina.
Sin embargo, el "nobel" de la arquitectura le fue esquivo a pesar de haber sido el favorito en más de una ocasión. La vez que más cerca estuvo fue en el 2013. En esa oportunidad fue presentado como candidato, precisamente por la Fundación Konex, al premio más importante de la arquitectura mundial, el Pritzker.
Creado en 1979 por Jay A. Pritzker e impulsado por su familia, se entrega anualmente a un arquitecto en vida de cualquier país, que haya mostrado a través de sus proyectos y obras las diferentes facetas de su talento como arquitecto y haya contribuido con ellas al enriquecimiento de la Humanidad.
La larga trayectoria de Pelli justificaba ampliamente los requisitos mencionados. Sin embargo, ese año el premio quedó en manos del japonés Toyo Ito.
Las obras que colocaron a Pelli en la elite mundial
Las Torres Petronas, una armoniosa fusión entre modernidad y tradición, y las más conocidas entre sus creaciones, son una muestra acabada de su concepción arquitectónica: "Diseño para el lugar con sus características físicas, su clima, su cultura, su historia; también diseño para la gente que usará mi edificio, y mis intenciones estéticas se enriquecen en el proceso".
Hay obras suyas en otras ciudades importantes del mundo -el World Financial Center, en Nueva York; las Torres Gemelas de Polanco, en Ciudad de México; la embajada de los EE. UU. en Tokio; el International Finance Center, en Hong Kong, o la recién inaugurada Torre Iberdrola en Bilbao- y en la porteña Buenos Aires ya se han vuelto hitos el Edificio República y las torres del BankBoston y de YPF. Y aunque él acostumbre a decir que la suerte lo acompañó siempre y que el suyo es un trabajo fruto de un equipo de colaboradores con los que comparte criterios y la misma escala de valores, es evidente que su obra es una obra de autor, la de alguien que brinda "un servicio refinado, artístico, pero un servicio a la sociedad", un ideal que está en la esencia misma de su profesión.
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