Censo 2022. Cuál fue el partido de la costa bonaerense que más creció en los últimos 12 años
La pandemia y la posibilidad de trabajar de forma remota contribuyeron a la migración hacia las playas de la provincia; Pinamar lidera el ranking y sumó 56,48% más de habitantes estables desde 2010; le siguen los partidos de Mar Chiquita y La Costa; mejor calidad de vida, la expectativa
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Cinco días antes de la decisión definitiva habían determinado que se tomarían todo el año para pensarlo. Acababa de arrancar 2021, estaban de vacaciones y dejaban atrás un año agotador. La pandemia de Covid-19, la educación virtual de tres hijos de 20, 6 y 3 años y la desvinculación de él de la empresa en la que trabajaba los había hecho cuestionarse su vida porteña. Sin embargo, ese 5 de enero a orillas del Océano Atlántico Marcela Grebol (44) y su marido Martín (41) se miraron y las dudas se despejaron: Pinamar era la ciudad para instalarse de manera definitiva.
“No sabemos quién se lo propuso a quién, pero ahí empezamos a organizar nuestra vida acá. Averiguamos colegios, investigamos para tener cubierta la salud y buscamos un lugar para instalarnos”, comentó Grebol a LA NACION, quien precisó que poco más de dos meses después, ella, su marido y sus dos hijos menores estaban instalados en la localidad de Cariló.
Su historia es una de las tantas que componen la nueva realidad demográfica de los partidos costeros y que los datos parciales del Censo 2022, difundidos el martes, ratifican: su crecimiento fue brutal.
Entre las tres ciudades de la costa atlántica que más aumentaron su población respecto de los datos arrojados por el censo de 2010 se encuentra en primer lugar Pinamar, con un 56,48%. Pasó de contar con 25.728 habitantes a 40.259. La segunda fue el Partido de Mar Chiquita, con casi el mismo crecimiento que el anterior -56,42%- y una evolución poblacional de 21.279 a 33.284. En tercer lugar, el Partido de La Costa, con un 47,68% de incremento demográfico, registró hace una década 69.633 habitantes y hoy cuenta con 102.836.
Para Diego Rusansky, director de Estadísticas de la provincia de Buenos Aires, los datos del Censo 2022 confirmaron lo que desde su área de trabajo estiman hace un tiempo. “Ya con las tareas precensales habíamos podido identificar un crecimiento extraordinario de la cantidad de viviendas construidas en estos municipios durante el último período intercensal. Mar Chiquita, por ejemplo, presentó un crecimiento del 64,3% respecto al censo 2010 en términos de cantidad de viviendas”.
“Sabíamos que la ciudad crecía muchísimo por datos proxy como los padrones electorales y otros registros públicos. Creo que el incremento fue parejo, tuvimos muchos picos de migración luego de las crisis de 2001 y 2008, pero también hubo una migración muy grande en estos años de pandemia”, sumó Martín Yeza, intendente de Pinamar, en diálogo con LA NACION.
Las lecturas de Rusansky y Yeza se ajustan a la comparación de las cifras de los censos de 2001 y de 2022. Al analizar la evolución poblacional a lo largo de dos décadas, el podio de crecimiento de las ciudades costeras se repite y los números son llamativos: Pinamar vuelve a estar a la cabeza con un aumento de casi el 95%: pasó de 20.666, a 40.259 habitantes. El segundo, el Partido de Mar Chiquita con un incremento del 85,9% y una evolución poblacional de 17.908 a 33.284 ciudadanos. Tercero, el Partido de La Costa, en donde sus habitantes pasaron de ser 60.483 a 102.836, un 70% más.
Al respecto, Martín Moreno, sociólogo de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador en el Centro de Estudios de Población (Cenep) advirtió: “Es fundamental tener en cuenta el tamaño de la población inicial. En los casos de los partidos costeros el número de habitantes que tenían en 2001 o 2010 era bajo, por eso se ven crecimientos tan importantes en términos porcentuales”.
No obstante, sumó: “Hay una tendencia general a alejarse de las grandes ciudades. Es muy notorio el ejemplo de la localidad de Santa Clara del Mar -partido de Mar Chiquita- en la que se incrementó su población por estar muy cerca de Mar del Plata, con la posibilidad de que sus habitantes desempeñen sus labores en esta última ciudad y vuelvan el mismo día”.
Las razones
“Fue medio sin pensarlo”, se sinceró Grebol al analizar el porqué de su decisión de mudarse de la ciudad de Buenos Aires a Pinamar. Sin embargo, destacó que la pandemia y su consecuente encierro motorizaron preguntas sobre la forma en que se desarrollaba su vida y respecto de las prioridades para ella y su marido. Fue así que, en febrero de 2021, su historia dio un giro. “A mí, Pinamar me estaba esperando. Encontré mi lugar en el mundo”, señaló.
Para ese entonces, su marido estaba sin trabajo y ella tenía un estudio de maquillaje en la capital porteña, que decidió poner en venta. No obstante, optó por continuar con su oficio en Pinamar. “Llegué y no paré de trabajar”, comentó la empresaria, quien hoy es dueña de un centro integral para la mujer en la ciudad costera, con servicio de maquillaje, tratamientos faciales y spa de manos y pies. Su pareja, en tanto, montó una empresa que brinda soluciones de logística para la remodelación y reparación de las casas de la zona, con propietarios que viven lejos y no pueden ocuparse durante el año.
Para Yeza, el perfil de las personas que migraron hacia Pinamar fue modificándose a lo largo de los años. “Durante las crisis anteriores, como por ejemplo la de 2008, las personas que llegaban eran sobre todo de las clases medias y bajas, expulsados de las zonas urbanas por cuestiones de empleo. Llegaron a remarla en las industrias del verano, como gastronomía, hotelería y construcción”, apuntó.
Con la pandemia de Covid-19 y la instalación del trabajo remoto como una nueva realidad, aparecieron los migrantes que solo buscan mejorar su estilo de vida. “Se multiplicaron los casos de jóvenes profesionales como los ‘nómades digitales’”, señaló el intendente.
Es el caso de Clara y Gustavo, ambos de 30 años, que llegaron a Pinamar en junio de 2021. El motivo: buscando departamentos para alquilar en la ciudad de Buenos Aires se toparon con viviendas en la ciudad costera y fue así que la idea empezó a calar.
“Tiene muchas cosas de un pueblo, pero con vida de ciudad grande. Una infraestructura importante, pero con cercanía entre los sitios y muchos espacios verdes”, destacó Clara, quien además señaló las dificultades del lugar: “El principal problema para los residentes son los alquileres, que durante el invierno son bajos, pero en el verano nos llegaron a pedir diez veces más de lo que pagamos durante el año. Por otro lado, el servicio de salud pública está poco desarrollado y en el hospital siempre hay demora”.
Al respecto, Yeza coincidió en que el crecimiento supone grandes desafíos. “Sobre todo en infraestructura y servicios -precisó-. No es lo mismo una ciudad pensada para recibir visitantes o pensada para pocos residentes”.
Y sumó: “Se triplicaron los centros de atención primaria de la salud y la complejidad del hospital. Asimismo en estos meses comienzan importantes inversiones de clínicas privadas que van a permitir descongestionar al sistema pública y recuperar envión para la inversión en mayor complejidad”.
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