Esta tendencia a asumir que sucederán cosas no deseadas al imaginar una situación futura está relacionada con la ansiedad y puede ser un factor en el desarrollo de problemas de salud mental
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Al imaginar que mañana tienen una entrevista para un nuevo trabajo, algunas personas pueden ponerse a pensar qué tipo de preguntas les harán para prepararse, o imaginar que la entrevista va bien.
A otros, la sola idea de una entrevista les quitará el sueño y pasarán toda la noche pensando en los peores escenarios posibles, sin importar cuán extravagantes puedan ser. Si la persona tiene tendencia a hacer lo último, es propensa al catastrofismo.
El catastrofismo es una tendencia a asumir que sucederá lo peor al imaginar una situación futura, incluso si hay evidencia de que este no es el resultado más probable.
Las personas a las que les gusta sentirse en control (y, por lo tanto, son intolerantes con la incertidumbre) tienen más probabilidades de sufrir una catástrofe.
Esto se ha relacionado con la ansiedad, lo que sugiere que el catastrofismo frecuente puede ser un factor en el desarrollo de ciertos problemas de salud mental.
Influencia en el comportamiento
El catastrofismo proviene de la creencia de que al imaginar lo que podría salir mal, es posible protegerse mejor del daño, tanto físico como mental. Sin embargo, esta tendencia solo es útil si puede predecir correctamente lo que sucederá en una situación determinada y cómo hará sentir a la persona.
A medida que alguien imagina eventos futuros, experimenta una reacción emocional a la historia creada, y usa esta respuesta para determinar cómo se sentirá en el futuro.
Pero esta forma de predecir el futuro muchas veces es incorrecta ya que no las personas no son capaces de imaginar todo lo que puede pasar. Esto puede llevarlas a crear en la mente la respuesta emocional equivocada para situaciones futuras.
Pero la creencia en lo que sucederá en el futuro puede tener una gran influencia en el comportamiento.
Por ejemplo, es más probable que las personas que son optimistas (o incluso realistas) sobre el futuro estén dispuestas a probar cosas nuevas. También es probable que se den cuenta de lo que fue bien en situaciones nuevas.
Por otro lado, las que tienden al catastrofismo y ven lo que podría salir mal, tienen menos probabilidades de probar cosas nuevas.
Y, cuando intentan algo nuevo, es más probable que se den cuenta de lo que salió mal. Esto se almacenará en su memoria y se sumará a las razones por las que no deberían probar cosas nuevas en el futuro.
Como resultado, el catastrofismo puede generarles estrés y ansiedad indebidos y puede impedirles hacer las cosas que podrían disfrutar o de las que podrían aprender.
Consejos prácticos
Si sos alguien que tiende al catastrofismo cuando está estresado o ansioso, hay algunas cosas que podés hacer y que ayudarán:
1. Tomá decisiones por la mañana
A menudo nos preocupamos por el futuro por la noche. Cuando estamos dormidos, la actividad en la parte racional de nuestro cerebro se reduce y la actividad en la parte más emocional de nuestro cerebro aumenta.
Como resultado, tendemos a usar nuestro cerebro emocional para visualizar el futuro cuando estamos despiertos por la noche.
La falta de sueño también puede hacernos más sensibles a las cosas que vemos como amenazantes. Esto puede llevarnos a centrarnos más en lo que podría salir mal y nos hace más propensos al catastrofismo.
Puede ser útil recordarte que no estás pensando racionalmente cuando estás despierto preocupándote por algo. También puede ser útil esperar hasta la mañana para tomar decisiones cuando tu cerebro esté descansado.
2. Enseñale a tu crítico interno a ser más compasivo
El catastrofismo puede ser impulsado por nuestro crítico interno, que puede usar un lenguaje duro que nos pone sensibles.
Cuando esto suceda, intentá imaginar a tu crítico interior como si estuvieras mirando a través de los ojos de otra persona. ¿Qué palabras usás y usarías cuando hablas de otra persona en una situación similar?
¿La forma de hablar que usa tu crítico interno es útil o está justificada? A menudo, las respuestas a estas preguntas serán ‘no’. Sé consciente de las palabras que usa tu crítico interno cuando estás preocupado o estresado.
Si es demasiado duro, tratá de cambiar a una forma más amable de hablarte a vos mismo.
3. Inventá una mejor historia
Incluso si las cosas salieron mal en el pasado, es poco probable que esto suceda en el futuro, a pesar de lo que podamos decirnos a nosotros mismos.
Si tienes una tendencia al catastrofismo sobre eventos futuros, intentá pensar en las formas en que este evento podría salir bien, lo que puede ayudarte a sentirte menos ansioso.
Otra estrategia es inventar, no solo una, sino varias historias plausibles sobre lo que podría suceder. Esto puede ayudar a recordarte que las historias que te estás contando son solo eso: historias.
Elegir enfocarse en las historias con un resultado positivo también podría ayudarte a sentirte menos preocupado o estresado.
4. Sé amable con vos mismo
Tratá de ser más compasivo con vos mismo cuando consideres tu futuro. Esto es más difícil de lo imaginable, incluso para las personas que son muy compasivas y empáticas con los demás.
La compasión y la empatía evolucionaron para ayudarnos a interactuar bien con los demás. Como tal, la compasión y la empatía no están realmente diseñadas para ser utilizadas por uno mismo.
Pero las cosas pequeñas, como preguntar qué consejo podrías darle a un amigo en tu situación, pueden ayudarte a ponerte en contacto con tu voz compasiva.
Practicar esto a menudo puede incluso ayudarte a ver soluciones donde de otro modo solo te habrías centrado en el problema.
Planificar las formas en que las cosas podrían salir mal en el futuro tiene un propósito y es mantenernos a salvo.
Pero si a menudo descubrís que te ponés catastrófico al pensar en los peores escenarios posibles, especialmente en detrimento de tu propia salud mental, puede ser importante que te recuerdes que las cosas que te preocupan tal vez nunca sucedan y, si ocurren, probablemente resultarán mucho mejores de lo que piensas.
Por Patricia Riddell
*Patricia Riddell es profesora de neurociencia aplicada de la Universidad de Reading, Reino Unido
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