Censo 2022: las crudas historias detrás del primer relevamiento nacional de personas en situación de calle
Por primera vez, el relevamiento nacional tuvo un operativo especial en todo el país para contabilizar a las personas sin techo
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En la esquina de Cabildo y Palpa, un hombre duerme sobre un colchón desgastado mientras, a su lado, la manija de arrastre del camión de residuos levanta la campana de basura y vacía el contenedor. El sonido de la sirena del vehículo no lo despierta. Cerca de allí, contra el portón de hierro de una galería comercial, y bajo el cartel de una lotería, se encuentra acurrucada entre mantas otra persona. Es de noche, alrededor de las 23 y la sensación térmica no supera los 9° C. Una censista y una operadora social recorren la zona de Palermo, el cuadrante que les fue asignado “barrer” para registrar a las personas en situación de calle que habitan los 48 barrios de la ciudad de Buenos Aires. El mismo operativo nocturno se está ejecutando en todo el país.
Las funcionarias ingresan a un cajero del banco Galicia sobre Cabildo donde descansan dos hombres encima de colchones que lograron meter en la sucursal. Uno de ellos, somnoliento, abraza las mantas y desde el suelo responde las preguntas de la censista.
Entre la noche de ayer y la madrugada de hoy se llevó adelante el relevamiento de los sin techo, una modalidad que se incorporó por primera vez al censo nacional. A dos días del registro habitacional nacional, se realizó un operativo específico con el fin de cuantificar la indigencia en la extensión del territorio argentino. El relevo tuvo lugar desde las 20 de ayer y las 2 del día siguiente.
“Trabajé toda la vida como carpintero hasta la pandemia. Ahora duermo en la calle y hace poco más de un año que estoy con el carro juntando cartón”, dice a LA NACION José María, de 40 años, en la plazoleta en Libertador y Olleros, frente a la estación de tren de Lisandro de la Torre. Entre su carro y el arco de un cantero improvisó un refugio donde dormir, cerca de un kiosco de revistas que en los días de mal tiempo utiliza para ampararse de la lluvia.
El cartonero responde el cuestionario de las funcionarias. Nació en la provincia de Corrientes y llegó a Buenos Aires en el 2000. Tiene dos hijas que estudian y viven en San Fernando con su expareja. “En la cuarentena vendí mi taller, dejé de tener ingresos y perdí mi negocio”, relata José María. Con el dinero de sus herramientas compró un carro que pintó con los colores de Boca Juniors que usa para recorrer todos los días la calle, y levantar cartón de los supermercados de Las Cañitas que después vende en Retiro.
“Mis hijas no saben que duermo en la calle, creen que estoy alquilando. Todos los sábados les paso plata. No les voy a contar que vivo así. La gente de la zona me ayuda, conozco a todos los vecinos. Mi idea es volver a tener mi negocio, crecer y pagar los impuestos como antes. Lamentablemente me fui fundiendo de a poco”, dice José María.
El operativo se llevó a cabo con el criterio de no despertar a aquellas personas que se encontrasen durmiendo, pero sí contabilizarlas. Luego aquellas que estuvieran despiertas, intentar identificarlas con la edad, sexo y fecha de nacimiento. En los casos que las personas mostrasen más colaboración con el censo, se avanzó con el cuestionario del Indec, pero omitiendo todo el apartado referido a la vivienda.
Cerca de la medianoche, las censistas llevan relevadas 12 personas en su zona. Desde la camioneta se ocupan de avistar a los indigentes para luego descender y censar. Ubican personas durmiendo en los cajeros, en la veredas, algunos bajo los balcones y otros en las esquinas a la intemperie. También hombres bajo los umbrales de entrada de los edificios y gente oculta en recovecos reparados del viento y la llovizna.
En Olleros y Soldado de la Independencia Juan, de 20 años, y Patricio de 22, descansan sentados sobre un colchón en la vereda. Están despiertos y fuman bajo un balcón que los cubre de la llovizna.
“Acá estamos, con frío. Hace tres meses que duermo en esta esquina, pero hace mucho que vivo en la calle. Antes estaba con mi señora, pero tenemos hijos que ahora viven con ella en su casa”, cuenta Patricio.
“En 2017 dormía con mi hijo más chico en la calle, pero no es un lugar para una criatura. Prefiero que esté con la mamá. Mi madre vive en una pensión en Garín y somos muchos hermanos. Estamos todos amontonados ahí, así que prefiero estar acá. A veces voy un par de días, me baño y me traigo ropa pero después vuelvo a la calle para no molestar allá”.
Patricio relata que por lo general duerme solo y que prefiere la calle porque tuvo malas experiencias en refugios. “Algunas noches viene él [Juan] a acompañarme y nos tapamos de alguna manera y dormimos. Compartimos la manta. A mí me sirve porque es un compañero. Si estoy solo, me angustio y me quedo pensando, se me meten cosas en la cabeza y es peor”, dice.
Mientras las funcionarias realizan el relevamiento se acerca a esa esquina otro indigente que interrumpe el cuestionario:“¿Qué van a censar? —las increpa—. Estamos en la calle, ¿qué más necesitan saber?”.
El relevamiento en la Ciudad
Horas antes, a partir de las 19, se montó el operativo en la sede del BAP del Gobierno de la Ciudad, ubicada en la calle Entre Ríos, bajo el puente de la autopista Buenos Aires-La Plata. El relevamiento en la Capital Federal se coordinó entre las autoridades nacionales —que tienen a su cargo a los censistas del Indec— y las porteñas que aportaron la logística y los trabajadores sociales.
El censo de indigentes requirió el empleo de más de 250 personas, entre censistas, conductores, operadores sociales, coordinadores, supervisadores de logística y demás funcionarios. El relevamiento se dividió en tres bloques compuestos cada uno por 25 camionetas. Se definió primero sondear las zonas de la periferia de la Ciudad que limitan con la provincia para ir cerrando el círculo hacia el centro y así cubrir las 15 comunas que la conforman.
Entre gritos y órdenes por megáfono inició un operativo frenético. A la espera de salir a relevar, los censistas y operadores sociales se agruparon alrededor de un caloventor antes de que les asignen una camioneta. Todos con pechera, formulario y lapicera para realizar el censo.
A las 20.30 salió el primer convoy a recorrer las calles porteñas. Lo acompañó una ráfaga que levantó el polvo debajo de la autopista y que anticipó el clima de la noche. El termómetro al inicio de la jornada marcó los 13°C y fue descendiendo hacia la madrugada. Los funcionarios porteños informaron a LA NACION que la gente en situación de calle, ante la posibilidad de que fuera una noche helada, se acercó en gran número durante el día a los refugios. Aquellas personas fueron censadas directamente en los paradores.
“La metodología es la misma que la que se usó para el censo del GCBA. La dirección de Estadística y Censo se ocupó de replicar los 75 recorridos que hicimos en abril, 74 en territorio y uno en lo que tiene que ver con los paradores. Lo que cambia en esta oportunidad es que es el censo nacional, el operativo es nacional y por lo tanto el formulario y la información que se explicita es la que solicita el Indec”, dijeron a LA NACION Lucrecia Capdevilla y Santiago Figueroa, funcionarios de la gerencia Operativa del BAP, que depende del Ministerio de Desarrollo y Hábitat, a cargo de la ministra María Migliore.
“Coincidimos con Nación en la forma de hacer el barrido del censo dentro de la Ciudad y esperamos que salga igual que el relevo porteño porque no es una tarea fácil contabilizar la cantidad de gente que hay en situación de calle”, agregaron los funcionarios.
En la Ciudad se realiza el censo de indigentes desde 2017, pero es la primera vez que lo realizaron en conjunto con el Indec.
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