En la calle Solís 475 funciona, desde hace un siglo, la Sede Social del Centro Asturiano de Buenos Aires. En el frente del edificio, casi imperceptible, una placa blanca con fecha de 2001 asegura que esa es "la fachada mejor conservada del Barrio de Montserrat". Para comprobarlo, basta cruzar la calle y mirar el edificio desde la vereda de enfrente.
Ventanales imponentes, arcos ojivales y vitreaux de grandes dimensiones (típicos del estilo gótico plateresco) conforman "La Casona de Solís", en cuya cima se impone un escudo del Principado de Asturias. Obra los arquitectos Pedro Berisso y Rosendo Martínez, el edificio -inaugurado el 7 de septiembre de 1929- es una copia exacta de la Universidad de Salamanca y es, también, Sitio de Interés Cultural de la Ciudad de Buenos Aires desde 2013.
"Durante años, esta sede funcionó como el nudo nostálgico de los que habían dejado España. Estar ahí era una manera de conectar con Asturias a través de la música, los bailes, la gastronomía y, al mismo tiempo, una excusa para ver a los amigos", dice Andrea Ordieres, historiadora, presidenta del área de Cultura y socia del Asturiano desde hace cinco décadas. Será ella, junto con otros integrantes de la institución, quien nos haga una visita guiada y, también, nos invite a un viaje en el tiempo.
Reliquias y anécdotas
Es un viernes de junio y el reloj marca las 11 AM. Roberto Vives, Vicepresidente Segundo y Presidente de la Comisión de Campo espera a LA NACION en el hall de planta baja. Su vínculo con el Asturiano es, como el de la mayoría de sus asociados, de sangre. "Soy nieto de asturiano. Yo tenía seis años y veía que mi abuelo iba a las fabadas (N. de la R.: fiestas donde se come el plato típico de Asturias) y, cuando volvía, lo escuchaba cantar. No sabía qué cantaba, pero me gustaba escucharlo. Después, la vida me trajo hasta acá. El Asturiano es mi segunda casa", dice.
Mientras el personal de limpieza enciende las luces del teatro, al que bautizaron "Alejandro Casona", Vives desliza: "Acá se casó la Pimpinela (N. de la R. Lucía Galán), ¿sabías? Así como lo ves, este piso es de madera movible: puede convertirse en una salón de baile de 500 metros cuadrados o inclinarse hasta 1.20 metros", cuenta. El salón, donde al día siguiente habrá un concierto de música celta, tiene 350 butacas, telón de pana bordado y una araña de una tonelada y media que cuelga, imponente, del techo. Para limpiarla –explica Vives- la bajan a través de un motor. Lo hacen una vez al año y ahí aprovechan para cambiarle las lamparitas quemadas.
Asturias, siempre presente
Por la escalinata central del hall, inspirada en una de las escaleras de la Catedral de Burgos, se accede al primer piso; donde se exponen galardones y placas de reconocimiento al Asturiano. Hacia la izquierda, los palcos con vista preferencial al escenario del teatro. Hacia la derecha, el salón de los escudos, que contiene los escudos de los 78 Concejos que conforman el Principado de Asturias, y la sala de reuniones. Mención aparte para la biblioteca, que conserva enciclopedias antiquísimas, mapas y ejemplares de historia, geografía, arquitectura y gastronomía Española y Asturiana.
"Acá venían los socios, completaban una fichita y retiraban los libros. Te estoy hablando de la época en la que no había Internet ni nada que se le parezca", cuenta Andrea Ordieres. "Con el tiempo el interés fue disminuyendo y, también, nuestras posibilidades de mantenerla activa y con una persona especializada a cargo. Lo que sí tenemos es una revista con una continuidad desde 1919 hasta el día de hoy. Nos gustaría digitalizarla", agrega.
Salteamos el segundo piso (desde 2008 es anexo de la Fundación Favaloro), y subimos al tercero, donde funciona un restaurante con capacidad para 300 personas. "No importa el momento del mes, los fines de semana se llena siempre. Hay que reservar mesa", dice Alberto Tuamás, camarero del lugar desde hace quince años. La especialidad de la casa es la Fabada: el plato tradicional asturiano elaborado con embutidos como chorizo y la morcilla asturianos, panceta, porotos y codillo de cerdo. Lo que más piden los comensales es paella con mariscos y pollo. También hay tortillas, jamón ibérico y callos a la española. Por la calidad de sus platos, en 2011 y 2017, el restaurante recibió el "Premio a la Mejor Cocina Española" por la guía Óleo de Buenos Aires. Un dato curioso: por allí pasó el Ex Presidentes Raúl Alfonsín. Fue para el 75 Aniversario del Club y participó de una fabada conmemorativa junto a más de dos mil socios.
El campo de Covadonga
A la sede Social del Asturiano se le sumó, desde 1936, una sede Deportiva. Ubicada sobre Avenida Libertador al 1000, tiene 34.000 metros cuadrados y allí se practica fútbol, futsal, hándbol, hockey, vóley, gimnasia artística, patín, natación, yoga y tenis. También hay clases de gaita y de bailes y danzas típicas de Asturias, de las que se desprende el reconocido Conjunto Pelayo. A metros de la entrada hay metegoles y mesas de ping-pong donde, un rato más tarde, un grupo de chicos se disputará algún partido. Un poco más adelante, varias chicas corren a lo ancho de la cancha de fútbol. Llevan los talones a la cola y las rodillas al pecho para entrar en calor.
Es sábado y, como todos los segundos sábados de cada mes (entre abril y octubre), hay té canasta. "Vienen socias e invitadas. Se juega a la Canasta, al Burako, al Parchís, al Rummy y, a las cinco de la tarde, se sirve el té. Después, cerramos con un sorteo y cada una se lleva un premio", dice Graciela Naredo, socia desde hace más de cuatro décadas y una de las organizadoras. Los premios a los que refiere Graciela están exhibidos en el centro del salón en una especie de grada recubierta por una tela color rojo. Hay desde cacerolas, platos y tápers, pasando por indumentaria hasta collares. No se compite ni hay una ganadora, simplemente es una excusa para socializar y divertirse. "Como en los viejos tiempos del Asturiano", dice Andrea Ordieres.
"Por estas escaleras –agrega, mientras camina hacia la cancha de futsal ubicada en el primer piso- la gente formaba fila para entrar a los bailes que se hacían, justamente, donde ahora están jugando a la pelota estas chicas. El Centro Asturiano fue, durante años, un punto de encuentro y, de alguna manera, funcionó como el hacedor de nuevas generaciones. Acá se formaron muchísimas parejas".
A la charla se suma Eduardo Falk, tesorero del Club. "El objetivo de los fundadores era que los socios pudieran desarrollar su vida dentro de esta institución. No solo desde el punto de vista social y deportivo, sino también desde la parte médica. En la sede de Solís, donde hoy funciona el anexo de la Fundación Favaloro, desde 1935 hasta 1990 hubo una Asociación de Socorro Mutuo que le daba atención médica a los socios. Es más, te voy a decir una cosa: el asturiano no tiene dos sedes sino tres. La tercera es un panteón en el Cementerio de la Chacarita. Como verás los socios fundadores tenían una mirada integral".
–¿Cuántos socios tiene el club?
Eduardo: Ahora 3.500, pero hace seis años la cantidad de socios era de 1.200. Logramos revertir y casi triplicar esa cifra incorporando actividades deportivas. En algún momento llegó a tener 15 mil. Le pasó lo que le pasa a la mayoría de las entidades como esta: fue perdiendo socios porque se fueron cambiando las costumbres. Para nosotros es todo un desafío lograr una continuidad.
Andrea: Vos pensá que la inmigración asturiana a la Argentina terminó alrededor de 1953. Hoy, el promedio de vida de vida de aquella generación es de 90 años. Son muy pocos los que quedan, la mayoría somos descendencia. Yo soy la Presidenta del área de Cultura, que es lo que más cuesta mantener cuando no están los asturianos. ¿Cómo conservás la tradición incorporando cosas nuevas? Es difícil y, al mismo tiempo, contradictorio porque si no lo hacés, tampoco podés sostenerla.
–Inculcarle la tradición a los más jóvenes: ¿implica un esfuerzo o hay adhesión?
Eduardo: Nos vamos aggiornando. Tratamos de incentivar a toda la juventud, pero nos cuesta. La sociedad evolucionó mucho. Solo por mencionar un ejemplo: el concurso donde se elige la reina. Como institución estamos obligados a hacerlo porque pertenecemos a una Federación de Entidades Españolas que, una vez por año, elige la reina. ¿Qué hicimos? Incorporamos la figura del príncipe y la mantuvimos.
Andrea: Hay algo que sí se mantiene en el asturiano a través del tiempo y es este concepto de familia. Vos llegás acá y sentís como que estás en tu casa. Cuidar y mantener eso, es también un desafío.