Catástrofe educativa: la pandemia generó una deserción escolar crítica en la Argentina
Cálculos oficiales estiman que unos 600.000 estudiantes nunca regresaron a la escuela
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Luego de un 2020 sin clases presenciales por las estrictas medidas que dispuso la autoridad sanitaria nacional para contener el avance del coronavirus, 1.100.000 chicos se desvincularon de la escuela, según cifras del Ministerio de Educación de la Nación. De ese alarmante número, si bien no hay cifras precisas, cerca de 500.000 estudiantes de primaria y secundaria regresaron a las aulas. Esto quiere decir que 600.000 chicos y chicas no regresaron a la escuela
Esa cifra habla de una catástrofe educativa si se la compara con los chicos salidos sin pase —es decir, que se fueron de una escuela y no se anotaron en otra— de años anteriores. Por ejemplo, según el relevamiento anual que realiza el Ministerio de Educación, en 2018 los salidos sin pase fueron 109.554 y en 2019 se sumaron otros 97.961. Estos números indican que las clases a distancia generaron una desvinculación seis veces mayor a la del año previo a la pandemia.
“Al cierre del mes de noviembre suministraron información certificada 15 provincias. El número total de alumnos revinculados de todos los niveles asciende a 376.500. Las cifras las suministraron 15 provincias más el proyectado de las nueve jurisdicciones daría un total aproximado de 500.000 alumnos revinculados. Es una realidad que existen dificultades y demoras con la carga de datos, el Ministro tiene la decisión de trabajar para mejorar los sistemas de gestión de la información”, señalaron desde el Ministerio de Educación de la Nación.
Guillermina Tiramonti, politóloga e investigadora del Área de Educación de Flacso, opinó que la cuarentena solo dejó en evidencia y profundizó falencias de un sistema que castiga a los que menos tienen. Además, señala que la dirigencia argentina está “incapacitada” para diseñar políticas para morigerar el impacto de la pandemia en los alumnos.
“En la educación, como en muchas otras actividades de nuestra sociedad, la situación de cuarentena corrió un velo que dejo ver qué hay detrás de las apariencias. Corrido el velo, lo que vimos es un sistema que no pudo sostener a todos los chicos en la escuela, que no brinda las condiciones de conectividad que son imprescindibles en esta época, que siempre castiga a los más pobres y que tenemos una dirigencia incapacitada para diseñar políticas inteligentes que amortiguaran el golpe en los conocimientos y en la psicología de los alumnos”, dijo Tiramonti.
Por su parte, el ministro de Educación de la Nación, Jaime Perczyk, dijo a LA NACION: “Esta problemática ocupa un lugar central en nuestra agenda porque la escuela es definitivamente el lugar donde las chicas y los chicos tienen que estar. Por eso, el plan Volvé a la escuela es nuestra apuesta más fuerte para la cual creamos un fondo de 5000 millones de pesos con estrategias que nos permitan recuperar a todos los estudiantes que se alejaron de la escuela y reforzar sus trayectorias educativas. Para nuestro Gobierno, la educación es una prioridad y en ese sentido venimos desplegando distintas políticas públicas con acciones concretas, como clases a contraturno, más horas de clases durante los fines de semana, escuelas de verano y un ciclo lectivo previsto para el próximo año de 190 días”.
Contexto social
Para entender el contexto en el que se dio esta deserción masiva, según estimaciones de la Encuesta de la Deuda Social Argentina del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia (UCA), en el tercer trimestre de 2019, el 48,7% de los chicos de entre cinco y 17 años, no contaba con una computadora en su hogar, y el 47,1% no tenía servicio de internet fijo en la vivienda. El 78% del déficit en el número de computadoras impacta en el 25% más pobre de la población.
Mientras que un estudio realizado por el Observatorio Argentinos por la Educación mostró que hay siete provincias donde un tercio o más de los estudiantes no cuenta con conexión en su casa: Santiago del Estero (40,7%), Formosa (37,7%), San Juan (36,1%), Catamarca (35,0%), Misiones (35,0%), Chaco (33,5%) y Corrientes (33,3%).
No solo el número de alumnos fuera de las aulas es alarmante, sino que la calidad educativa también demostró estar en plena decadencia. El 30 de noviembre se conoció un estudio que fue llevado a cabo en 2019 por el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (LLECE), realizado por la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe de la Unesco, donde se evaluó el desempeño en Lengua, Matemáticas y Ciencias Sociales de estudiantes de 3° y 6° grado de 16 países de América Latina y el Caribe. Ese estudio demostró que la Argentina está por debajo del promedio regional en cuatro de las cinco evaluaciones.
Además, en comparación con 2013, momento en el que se hizo la evaluación por última vez, la Argentina cayó en casi todos sus resultados: la única excepción fue la prueba de lectura para los alumnos de 6°, en donde obtuvo la misma calificación.
Motivaciones
“Las pruebas que aplicó Unesco a los alumnos de 3° y 6° grado en el 2019 permitieron verificar la hipótesis del simulacro. Tenemos un importante aparato educativo en cuanto a chicos escolarizados, docentes, directivos, supervisores y 24 estructuras burocráticas provinciales y uno nacional. Y todos esos juntos no logran que nuestros niños adquieran los instrumentos básicos de la cultura. Está claro que no todo es responsabilidad de la cuarentena, porque las pruebas fueron anteriores, y tampoco de una administración tan corta como la de Macri y con una motivación tan insuficiente como una baja de financiamiento que afectó fundamentalmente al nivel superior. Habrá que hacerse cargo de que el sistema viene derrapando cuesta abajo y que hay varias generaciones de políticos, expertos, sindicalistas e instituciones que tienen una responsabilidad en la construcción de este desastre”, señala Tiramonti.
Juan María Segura, docente en la Universidad Católica Argentina y especialista en innovación educativa, cree que es posible reincorporar a los estudiantes que ahora quedaron afuera del sistema educativo y prepararlos para los trabajos de los próximos 10 años, pero argumenta que es necesario hacer modificaciones profundas.
“La posibilidad de reincorporarlos es alta, pero no con cualquier abordaje, tal vez no con lo que ofrece hoy la escuela, seguro no con cómo se ha intentado hasta ahora. Los niños y niñas más desfavorecidos y desconectados de la escolaridad, son los que mejor y más rápido responden a abordajes pedagógicos atractivos y estimulantes. ¿Acaso nuestra escuela es capaz de proveer esos abordajes? Esa es la gran duda”, opina Segura.
Además, el especialista destaca que en la Argentina no hay una visión de largo plazo para que la educación mejore y se adapte a los cambios en los próximos años. “No hay una visión de largo plazo, en parte porque los actores que la deberían acordar poseen otra agenda o intereses. Y no hablo solamente de políticos y gremialistas, sino también de padres y madres, empresarios, líderes sociales y religiosos, organizaciones de la sociedad civil. Dentro de esa falta de visión, el elemento más ausente y menos tratado es el referido al tipo de aprendiz para el cual debemos repensar un sistema educativo. Los centennials y en breve los generación T nos piden a gritos un sistema educativo que nos resistimos a discutir y acordar”, concluye Segura.
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