Celiaquía: qué factores pueden explicar el crecimiento de esta enfermedad autoinmune
Si bien no tiene cura, la afección, que atrofia la mucosa intestinal puede frenarse siguiendo una dieta estricta
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Distensión abdominal, diarreas persistentes, detención del crecimiento (en infancias y adolescencias), anemia y descenso de peso abrupto son algunos de los síntomas más visibles de la celiaquía.
De acuerdo al consenso médico, la celiaquía es una enfermedad autoinmune, es decir, que son las propias células las que reaccionan contra el organismo perjudicando al intestino delgado y provocando una inflamación crónica. Esta consecuencia, según indican los profesionales consultados por LA NACIÓN, se provoca una atrofia de la mucosa intestinal que altera su funcionamiento normal.
Según los últimos registros científicos, la tasa de nuevos diagnósticos de enfermedad celíaca ha aumentado un 7,5% cada año durante las últimas décadas en el mundo.
En este sentido, Ramiro Heredia, médico clínico del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), analiza para LA NACIÓN que la prevalencia de la enfermedad celíaca se encuentra en aumento en todo el mundo probablemente por múltiples factores: “Por un avance en la industrialización, por una mayor exposición al gluten, por contar con mejores y más accesibles pruebas diagnósticas, y por tener un mayor conocimiento de la enfermedad por parte de los médicos y de la población”.
En busca de comprobar tal aumento, señala: “Un grupo de investigadores internacionales llevó adelante una gran revisión y metanálisis en el que incluyeron 50 estudios en busca de la prevalencia real de la enfermedad a nivel global. Se supo que, en el siglo XXI, la incidencia en mujeres de enfermedad celíaca fue de 17,4 casos por 100.000 personas-año, en comparación con 7,8 en varones. En tanto, la incidencia específica de niños fue de 21,3 por 100.000 personas-año, en comparación con 12,9 en adultos. Los cambios porcentuales mostraron que la incidencia de enfermedad celíaca aumentó en un 7,5 % por año, durante las últimas décadas. A su vez, el 72,7 % de los estudios mostró qué la incidencia aumentó con los años”.
Por otro lado, Heredia explica que los estudios de detección sugieren que la enfermedad celíaca “está subdiagnosticada, probablemente debido a individuos que presentan enfermedad celíaca no clásica, o silenciosa”.
“La enfermedad celíaca parece ser un ´iceberg´ del que solo vemos la punta: un estudio en Italia mostró que la relación entre personas sin síntomas, y con síntomas, es de 7:1″, aporta.
Definición
“La enfermedad celíaca es una condición en la cual el sistema inmune responde en una forma anormal a una proteína llamada gluten, que lleva al daño de la mucosa del intestino delgado. El gluten está presente en el trigo, avena, cebada, y centeno (TACC, el acrónimo que usamos para resumirlo), y en múltiples comidas preparadas. Dado que el intestino delgado es responsable de la absorción de múltiples nutrientes, el daño de su mucosa dificulta la absorción de estos”, explica Heredia.
Además, dice que la enfermedad celíaca se puede dar en personas de cualquier edad y que, hasta el momento, “la evidencia científica demuestra que se presenta en personas con predisposición genética (existe un factor genético en el 70-90% de los pacientes) y expuestos al gluten, un factor ambiental que es clave en el desarrollo de la enfermedad”.
Al mismo tiempo, todos los profesionales consultados afirman que la celiaquía no se puede curar, tampoco prevenir, pero sí se puede frenar: “Si bien estamos todos expuestos a lo largo de nuestra vida al gluten, ese factor ambiental que en personas genéticamente predispuestas activa los mecanismos de autoinmunidad que dañan el intestino delgado y generan los síntomas de la enfermedad, una vez diagnosticada, sí se puede tratar: hay que evitar alimentos que contienen gluten para detener el daño intestinal así como la malabsorción”, agrega Heredia.
Por su parte, la nutricionista especializada en Celiaquía Nélida Karavaski, miembro del Servicio Endocrinología, Metabolismo, Nutrición y Diabetes del Hospital Británico, detalla a LA NACIÓN que “el gluten es el responsable de la producción de anticuerpos propios de la enfermedad que generan la afección multisistémica: se forma por la unión de dos proteínas, gliadina y glutamina, que se encuentran presentes en algunos cereales, como es el trigo, la cebada y el centeno. En la Argentina, también se considera que la avena es portadora de gluten y esto se debe principalmente a la llamada ‘contaminación cruzada’, es decir, al contacto de los alimentos libres de gluten con alimentos que lo contienen. Por lo tanto, un producto es considerado libre de gluten cuando no posee trigo, avena, cebada y centeno (TACC)”.
“Entre los síntomas más frecuentes, se encuentra diarrea, anemia, síndrome de malabsorción, pérdida de peso involuntaria, distensión abdominal, astenia y baja talla”, agrega.
¿Quiénes tienen mayor predisposición?: “Los familiares de celiacos en primer grado (hijos, hermanos, padres) tienen entre un 6% y un 12% de probabilidad de desarrollar la enfermedad. Al mismo tiempo, al tratarse de una enfermedad autoinmune, aquellas personas que ya tienen otra enfermedad autoinmune como por ejemplo diabetes mellitus tipo 1 o tiroiditis de Hashimoto tienen mayor posibilidad de ser celiacos. También se vio una mayor incidencia e enfermedad celiaca en niños que incorporaron el gluten antes de los seis meses de vida”, explica Karavaski.
El tratamiento
El tratamiento de la enfermedad consiste en una dieta permanente y estricta sin gluten: “Se debe eliminar de la dieta cualquier producto que lleve como ingrediente trigo, avena, cebada, centeno, y/o productos derivados de los mismos: almidón, harina, panificados, entre otros. No solo deben evitarse los alimentos que contienen estas harinas como materia prima, además, deben tenerse en cuenta los posibles focos de contaminación cruzada y los alimentos industrializados. Todo producto industrializado, debe ser certificado como libre de gluten y tener el logo que lo identifica como tal. La Administración Nacional de Alimentos, Medicamentos y Tecnología médica (Anmat), se encarga de certificar y controlar los productos libres de gluten”, especifica la nutricionista.
“Las carnes, verduras, frutas, legumbres, huevos, hortalizas; siempre que estén en su estado natural, se consideran libres de gluten”, agrega.
En la infancia
El tratamiento en la infancia es igual que en la adultez: “Se debe erradicar por completo todo lo que contenga TACC o rastros de ellos, por eso siempre hay que mirar los ingredientes y los logos que posee cada sustancia que vamos a consumir”, recomienda a LA NACIÓN Celeste Celano, pediatra y Jefa de Pediatría del Sanatorio Modelo de Caseros.
En relación a las manifestaciones clínicas de la celiaquía, la especialista indica que son variadas: “Puede haber diarreas crónicas que perduran y que muchas veces se intercalan con periodos de estreñimiento; distensión abdominal que, en los más chicos suele producir muchos cambios de humor por no poder expresar lo que les pasa; falta de crecimiento pondoestatural, es decir, no ocurre el crecimiento adecuado en el peso y la talla justamente por la falta de absorción correcta de nutrientes; dermatitis severa; extremada delgadez y anemia”.
Y advierte que, en los últimos años, la presencia de nuevos factores nutricionales está cambiando la velocidad en el desarrollo de la enfermedad. El gran punto en conflicto parece ser el consumo excesivo de ultraprocesados, ya que “el intestino no los reconoce como alimentos reales”.
Ultraprocesados
En sus años de experiencia clínica, Celano observa que los cambios en la alimentación provocaron en mayor o menor medida que “esta enfermedad fuera cada vez más notoria y preponderante”.
En este sentido, dice que “los tóxicos que se le agregan a los alimentos para que duren más tiempo (conservantes, colorantes, entre otros) generan que la permeabilidad intestinal (que es lo que hace que el intestino funcione adecuadamente) se vaya deteriorando en el tiempo, permitiendo de algún modo que la enfermedad se instale de manera cada vez más sencilla y repentina”.
“Hasta el momento, la ciencia demostró que la enfermedad aparece en cuerpos con predisposición genética. Sin embargo, no descartaría el riesgo que puede conllevar una mala alimentación en la aparición de celiaquía en cualquier tipo de organismo. Por eso, la sugerencia siempre son alimentos los más reales y saludables posibles, acompañado por la actividad física y la exposición al sol para que generar vitamina D y se pueda absorber el calcio para el crecimiento adecuado en los niños”, precisa.
Karavaski acuerda en que “una alimentación de predominio industrial con bajo consumo de frutas y verduras puede alterar la microbiota intestinal y favorecer la permeabilidad, aunque esto aún está en investigación”. Y agrega: “Antiguamente muchas personas convivían con la enfermedad sin saberlo, el avance de la ciencia y el conocimiento de la enfermedad permite diagnosticarla mucho más”.
Contaminación cruzada
Karavaski explica que la dieta para personas celíacas “debe realizarse de manera estricta, ya que las trazas de gluten son perjudiciales. Por este motivo, debe tenerse un especial cuidado en la elaboración y manipulación de alimentos”. En esta línea hace las siguientes recomendaciones:
- De ser posible utilizar elementos y utensilios de cocina exclusivos para la elaboración de estos productos.
- Disponer de un espacio para almacenar exclusivamente los alimentos especiales sin TACC
- Evitar el uso de ollas de aluminio o cualquier otro material poroso ya en que este tipo de material puede adherirse partículas de otros alimentos que contengan gluten.
- Evitar elaborar alimentos con harinas no permitidas en simultáneo con alimentos libres de gluten, ya que las harinas son volátiles y pueden contaminar los alimentos.
- Evitar freír alimentos sin TACC en aceites donde previamente se hayan freído productos con gluten.
- Utilizar siempre utensilios de cocina limpios. No usar la misma cuchara para elaborar un plato que contiene gluten y otro que no lo tiene.
- Las pastas libres de gluten deben cocinarse por separado de las que contienen gluten.
Para finalizar, todos los profesionales consultados coinciden en la importancia de un seguimiento por un nutricionista, además de un médico clínico, pediatra, generalista o de familia, para asegurarse de contar con una dieta sea balanceada y, al mismo tiempo, guiar y educar a los pacientes en la correcta compra de alimentos e insumos.
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