Cerveza Mugica: puso una fábrica en su casa del Barrio 31 y sueña con expandirse
Hacen 100 litros y los venden en un fin de semana; ahora invirtieron para triplicar la producción
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Osvaldo Salazar siempre soñó con tener su negocio propio, su emprendimiento. Nacido y criado en el Barrio 31 desde la época en que el lugar era conocido como Villa 31, con calles de barro y casillas de chapa. “Cupa” (como lo conocen en el barrio) recibió a LA NACIÓN en su casa, cuyo garaje también funciona como incipiente fábrica de la cerveza Mugica.
“Cupa” tiene 37 años y cuenta que se crio en el barrio cuando era mucho más chico y distinto que ahora. “Ocupaba solo una parte en la entrada de la estación de micros de Retiro –recuerda Salazar-. Todo el resto eran baldíos hasta las vías de los trenes”.
Salazar es técnico electrónico y pasó por varias empresas, pero siempre su sueño estaba ligado a tener el comercio propio. “Hace 8 años, cuando me casé, pusimos una casa de venta de tortas en la parte delantera de nuestra casa. Pero eso aún no me alcanzaba para dejar el trabajo en relación de dependencia, era solo una ayuda extra”, cuenta.
La chispa de la magia de hacer cerveza se le despertó a “Cupa” hace 4 años, cuando un amigo lo llevó a un curso intensivo de 4 semanas para aprender a “cocinar birra”, como le gusta decir a Salazar. Sin embargo, recién a comienzos del 2020, ya con la pandemia en el horizonte, Salazar se lanzó a la aventura de producir cerveza junto a su hermano Carlos Salazar y su amigo Carlos Jiménez.
Nace la marca
“Las primeras birras no salieron muy bien –se ríe “Cupa” al recordar el origen de Mugica beer-. O eran muy amargas o les faltaba gas o estaban muy alcoholizadas. Con el tiempo fuimos tomándole la mano y encontrando los ingredientes y tiempos exactos”.
A “Cupa” se le iluminan los ojos cuando habla de la mezcla exacta para lograr la cerveza. “Uno piensa que no va a poder, que no va a salir. Pero pasa, en poco tiempo de ensayo teníamos una cerveza golden (rubia suave) muy rica y vendimos nuestras primeras botellas acá en el barrio”, relata.
Al comienzo, las botellas salían sin marca. Eran las cervezas de “Cupa”, que los vecinos se acercaban a comprar hasta el local de tortas de Salazar. “A mediados del año pasado en plena pandemia, se nos ocurrió el nombre Mugica. “La idea es que todo el barrio se sienta identificado y nos elija por sobre las marcas comerciales para que sientan que están tomando su birra”, asegura.
El camino del emprendedor
La nueva cerveza Mugica tuvo un incipiente comienzo con una fermentadora. Allí luego de las pruebas vino la inversión fuerte del grupo para lanzarse al mercado. “Llevamos invertido unos 500 mil pesos para ampliar la producción –se entusiasma Salazar-. Hoy vendemos 100 litros por semana y eso no nos permite vivir de esto. La idea es ampliar la producción primero a 300 litros con los nuevos fermentadores y luego ir cada vez por más”.
En el camino de afianzar la marca, “Cupa” se contactó con el Centro de Desarrollo Emprendedor y Laboral del Barrio 31 y una diseñadora colaboró para el logo de la marca. “Le pedí que se leyera bien claro Mugica en las botellas desde varios metros. Después elegimos colores para cada una de nuestras tres cervezas actuales: Irish red, IPA y Golden”, explica el maestro cervecero.
Los planes a futuro de “Cupa”, incluyen ampliar cada vez su fábrica de cerveza. “Primero vamos por 300 litros semanales –sostiene Salazar-. Hoy, hacemos 100 litros y lo vendemos todo en el finde. Además, en otra etapa mi idea es producir barriles para poder venderle a los bares de la Ciudad que nos pidan”.
“Cupa” sigue planeando su futuro entre lúpulo, cebada y fermentadores. “Ojalá dentro de muy poco tengamos la chance de contratar personal que nos ayude a seguir expandiendo la producción de Cerveza Mugica. Obvio, que primero vamos a buscar entre los vecinos del barrio que necesiten trabajo para darles una mano en estos tiempos difíciles”, explica Salazar.
Mercado cervecero
Según los últimos datos de la Cámara Argentina de Productores de Cerveza Artesanal, en el 2020 el rubro generaba el 2,5% de toda la cerveza que se vendía en el mercado argentino. Mucho menos que lo que representan los pequeños productores en otros países como en Estados Unidos (17%). Este sector creció a un ritmo de 40% anual en los últimos cinco años antes de la pandemia de coronavirus. Hoy hay unos 1500 productores registrados en Argentina.
En ese sentido, desde la Cámara aseguran que el mercado de artesanales tiene aún mucho para crecer. La primera productora se instaló en 1984 en Bariloche, “Patagonia” y hoy es una marca reconocida y con varios mercados internacionales conquistados. En 1990, el otro hito de las artesanales tomaba forma en Mar del Plata, “Antares”, que también ya está consolidada en todas las góndolas del país.
En esa torta de unos 18 millones de dólares anuales de artesanales, intenta hacer pie “Cupa” y sus socios con su cerveza Mugica. El sueño nacido desde su casa del Barrio 31, entre fermentadores, embotellamiento manual y etiquetas de colores. Con el aroma de cebada y el lúpulo que invade toda su casa. Entonces, Salazar achina los ojos para intentar predecir lo que espera de su futuro, cargado de botellas y barriles de su creación.