A 40 años del heavy metal argentino, las bandas del género congregan fanáticos y conmemoran diferentes aspectos del nacionalismo local
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“Mi tierra parió al gran libertador; de la nueva nación, tu acero redentor”.
Esto no lo dijo el historiador Felipe Pigna. Tampoco lo dijo un dirigente político ni un escritor. Las palabras salieron de la boca de Iván Monastirsky, cantante y guitarrista de la banda de heavy metal argentino Against la noche del lunes 19 de junio en el Teatro Flores.
Los vestigios de lo que una vez fue la fachada ecléctica del cine Fénix contrastan con el sonido grave, vibrante y moderno de las guitarras de Iván y Sebastián Radrizzani, el otro guitarrista y cantante de la banda. Las luces amarillas, rojas y azules del escenario enfocan a la inmensidad oscura de las mil personas que lo miran y usan remeras, pantalones y accesorios negros. La masa se mueve. Abre un círculo y los sujetos corren dentro de él a empujarse entre sí, a pegarse y gritar en lo que se conoce como pogo o moshpit. Cuando una luz los alumbra, se ven sonrisas.
Iván interpreta un fragmento de El Libertador del álbum Nueva cultura pesada. Una canción dedicada a la liberación de Sudamérica de la colonización española y que recita la proclama de José de San Martín al Ejército de los Andes antes de la batalla de Chacabuco. Los integrantes se miran como si supieran de memoria los movimientos de cada uno: tocan desde 2009 y llegaron a lo más alto en 2017 cuando tocaron en el Wacken Open Air en Alemania, el festival de metal más grande del mundo, que este año vendió 85 mil entradas.
Iván grita mientras agita su cabeza. Su pelo largo hasta la cintura se mueve por los aires, de arriba abajo –movimiento llamado headbanging y característico del metal– y cae sobre su remera que dice “las Malvinas son argentinas”. Se apoya en un parlante que está cubierto por una bandera nacional que tiene escrito arriba “Against”. El público responde al grito patrio y alza decenas de banderas argentinas en miniatura al coro de “tu liberación encendió nuestra fe en un mundo sin grilletes en los pies”. La inmensidad ahora es celeste y blanca.
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–No podés pasar con esa bandera, te la vamos a tener que sacar –le dijo el guardia de seguridad a María Belén Bautista. Estaba en la puerta del Teatro Flores intentando entrar. El show no había empezado y ninguna de las bandas invitadas por Against para inaugurar la noche –MD4, Wolves’ Winter, Descarnado, V.I.D.A. y Renacer del tiempo– había tocado.
Belén tenía un delineado negro en sus ojos, su pelo oscuro suelto y se notaba el tatuaje en su brazo que decía “Nueva cultura pesada”. Parecía escondida como el fondo del telón de un acto patrio. En medio de los kilómetros de tela celeste y blanca se encontraba ya no Belén Bautista, sino Belén Mustaine, como le gusta que la llamen en honor a Dave Mustaine, cantante de Megadeth.
En su mano izquierda sostenía una bolsa de la que sobresalían decenas de pequeñas banderas argentinas. Bajo su remera escondía una más grande que llevaba el nombre “Against” sobre los colores patrios. Entre su brazo izquierdo y su mano derecha, agarraba dos banderas más grandes todavía, de 70 centímetros cada una, incrustadas en palos. Al guardia solo le preocupaban las últimas dos.
–Pero son de la banda, no me las podés sacar –le contestó punzante. Belén tiene 31 años y hace cinco que creó la Milicia Against, un Instagram con más de mil seguidores dedicado a ser un espacio para que los fanáticos se conozcan, vayan juntos a los conciertos y puedan hablar con los integrantes de la banda: Iván y Sebastián, en las voces y guitarras, Federico Gervan en el bajo y Gustavo Radrizzani en la batería. Sebastián, además, es pareja de Belén. “Iván me ayudó con el nombre. Le pusimos así por los cuerpos de la milicia”, comentó. Iván diría: “La milicia es el pueblo en armas organizado. Y ellos son nuestros amigos, fanáticos, conocidos”.
–Si no dejas las banderas te vamos a sacar a vos –le respondió el guardia a Belén. Había planeado todo para cuando sonara El Libertador, que sabía que era la canción en “donde estallaba todo”. Le había pedido a dos amigos que la acompañaran para “hacerle el aguante”. Ese aguante se manifestó cuando el guardia la tomó del brazo e intentó sacarla del lugar.
–Si la tocas de vuelta te mato. La bandera es mía, sacame a mí –dijo uno con firmeza. Belén vio cómo los ojos del guardia cambiaron de repente del enojo a la duda, y retrocedió un paso.
Belén se dio vuelta: 20 hombres y mujeres con remeras de Against y otras bandas metaleras se encontraban detrás de ella, como decenas de guardaespaldas que se habían acercado cuando vieron que querían echarla. La voz intimidante no había sido de uno, sino de todos.
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“La escena del heavy metal es de resistencia cultural y, a la vez, de identidad y compañerismo”, comentó Emiliano Scaricaciottoli, coordinador del Grupo de Investigación Interdisciplinaria sobre el Heavy Metal Argentino (GIIHMA).
En abril de 1984, la revista Cerdos&Peces bautizó a los metaleros con el que sería el mayor estereotipo del movimiento y su música. En la tapa ilustró a un joven con los costados de su cabeza rapados, un collar de tachas en el cuello y una campera de cuero. De título: “Punks heavies: hijos de la violencia”. “Nadie los quiere. Arruinan los recitales, afean las calles, descubren la mugre”, escribieron en la revista.
“El metal tiene una tendencia contra la cultura hegemónica y las actitudes arquetípicas de sometimiento, subordinación y humillación”, analizó Scaricaciottoli. “Si el rock en Argentina se manejó por los márgenes de la sociedad, el metal era directamente marginal”, contó Alejandro Nagy, conductor del programa de radio Heavy Rock and Pop en los 90, el momento cúlmine del metal. “Era muy normal en aquellos años que, después de un show, la gente que iba a verlo terminara presa. Por portación de cara, averiguación de antecedentes… había mucho despelote y prejuicios”.
Este año se cumplen 40 años del heavy metal argentino, o eso cree Carlos Noro, periodista especializado en el género. En 1983 salió el “primer álbum de metal nacional”: Luchando por el metal de V8, banda integrada por el histórico, y para muchos padre del género en el país, Ricardo Iorio, que falleció el último 24 de octubre.
“El metal siempre discutió con alguien, y en Argentina nació en los 80 con la dictadura como rival. Por eso V8 escribe Destrucción y dice ‘ya no creo en nadie porque nadie cree en mí’”, explicó. El metal nacional se inspiró en el thrash metal que se asomaba en el mundo con bandas como Metallica. “El thrash es un género que agarra el heavy metal tradicional –como Iron Maiden– y lo acelera a través de un riff de guitarra y una percusión rápida y cortante”, explicó. De ese thrash más tarde se desprendieron bandas como Hermética, también con Iorio, y Horcas.
Ese Iorio sería una de las inspiraciones de Against que, más tarde, compartiría escenario con bandas de las que formó parte el histórico músico, como Almafuerte. Y que, además, tocaría Destrucción en sus shows.
–Ricardo logró sintetizar el rock, el heavy, el tango, el folclore y por eso como inspiración es el mejor –comentaría Iván en la sala de ensayo de la banda en el barrio de Chacarita, mientras ensayaban para el Teatro Flores. Atahualpa Yupanqui y Horacio Guarany serán otras inspiraciones que mencionará más tarde.
–Yo veo las caras de la gente cuando cantamos temas en nuestro idioma. En castellano, no en español –agregaría Sebastián.
Ese día Against ensayó 18 temas, entre los que sonó la canción instrumental 649. También sonó en el Teatro Flores. Allí, 649 apareció por los parlantes mientras los integrantes de la banda se quitaban sus instrumentos, los colocaban en el piso y se retiraban hacia los costados del escenario. La oscuridad se convirtió en un halo de luz roja proveniente de un video que se reprodujo en la pantalla al fondo del escenario.
Tres simbolismos aparecieron en ese momento. El rojo, por la sangre derramada. La ausencia de los miembros de Against, como un grito por los que murieron. Y el silencio del público, por respeto a los caídos. Allí se leyeron las siguientes palabras: “194 del ejército argentino. 16 oficiales, 35 suboficiales, 146 soldados. 55 de la fuerza aérea. 36 oficiales, 14 suboficiales, 5 soldados. 375 de la Armada. 7 de la gendarmería. 2 de prefectura. 18 de la marina. 1 del pesquero Narwal. 2 del crucero General Belgrano. 15 del ARA. 649″.
A los minutos, Iván volvería al escenario con una remera que diría: “Las Malvinas son argentinas”.
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El 2 de abril, Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas, el cielo gris y lluvioso se transformó en el techo de Groove, un boliche oscuro y claustrofóbico que reunió a los fanáticos de las vertientes más extremas del metal. Las bandas Mattogroso, Misa Negra, Hermanos de Sangre, Nvlo y Arde la Sangre se presentaron en el Heavy Noise Festival, que no tuvo letras sobre la argentinidad porque no hicieron falta: el nacionalismo se palpaba en el aire.
Cuando Nvlo se subió al escenario, Groove se convirtió en tinieblas. El aire se volvió espeso y de los pies de León Pardo, cantante, salió un humo gris que llenó las cabezas del público debajo del escenario. La única luz provenía de atrás de la batería de Ulises Ochova. Los guitarristas, Aaron Mancenido y Maxi Menazzi, y el bajista Juan Poncelas eran sombras negras y misteriosas. Las paredes comenzaron a vibrar ante el sonido grave y potente que nació de los parlantes.
León impartió un profundo grito gutural y golpeó su pie contra el piso, como dando inicio a un ritual entre él y el público. Los cientos que llegaron a Groove comenzaron a correr en un círculo. Paraban sólo para golpearse, para mirar al escenario con total euforia y gritar, sacar algo acumulado en el fondo del ser completamente desconocido. “Yo si no toco me muero. Lo necesito para respirar”, diría más tarde Juan Poncelas en el Teatro Flores, mientras esperaba a que suene Against.
Nvlo durante su show en el Heavy Noise Festival. Video: Ailén Vila (click aquí para ver el video).
Entre los silencios, un cántico sonaba con fuerza.
–¡Dale campeón, dale campeón! –repitió la masa agitando algunas manos que hacían el símbolo de rock en el aire. Nvlo acababa de ganar el Wacken Open Battle Argentina, la batalla entre bandas nacionales para llegar al Wacken Open Air en Alemania. La banda de deathcore es uno de los mayores exponentes del metal extremo actual.
–Muchas bandas piensan que hay que bajar un cambio para que a la gente le guste más, pero nosotros hacemos algo re pesado y extremo y se sigue sumando gente –diría León– Me ha pasado de llevar amigos que no escuchan metal a un show y que me digan que sonó bien, y que era divertido porque la gente se cagaba a palos pero a la vez se cagaba de risa.
Ese día en el Heavy Noise Festival, entre los metaleros sonrientes se encontraba Aldana Verón, diseñadora de 30 años que heredó su amor por el metal de su padre. El tatuaje en su muñeca no dice “Nueva cultura pesada” como el de Belén, sino que dice “Nvlo”.
–La pandemia me afectó mucho. Tuve depresión. Murió gran parte de mi familia, incluida mi mamá –contó. En esos momentos, Aldana se colgaba los auriculares y escuchaba una y otra vez Tumbas Sin Salida.
–Con esa canción de Nvlo me di cuenta que tenía que salir adelante –relató. En medio de la oscuridad de la voz gutural de León y los instrumentos pesados fue que Aldana, y muchos más, encontraron una luz.
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Ese 19 de junio en el Teatro Flores, Belén se subió a los hombros de su amigo mientras sonaba El libertador y recitó la proclama de San Martín junto a Iván. Entre el público no había desconocidos. Nvlo alentaba a la banda y compartía cerveza con decenas de personas que pasaban, algunos también integrantes de otras bandas. Aldana se encontraba allí.
Iván Monastirsky cantando la proclama de José de San Martín al Ejército de los Andes en la canción “El Libertador”. En el público se ve a Belén sobre los hombros de un amigo. Video: Ailén Vila (click aquí para ver el video).
–Lo que hacemos acá arriba y lo que hacen ustedes ahí abajo… es cultura en serio –gritó Iván. En un momento en que el público se quedó quieto, como admirándose a sí mismo, sonó Contra del álbum Emerger.
La canción decía: “Sentí la sensación contra todo por convicción; sentí la revolución aguantando lo que nadie aguantó; A todos los que hablan mierda ni cabida les doy; seguimos mirando al frente; no tranzamos ni con Dios”.